Entre las tantas teorías del capital social, en las ciencias sociales, llaman la atención aquellas que asumen una perspectiva económica, porque son mucho menos frecuentes que las que se orientan a aspectos culturales. Nos referiremos a la teoría propuesta en el marco de un proyecto de investigación realizado entre la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, IVIE, España (Pérez et al., 2005). Entre los resultados figuran la cuantificación del capital social para un número importante de países/regiones y la creación de un banco de datos de una relevancia comparable a la de otros de reconocida reputación en el área (IVIE, 2023).
Esta teoría se basa en las siguientes hipótesis: 1. Los incentivos económicos a la cooperación y las expectativas de trato favorable; 2. Oportunidades de participación en los resultados y una cultura de la reciprocidad; y, 3. Una elevada densidad de las relaciones de confianza en la red, la cual podría aumentar con la presencia de relaciones económicas (financieras y de empleo, por ejemplo), exitosas y duraderas. El modelo concierne a la inversión en capital social, a través de la cooperación, y su acumulación (stock). Sus proponentes resaltan la similitud del esquema utilizado con modelos conocidos de medición del capital físico. Ambos, enfoques cuantitativos.
Una manera de clasificar los diversos enfoques sobre el capital social es considerándolo ya sea racionalista o culturalista. En el primer caso, se especifica el proceso de inversión que lo crea, mientras que en la otra aproximación los valores, las actitudes y las normas desempeñan un rol preponderante. Según Pérez, F. et al. (2005: 18), “en la mayoría de los trabajos dedicados, bien al estudio de las relaciones sociales que generan capital social bien a los efectos del mismo, se pone el acento en aspectos no económicos; así sucede, incluso, en aquellos trabajos que lo consideran un recurso productivo”, tales como los de Bourdieu, Coleman, Lin, Burt y Putnam.
Distinguimos entre las relaciones sociales y las relaciones económicas. Las primeras incluyen a todo tipo de transacción social, mientras que las transacciones económicas sólo representan un subconjunto, así como las transacciones políticas representan otro. Cuando estudiamos la innovación social y los mecanismos para acelerarla, todos estos tipos de transacciones son de nuestro interés, por su relación con la creación de capital social. Particularmente, la Tecnología Social SAI, nos ofrece la posibilidad de analizar, empíricamente, el vínculo entre las relaciones económicas y la innovación social, a través de la participación activa de agentes económicos.
La medición del capital social desde cualquier perspectiva, incluyendo la económica, requiere conocer la densidad de las relaciones de confianza en un sociograma, a fin de poder estimar el grado de conexión entre cada uno de los actores sociales y el resto de la red, considerando sus relaciones directas e indirectas. Para cumplir con ese propósito contamos, igualmente, con la Tecnología Social SAI. A mayor densidad, mayor será el grado de cohesión del grupo y por ende su capital social. También debe observarse el grado de complejidad (tamaño) de la red, el cual es inversamente proporcional a la existencia de normas y valores compartidos entre sus integrantes. Densidad y complejidad de la red son factores que influyen en la cantidad de capital social acumulado y, para fomentar la cooperación, la capacidad de comunicación debe ser alta.
Referencias:
IVIE (2023). Base de datos: Capital social. Capital social – Web IvieWeb Ivie
Pérez, F. et al. (2005). La medición del capital social: Una aproximación económica. Fundación BBVA.
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