ISAÍAS MÁRQUEZ
En enero de 1820 los oficiales Riego y Quiroga a instancias de los masones y los jefes liberales, se alzan por Cádiz, ya que un regimiento saldría hacia América para atacar a los patriotas. Asumen el comando y se modera la política exterior de España, pues Fernando VII cambia la realeza absoluta por soberanía constitucional, según la Carta Magna de 1812. En Venezuela, enero-noviembre de ese año, no hubo batallas. Sólo riñas en los llanos. Y, la pugna flaquea, por la lucha bestial, desde 1811.
El complot coadyuva la causa patriota, pues no habría envío de tropas y el rey decide que Morillo solicite de Bolívar la venia a la Corona.
El Libertador dialogaría sólo si España tolerase al régimen grancolombiano. Pero, Morillo, obcecado, propone tregua de un mes mientras se formula un acuerdo. Las partes coinciden en Trujillo. Suscriben un pacto, aplazan la guerra por unos seis meses, trazan área de combate. Sucre y otros subrogan a los patriotas.
Así, la noche del 26/11/1820 suscriben el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra: Pactan canje de prisioneros, liberar a enfermos y heridos, inhumar los occisos y honrar al pueblo, aparte de sus ideales. Osan llevar la guerra “como pueblos civilizados”.
Este “emblema de piedad” se firma nueve años después de iniciada la guerra. Y, orilla la crisis de incertitud. Constituye base del Derecho Internacional Humanitario actual.
Cristaliza un día después de su firma, por el abrazo célebre entre Bolívar y Morillo en Sta. Ana, pues éste quería tratarle.
En efecto, Morillo estima a los patriotas de gente formal.
Pero, la guerra reinicia en enero de 1821, pues Maracaibo, bajo mando realista, lo sitia Rafael Urdaneta. Tal ofensiva, retoma la lucha.