Bernardo Rausseo: “Hablemos de petróleo” / Por: Pedro Frailán

Sentido de Historia

 

“Este libro se edita como un aporte a la cultura petrolera, por tratarse de una materia vital y estratégica para el desarrollo económico y social del país. Dedicado al conocimiento y al estudio de las nuevas generaciones, por la transcendencia de nuestra industria petrolera y consciente de que el petróleo, mueve la historia y nosotros debemos movernos con ella”. Con esta cita bibliográfica inicio este trabajo de don Bernardo, que a la vez es la dedicatoria de su libro “Hablemos de petróleo», un texto recién bautizado editado en nuestra región.

Tratar con un personaje como Bernardo Rausseo, para nosotros los que habitamos en estas “tierras de María Santísima”, como lo dijo don Mario Briceño Iragorry, es sinónimo de petróleo. Que yo recuerde, primero lo conocí como escritor en materia petrolera, pero involucrando a Trujillo, en un elemento para muchos desconocido, Bernardo era el faro que nos daba luces en una revista llamada “Resumen Gerencial”, editada por el economista Eduardo Matos.

Bernardo es un trujillano nacido en Valera. Recuerda con mucha emoción que estudió en el Colegio Salesianos de esa misma ciudad, pero inició sus estudios en la sede que estaba en el centro de la urbe. También con mucho orgullo dice que durante ese tiempo, esta institución dejó el centro para instalarse en su nueva sede. Comenta que ese hecho fue grandioso, una estructura de esa magnitud única en el estado. Un colegio completo en todo el sentido de la palabra, sus instalaciones deportivas, la iglesia, teatros, grandes aulas, laboratorios, estacionamiento, como se dice en el lenguaje popular, ¡Eso era lo máximo!

Lamentablemente, en una alcantarilla tuvo un accidente, estuvo recluido y convaleciente por un espacio de dos años. Su inclinación por el petróleo y todos estos componentes, como él mismo dice: es un proceso cultural y más para nosotros los venezolanos. Pues nos asegura que su motivación fue de su padre, que como oriental, traía en sus entrañas estas convicciones. De hecho, se hace empresario del sector gasolinero, claro en un país que estaba evolucionando en este sector, que además era muy fuerte, pues al mismo tiempo se venía formando, en una estación de servicios en Sabana de Mendoza.

Ahí se inicia en materia laboral, ya había estudiado en el Liceo “Rafael Rangel”, y en la Universidad Central de Venezuela. Comienza atendiendo los clientes que deseaban suministro de gasolina, gasoil, aceite entre otros artículos. Se da cuenta que esto es un proceso inmenso, con una amplitud universal y de poder tanto energético como económico, político y otras influencias. Además, hace sus investigaciones, sus lecturas y las comprobaciones con la realidad, pues se interesa por las acciones gremialistas del sector.

De hecho, Juan Carlos Peña en sus libros de la “Asociación Trujillana de Empresarios Gasolineros -Atrugas”, que es la memoria del auge y consolidación del gremio gasolinero, en sus tres tomos presenta una obra cronológica única en nuestro estado y Venezuela. Aparece la persona de Rausseo como agente fundamental en esta rica historia trujillana. Aquí reseña su participación en la Federación Nacional de Empresarios de Hidrocarburos (Fedenaga) y logra la presidencia de esta importante organización venezolana.

En su condición de trabajador va implícito el proceso de investigación también de escritor, conferencista y analista de todo este sector que por sí solo, para nosotros los venezolanos, es una dimensión de la vida. Hoy lo demuestra con su libro “Hablemos de petróleo”. Poderosamente me llama la atención la aparición de este recurso natural, que comienza a hacer referencia de su presencia en los textos bíblicos con otros nombres. Tanto en el antiguo como nuevo testamento. Al igual que la literatura universal clásica como los griegos, egipcios, romanos. Igual lo hace en nuestro continente desde la cultura prehispánica hasta nuestros días.

Con relación a Venezuela, pues textos de estas materias conocidas son: “Venezuela política y petróleo” de Rómulo Bentacourt y “La nacionalización petrolera” de Rafael Caldera. Rausseo dice que uno de los primeros lugares en donde se encontró este aceite en el siglo XIX, fue en El Boquerón municipio Escuque, de aquí de Trujillo. Luego fue el Táchira, el oriente de país y el Zulia, que fue el gran auge que nos cambió la vida.

Luego nos da un recorrido venezolano en todos sus componentes y derivados por todo el tiempo y espacio del siglo en donde él ha sido un actor que ha vivido en paralelo a la evolución petrolera desde sus inicios por el gobierno de Juan Vicente Gómez, López Contreras, Medina Angarita; un proceso de aprendizaje y crecimiento en torno a grandes empresas petroleras del mundo como Holanda, Inglaterra, Estados Unidos.

Un país que aprendía y evolucionaba al mismo tiempo conquistaba por medio del conocimiento su propia empresa. Porque a partir de 1945, ella inicia su autonomía económica y sigue creciendo y evolucionando constantemente sin perder el ritmo hasta lograr su nacionalización. No deteniéndose en ella sino seguir avanzando ya para finales del siglo XX, siglo en que se inició y tenía un empresa líder a nivel mundial y en energía petrolera, donde ya había cumplido funciones determinantes para el crecimiento del mundo tanto en buenos momentos como en los adversos, entre ellos las guerras mundiales y conflictos regionales, un ejemplo a seguir.

Con ello van naciendo grandes personajes que se preparan en el proceso del petróleo desde el mismo inicio como fue el ministro de Gómez, Esteban Gil Borges, hasta llegar a un Juan Pablo Pérez Alfonso y darse el lujo de fundar la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo) en unión a otros agentes internacionales y gobiernos; para decirle al poder energético y económico mundial que desde ese momento las condiciones tenían que ser consensuadas, no era nada fácil, pero se logró y Venezuela fue un país líder.

Luego Bernardo nos alimenta la esencia petrolera de Trujillo y nos da a conocer una nueva arista económica gracias al petróleo, lo hace porque se centra en este hecho a partir de las décadas de los ochenta y noventa. Dicta cátedra sobre nuestras condiciones. Además, explica la calidad del petróleo, los pozos y los sectores petroleros de nosotros también, alerta de la preparación ciudadana que debemos tener los trujillanos con relación a esta riqueza natural, que no solo sirve para producir combustibles sino un sinnúmero de artículos que son fundamentales para nuestras vidas y va a perdurar por mucho tiempo.

“Hablemos de petróleo”, es un libro didáctico sobre todo para lo que no conocemos de petróleo, ensaña y cultiva en esta área tan atractiva, tan discutida en estos tiempos. Yo recomendaría como dice Juan Vené, darse un pasadita no por el beisbol sino por “Hablemos de petróleo”.

 

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