Buenos Aires, 26 jul. (EFE).- Las manifestaciones van ganando frecuencia en las calles de varias ciudades de Argentina, motivadas por reclamos económicos y políticos: en el primer semestre de 2021 aumentaron un 60 % por encima del año pasado, cuando regía una dura cuarentena, pero quedaron solo un poco por debajo de los reclamos hechos en 2019, cuando aún no había pandemia, por el agravamiento de la crisis económica.
«La gente, ante todo, necesita comer y la plata no le alcanza», dijo a Efe Patricio Giusto, director Ejecutivo de la consultora Diagnóstico Político (DP).
«Sale a la calle igual, por más que haya restricciones y riesgo de contagio, porque la situación no da para más», agregó.
Según DP, en los primeros seis meses del año se produjeron 2.474 protestas sociales, contra los 1.541 de igual período de 2020, en ambos períodos bajo la administración del peronista Alberto Fernández, quien asumió en diciembre de 2019.
En tanto, en el primer semestre de 2019, bajo la administración del conservador Mauricio Macri (2015-2019), se habían producido 2.493 cortes de la vía pública.
«Hay un número récord de piquetes este año y desde el 2019 acá hubo también un número muy importante de manifestaciones de la oposición», afirmó a Efe el analista Sergio Berensztein, el último el 9 de julio pasado, cuando dirigentes opositores se sumaron a una marcha de productores agropecuarios contra las medidas del gobierno.
«Expresiones de rebelión, de oposición, de insatisfacción hay múltiples», señaló.
La visibilidad en la capital del país se logra en la puerta del Ministerio de Desarrollo Social, en Buenos Aires, donde los manifestantes reclaman un aumento de la ayuda estatal. Otros puntos neurálgicos son el Obelisco y la Casa Rosada (sede del Ejecutivo).
También son comunes los cortes de las vías del ferrocarril y los accesos a la capital desde los suburbios.
Es posible que las protestas se den en simultáneo.
Las protestas están presentes en todas las provincias del país, y los últimos picos en Buenos Aires, Santa Fe, Neuquén, Chubut, Misiones y Santa Cruz, que relevó DP, fueron mayormente motivadas por conflictos sindicales y sociales no resueltos.
Argentina terminó 2020 con un 42 % de personas pobres y en el primer trimestre de este año registró 10,2 % de desempleo, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
Sin embargo, en el país no se ve un estallido social generalizado.
Giusto observa que las manifestaciones de grupos sociales y de desocupados en los últimos dos meses están encabezado la tabla. Y que vecinos autoconvocados en muchos casos protestan por cuestiones sociales, a lo que suman problemas de inseguridad y cortes de luz.
ECONOMÍA Y ELECCIONES
«El contenido y la tónica de los reclamos básicamente está vinculado a lo económico y social», explicó Giusto y recordó que la inflación en junio fue del 50,2 % interanual, en el marco de una recesión que lleva tres años, luego
de que en 2020 la economía se contrajera 9,9 %.
«Es la situación económica más crítica, probablemente, de la historia argentina», señaló.
En los últimos dos meses, Giusto agregó «el componente electoral» en las protestas, ya que en septiembre próximo se celebrarán las elecciones primarias para las legislativas que se realizarán en noviembre que viene.
Explicó que las manifestaciones se organizan para pedir más subsidios y tierras porque «el clima electoral motiva que muchas de estas organizaciones sociales salgan con más fuerza para forzar a las autoridades» y para mostrar el poder de movilización de gente ante el cierre de las listas de candidatos.
Además, previó que el número de manifestaciones «va a ir escalando en los próximos meses porque va acompañado de un deterioro de la figura presidencial» de Fernández, porque «la autoridad está más devaluada que en 2020».
GOBIERNO PERONISTA
El signo peronista de la Administración actual influye en las marchas. A diferencia de 2019, cuando gobernaba Macri, Giusto señala que el «actor que está ausente o con muy poco protagonismo» es el de los trabajadores estatales, «que no le hacen grandes marchas al gobierno».
Si bien han perdido poder adquisitivo, «el alineamiento político que tienen los sindicalistas, sobre todo de los docentes, con este gobierno es notorio y por eso estos actores no están en la calle como sí estaban fuertemente en 2019, cuando la situación no era buena, pero era mucho mejor» que la actual.
Otra diferencia es con lo que ocurre en varios países de América Latina, donde la población se ha volcado a manifestaciones en la calle.
Giusto considera que «Argentina sigue siendo un caso único» y que no se puede comparar porque el país sudamericano tiene una «cultura política muy particular donde la protesta social está naturalizada y es parte de la vida diaria».