Aún con la pandemia, Diario de Los Andes está “vivito y coleando”

Con pandemia o sin pandemia, Diario de Los Andes es una referencia en el periodismo andino y porque no en el país. Diseño: Gustavo Bencomo

Antes de la pandemia salía muy temprano, con la energía que da un buen amanecer a orillas de la vía que viene desde Carvajal a la entrada de “Caminos de Carvajal” en el sector de La Arboleda con el objetivo de conseguir una cola o cualquier medio de transporte para trasladarme hasta Diario de Los Andes en la Zona Industrial.

Una travesía en dos etapas. La primera era llegar a la Avenida Bolívar donde tomaba una buseta y a veces campaneaba al Dr. Eladio para toparme con la tierra prometida, a la redacción de DLA, donde poco a poco con gran alegría y deseos de trabajar se iban incorporando los demás compañeros que hacían posible la publicación del Semanario que salía a la calle todos los martes.

Ese era otro mundo. Mañana y tarde vibrando con el quehacer de la noticia. Quitando. Poniendo. El corre corre de un lado a otro. La pauta, la reunión, las instrucciones para los reporteros que iban a la calle, el contacto con los corresponsales. El vistazo a lo que ocurría en el planeta. Debíamos tener el dominio desde lo que acontecía en el barrio El Milagro, La Floresta, Zona Baja, Boconó, Trujillo, cualquiera de nuestros destinos locales hasta los muros de Londres, Nueva York, Alaska, en fin, cualquier rinconcito de nuestra gran  Aldea Global.

Los martes de cada semana estábamos de fiesta. El alumbramiento de la criatura. Personalmente creo que ni cuando existíamos como Diario, había algo tan grande en lo más adentro de  nuestro ser. El de poder palpar y ver aquel manojo de tinta, plancha y papel convertido en este caso, en un periódico semanario. Ceferino, Eladio, Geovanni, Betty, los muchachos de la rotativa sin olvidar a unos  cuantos de administración que deseaban llevarse el producto para su casa se unían al alboroto.

Más tarde aparecería Don Horacio Coronado, ese incansable guerrero que desde aquel 24 de agosto de 1978 cuando nació DLA  conformó un equipo campeón para llevar hasta el último pueblito trujillano al periódico que revolucionaría el periodismo regional. El que partiría su historia. En un antes y después del nacimiento de esta casa editorial. Otro día tocaremos ese tema. Por ahora, cumplamos las órdenes del talentoso Alexander González.

EL REGRESO A CASA 

En la tarde cuando terminábamos la jornada, Eladio y Sasa, convertían su nave en  transporte para poder salir de la Zona Industrial. Quien escribe se quedaba en la Parada de La Arboleda, donde tres o cuatro dueños de carritos se habían unido para ganarse el pan de cada día. La meta. Retornar al hogar. La cuestión se complicaba. Muy poca cabra y mucha cagarruta. Es decir los pasajeros emergían como arroz y especialmente en periodo escolar. La parada resultaba un campo de batalla. Se hacían intentos por ordenar aquel desorden. Casi nadie respetaba el orden de llegada.

Una vez vi como una señora agarró a carterazo limpio  a un “vivo” que  trataba “colearse”. Carterazo va  y carterazo viene hasta que el tipo quedó nocaut. La señora recibió una salva de aplausos que ya lo querrían muchos de los atletas que se encuentran en las olimpiadas. Arribaba casi de noche a casa.

Una vez llegué con estiércol de vaca por todos lados. Como decía mi santa madre. De pies a  cabeza. Me fui en una cola en un camión que transportaba ganado.  Cosas veredes amigo, Sancho.

Eso quedó atrás. Papel quemado, diría el recordado Víctor “Cochocho” Bracamonte. Sin que nadie la invitara apareció la pandemia. Hasta el sol de hoy nunca más volvió a publicarse el Semanario. Pero, Diario de Los Andes continúa “vivito y  coleando” gracias a la tenacidad, a la visión del Jefe Mayor, el Editor Eladio Muchacho, se ha negado a colgar los guantes. Al contrario, con fuertes ganchos de izquierda y derecha, Diario de Los Andes, a través de la web y redes sociales sigue siendo una alternativa para la zona andina y el mundo, una ventana abierta al campo informativo.

Reconocimiento especial para los colegas que siguen cumpliendo con la sagrada misión de informar pese a que por un lado deben tener cuidados extremos porque el virus anda por todos lados y  para ñapa habitamos en un país y Trujillo no escapa a la realidad nacional donde escasea el gas, agua, gasolina, transporte, etc, lo que sin un pelito de duda es una muralla en contra de los deseos y voluntad de ejercer un mejor periodismo. 20 puntos, diría don Luis González.

¿Qué viene ahora? El panorama no es color de rosa. Pero, abrazar una almohada, soñar con el dólar a  4, 30 como en época de Luis Herrera Campins es una utopía “bien tonta” y valga el término. La cruda realidad es otra. Mientras el cuerpo aguante y haya vida, Diario de Los Andes, estará al pie del cañón de la información. Dios le dé larga vida a EMU. Bien lo diría el siempre recordado Spiker y periodista, don Ramón Azuaje, “Dale que son pasteles”.

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Por: Francisco Graterol Vargas

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