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El Ateneo de Valera ha sido base de conocimientos, de capacidad para transmitir y crear cultura, lo cual le acredita para que los valeranos le tengan como sinónimo de ciudadanía total. Mantuvo siempre sus puertas abiertas al pueblo el cual debe seguir siendo su mejor baluarte, su mejor inspirador. Celebrará sus 71 años de fundación (9-11-1950), y reclama ahora que toda la comunidad valerana le amemos en forma activa. En este renacer de la actividad ateneísta es propicio que analicemos su nacer y crecer.
Por: Elvins Humberto González
Somos de los que creen, que es el momento más propicio para la reflexión sobre el nacimiento y evolución del Ateneo de Valera ahora cuando se cumplen 71 años de su fundación (9-11-1950), institución que nació de una necesidad sentida por la comunidad valerana, cuyos alcances y logros fueron comprendidos y aceptados en su auténtico significado de ese algo, que germinó cuidado y amado por grupos de promotores que en las distintas etapas de creación, estructuración legal y física, le aseguraron su estabilidad, echaron los cimientos de un brillante destino.
El Ateneo de Valera reclama ahora que nosotros (toda la comunidad valerana) le amemos en forma activa y el momento de una sana y limpia reflexión sobre su historia, su porvenir nos señala que, no podemos quedarnos en una actitud de simple contemplación. Con ánimo sereno, recto y justo, analicemos su nacer y crecer, de cuyo objetivo proceso de crecimiento y maduración, muchos fueron y son testigos participantes. El Ateneo de Valera, siempre tradujo acciones concurrentes a un objetivo único y limpio de intereses personales o de grupos. Su historia dice: que se libró una lucha dura, casi una batalla campal para llegar a superar situaciones económicas, pero entonces les asistía un gran interés y consenso comunitario para alcanzar en sus primeros pasos. Noble meta.
Una situación resaltante tuvo siempre la labor ateneísta en Valera, se cumplieron acciones heroicas pero en el ámbito de un trabajo de equipo.
Grupos de hombres y mujeres, en las distintas juntas directivas sorteaban las duras tareas y logros difíciles, con un gran criterio de continuidad de trabajo ateneísta lo cual fue clave para lograr responder a las múltiples necesidades que acompañaron al nacer y crecer de la institución.
Preciso fue en aquel entonces acogerse al criterio religioso de la «COLECTA PÚBLICA»: metros cuadrados de construcción y así se construyó paralelo al Auditórium «Monseñor Miguel Antonio Mejía» (Primer nombre del auditorio por Decreto del Gobernador del Edo. Dr. Luis La Corte), la Sala de Exposiciones y Zonas Administrativas.
La respuesta generosa ante tales actitudes de valentía, decisión y confianza en nuestros conterráneos, dentro y fuera del Estado no se hizo esperar, ello constituyó un decidido estímulo para soportar las deudas y crisis financieras que las circunstancias iniciales y de siempre acompañan a toda acción cultural, en un país donde todavía estamos en la intolerable espera para que se implemente una verdadera y solidad política cultural, compaginada con las necesidades reales y concretas de la actividad cultural venezolana que envuelve a todo el país.
Estas reflexiones son un sentir para ver la crisis atónita de la ciudad de Valera con ojos optimistas, que ella sea un factor de aprendizaje y lección de vida, visualizar el futuro con una visión esperanzadora, donde las nuevas generaciones puedan jugar un papel fundamental y justo en favor de ver florecer nuevamente la Casa de la Cultura de Valera, su Ateneo, parte importante del funcionamiento del corazón de Valera. Este optimismo nos llevará a pensar que resulta vital continuar acciones sobre fundamentos firmes (como las lleva a cabo la actual Junta Directiva encabezada por Marlene Briceño y que con el apoyo de la Organización Voces de Valera se ha logrado la recuperación de su institucionalidad), mantener discusiones sobre una retoma de trabajo de equipo ateneísta sincero, pero realmente productivo y comunitario. Necesario es que seamos sinceros y limpios de intereses creados a la vez que consecuentes con los ideales iniciales ateneístas, que no conocían dificultades o trabas que entorpecieran o trataran de detener el cabal desarrollo de una actividad cultural integral, y que progresivamente colocó a «VALERA» y SU ATENEO» en el movimiento cultural venezolano de avanzada.
Ha habido tiempo y espacio para analizar fallas, contradicciones y ambigüedades de los últimos tiempos pero Valera urge de todos los ateneístas y de la sociedad civil, para aprovechar estos invalorables momentos de reflexión, pero hay que hacerlo con decisión de compartir responsabilidades y entenderlo como un proceso de aporte y comunicación, en un dar y percibir enriquecimiento mutuo para una institución como el Ateneo que es de Valera y requiere de grupos ateneístas junto a todas la instituciones públicas y privadas de la entidad, cuyos niveles profesionales y de servicio a la comunidad, nos anticipan la seguridad de un trabajo ateneísta con una nueva actitud, solo así se podrá responder satisfactoriamente al llamado de trabajo cultural integral y comunitario, el cual ahora exige el Ateneo de Valera en su nueva etapa, una etapa de recuperación y floreciente en víspera de un futuro próximo alentador como en otrora, que seguramente las nuevas autoridades ateneístas lo están encaminado.
Valera, ciudad cruce de caminos, necesita que su primera institución cultural marche y conjugue esfuerzos y acciones, en pro del desarrollo de nuestra pujante ciudad Bicentenario…
Albergue cultural
El Ateneo de Valera ha sido base de conocimientos, de capacidad para transmitir y crear cultura, lo cual le acredita para que los valeranos le tengan como sinónimo de ciudadanía total. Mantuvo siempre sus puertas abiertas al pueblo el cual debe seguir siendo su mejor baluarte, su mejor inspirador.
El Ateneo de Valera representa acciones constantes del esfuerzo del pueblo, de las comunidades, con luchas y de trabajo colectivo, todo a base de unión, y hasta de un vivir en trances de angustia y preocupación que, en oportunidades lo llevó y mantuvo dentro de riesgosas expectativas. Sin embargo, en aquel entonces, pudo más la unión férrea de todos, en un ámbito ateneísta, donde vibró siempre un movimiento espiritual orientado y canalizado por un “esfuerzo creador” que era de todos, y en donde no hubo nunca forzada afectación, ni intereses individuales o de grupo. Desde su nacimiento surgió un afán y actitud de trabajo creador y vocación de servicio, con profundo contenido humano, con el mayor respeto hacia la libertad creadora, inspirados en aquella definición tan elemental que la cultura es el hombre, derivada de las normas de la más alta pedagogía del espíritu y de la acción intelectual.
Estos objetivos fueron la base del movimiento ateneísta valerano y todos los ateneístas a una voz, se han aprestado siempre para defender, argumentar sanos principios en pro de nuestra principal casa cultural. Así fue el Ateneo, guiado por una clara doctrina de la verdadera cultura. Una identificación que unió a toda una comunidad.
La niñez, la adolescencia y por fin la adultez, son las etapas por las que atraviesan los seres humanos, el ciclo vital que se cumple inevitablemente, al menos que surja un impedimento truncante del referido proceso.
Pero las estructuras, recintos conformantes del entorno del ser humano acompañan a los individuos en su camino por la vida y hasta podría decirse, metafóricamente, cumplen igual evolución. Por ello nos atrevemos a decir que la casa cultural valerana llegó a cumplir, hasta cierto tiempo, con todo lo anteriormente expuesto. Hoy día se trabaja por la restauración de lo que un día fue… (Extractos, Libro Ateneo de Valera 70 Años, 2021)
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