Autopoiesis en el DLA

El Diario de Los Andes entra a partir de hoy en un proceso de autopoiesis, es decir, de despliegue de sus capacidades de re-creación hacia nuevas realidades que afirmen su esencia de un periodismo con honestidad e independencia, al servicio de las comunidades andinas, pero adaptándose a las exigencias de esta crisis nacional de enormes proporciones.

Los sabios chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela, desarrollaron el concepto de autopoiesis y a lo que hoy se conoce como la Biología del Conocimiento, que explica cómo los seres humanos vivimos en el lenguaje y desde éste vivimos las experiencias que nos suceden. Esto nos permite, desde el lenguaje, a tener miradas distintas sobre lo que nos ocurre, hacernos preguntas y reconocer nuestra capacidad para transformarnos e innovar el entorno. Los lectores del DLA sabemos la forma a la vez elevada y popular como nos comunicó esta apasionada experiencia periodística. “De la abundancia del corazón habla la boca” cita con frecuencia Eladio Muchacho a los evangelistas Mateo y Lucas.

Y Eladio es el héroe cotidiano del diario desde que fue fundado hace 40 años, en 1978, por la familia Muchacho, como un medio de comunicación y aprendizaje sobre la convivencia en el mutuo respeto, promoviendo las virtudes de la Andinidad y la Trujillanidad, como un “activo agente transformador de las sociedades andinas en comunidades libres, conscientes, democráticas, emprendedoras, solidarias y amorosas”. Y como el lenguaje no es algo abstracto, sino que tiene que ver con la prontitud de los “haceres, sentires y emociones” (Maturana), el equipo se prepara para andar por los caminos de Los Andes de otra manera, transformado en semanario, para seguir sirviendo a las comunidades.

Cuando se tiene una conciencia clara de la “razón de ser” personal y organizacional, conciencia de sí y del rumbo, se avizoran diversas formas de lograr los objetivos, pues la vida no es una línea recta, es una aventura, una corriente natural sujeta a múltiples avatares. Y allí está el carácter, la constancia, la fe y otras fortalezas para ver en la crisis las oportunidades de transformación, con el fin de lograr por otras vías los propósitos transcendentales que dan aliento a la existencia.

El Semanario Los Andes hará historia, como el diario, y al final de esta tragedia nacional, como obtendremos un país mucho mejor que el pasado, tendremos dos medios de comunicación: el diario y el semanario, Dios mediante.

También se despide hoy “El Día de Júpiter” y agradezco al equipo del DLA por todas sus deferencias, a Eladio y sobre todo a los amables lectores. Entramos igualmente en el proceso de autopoiesis.

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