En este primer semestre de 2022, los delitos que tienen su origen en la violencia sexual representaron una cuarta parte -más concretamente el 25,5%- de todos los delitos de distinta índole registrados en el estado Mérida.
Visto así, los números que ya de por sí llaman a la preocupación, cobran una mayor urgencia cuando se comprueba que esas manifestaciones de la violencia sexual vienen escalando de forma sostenida en los años recientes.
En función de lo anterior, vale indicar que para los primeros seis meses del año 2019 la importancia relativa porcentual de los delitos sexuales (sobre el total de delitos de violencia interpersonal, conocidos para ese semestre) fue solamente del 3,9 %. Luego subió al 8,3% en el 2020 y ascendió a 15,9% en 2021. Por cierto, en esos mismos años 2019, 2020 y 2021 estos delitos terminaron totalizando 6,3%, 10,6% y 14,2%, respectivamente, lo que pareciera indicar que el actual 25,5% -en este primer semestre de 2022- apunta en dirección a superar la sumatoria porcentual anual de los años precedentes.
El equipo de investigación del Observatorio Venezolano de Violencia en Mérida (OVV Mérida), responsable de efectuar la medición con base en los distintos órganos regionales de prensa -monitoreo que permite contar con los anteriores números- subraya que los delitos relacionados con el tipo de violencia sexual “siguen copando las noticias”. Para esta organización, es posible que pese a lo preocupante de las evidencias del incremento “estemos conociendo sólo la punta de un enorme iceberg“.
El OVV Mérida advierte que todos los números presentados se refieren solo a aquellos casos que logran ser conocidos por la sociedad a través de los medios de comunicación, “lo que lleva a decir que es muy probable que en la realidad acontezcan muchos más, solo que, por diferentes motivos, no son denunciados a las autoridades competentes o no salen reseñados en los medios”.
Detrás de los porcentajes
Para precisar, al menos de forma esencial, lo que significa y comprende la violencia sexual como concepto, puede señalarse que esta, como mínimo, incluye “la violación y el intento de violación, el abuso y la explotación. Este tipo de violencia se define como todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto, los comentarios o insinuaciones no deseados, o las acciones para comercializar con la sexualidad de una persona mediante coacción, amenazas de daño o uso de la fuerza física por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.
La anterior caracterización de la violencia sexual se recoge en el documento Directrices para la integración de las intervenciones contra la violencia de género en la acción humanitaria, que elaboró en 2015 el Comité Permanente entre Organismos (IASC por sus siglas en inglés). Es este el tipo de violencia que viene ascendiendo en la entidad merideña, al menos en lo que recoge la expresión informativa de los medios de comunicación y que el OVV Mérida contabiliza de forma sistemática.
Al precisar las cifras concretas de lo que hay detrás de los porcentajes de aumento, los investigadores del OVV Mérida indican que en el lapso enero-junio de 2022, se ha logrado identificar “un total de 27 delitos relacionados con el tipo de violencia en cuestión”, los cuales representan el 25,5% ya indicado del total de delitos de violencia interpersonal registrados hasta el último día de junio.
“De ese total de 27 delitos de tipo sexual, resultaron afectadas 30 víctimas donde en 79,3% de los casos se trató de personas del sexo femenino. La mayoría de los casos (19 en total) fueron violaciones sexuales”, explica la revisión del OVV Mérida.
Pero tal vez uno de los aspectos más reveladores y a su vez inquietantes, surgidos del monitoreo de prensa, es el que se refiere a la variable edad de las víctimas de los delitos sexuales: “Según la edad -precisan los investigadores- con base en 25 hechos donde se logró conocer esta variable, en 96% de estos las víctimas fueron niños, niñas y adolescentes (NNA), tendencia similar a la de años anteriores”.
Otro dato detrás de los porcentajes, es que los medios reseñaron un total de 35 victimarios involucrados en los 27 hechos indicados. Un aspecto esperanzador, en medio del drama de este tipo de violencia, es que en 26 de los 27 delitos hubo detenidos.
Aparte, el monitoreo indica que sólo en 16 casos (de 27) se logró conocer el vínculo de los agresores con las víctimas, pero aun así “se obtuvo que continúa la tendencia a que la mayoría son familiares o conocidos (81,3% sobre el total de esos 16 casos conocidos), principalmente padres/padrastros u otro pariente consanguíneo. Le siguen vecinos, parejas o ex parejas u otros trasgresores conocidos”, especifica el documento.
También revela el informe investigativo que en los casos conocidos, el tipo de arma más usada para la consumación de estos delitos sigue siendo principalmente la fuerza física, es decir: en el 92% de los 25 sucesos donde se obtuvo esta información, mientras que en lo que respecta a las motivaciones de los delitos, en 26 hechos donde se conoció esta información, giraron en torno al género (69,2%) y trastornos mentales (30,8%).
Alerta de pedofilia
Dado que según el monitoreo de prensa que aplicó el OVV Mérida, durante este primer semestre de 2022, el 96% de las víctimas de estos delitos son NNA, es sobre este sector de la población donde los investigadores estiman que se deben esmerar las acciones que prevengan, frenen o eviten la tendencia al alza de este tipo de violencia.
Un punto de partida para abrirle la puerta a los delitos de este tipo, es el exceso de confianza que padres, madres y representantes suelen poner sobre los cuidadores de sus hijos o hijas. “Quizás, en muchos de estos casos, debido a la plena confianza depositada por las madres, padres o por ambos hacia los cuidadores, no existe ningún tipo de supervisión de parte de estos hacia el adulto que está atendiendo a los NNA”, subrayan los investigadores que en todos los casos “estas situaciones pueden incrementar la vulnerabilidad y exposición de los NNA”.
En otros casos, los niños y niñas, son dejados en algunas oportunidades bajo el cuidado de adolescentes, escenario que también los puede hacer vulnerables frente a la aparición de un tercero (familiar o conocido) que quiera perpetrar algún tipo de delito en contra de NNA.
El equipo del OVV Mérida recomienda que, también, hay que tener cuidado con la posible existencia de individuos -familiares o conocidos- que muestren comportamientos que hagan pensar en la existencia de un trastorno mental por consumo de sustancias (alcohol y/o drogas), trastornos de conducta o de tipo sexual. Dentro de estos últimos se encuentra la pedofilia, que se trata de un trastorno del comportamiento sexual de un adulto, en el cual este experimenta atracción sexual por los niños y niñas. Si estas personas consuman un delito de naturaleza sexual contra un niño o niña, se les denomina pederasta. No obstante, no toda persona que padezca de pedofilia comete pederastia. En otras palabras, todos los pederastas son pedófilos pero no todos los pedófilos son pederastas.
No bajar la guardia
Tal vez lo más peligroso de un pedófilo es que no posee unos rasgos que sirvan para advertir su presencia en el entorno infantil. Pese a esta limitación, los psicólogos indican que es importante tener en cuenta algunos aspectos para presumir el acecho de un potencial adulto pedófilo:
- Se inclina por permanecer a solas con uno o varios niños.
- Se interesa mucho por jugar con niños y niñas, incluso desconocidos, con estrategias para ganar confianza.
- Suele usar la persuasión y la incitación para involucrar a niños y niñas en acciones adultas.
- Ante la falta de presencia de los padres o ante las carencias afectivas de los infantes, el pedófilo busca llenar vacíos emocionales con regalos, caricias, halagos o acompañándolos en momentos de soledad.
- Suele expresar muestras exageradas de cariño o de afecto en forma injustificada e inoportuna hacia un niño o niña.
Ante este panorama, el OVV Mérida viene alertando en los últimos años, que los delitos de violencia sexual han mostrado cifras importantes y un aparente incremento en la entidad, tendencias que, al parecer, no son exclusivas de Mérida, sino que han sido detectadas en otras entidades de Venezuela por otros equipos de investigación donde el OVV cuenta con sedes regionales (en Aragua, Guárico, Lara, Monagas, Distrito Capital, entre otros). Dado que las víctimas son principalmente NNA, es urgente que padres, madres y representantes tengan sumo cuidado con quien dejan a sus hijos e hijas y esmeren la vigilancia sobre aquellos adultos y adultos mayores que se vinculan de diferentes maneras con los NNA en el seno de las familias, en las comunidades y/o en las instituciones educativas, deportivas o, incluso, religiosas. Prensa OVV Mérida.-
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