Más de 52 mil habitantes del Catatumbo han salido de su territorio huyendo del conflicto armado entre las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), según balance ofrecido por el Puesto de Mando Unificado (PMU) el pasado 30 de enero de 2025. Entre ellos, hay una cantidad de migrantes venezolanos que no ha sido especificada, quienes temen volver al que se había convertido su hogar, pero también al país que los vio nacer.
A las afueras del Estadio “General Santander” de Cúcuta, ciudad a donde han llegado 23.538 desplazados hasta el 30 de enero, se encontraba Angélica, venezolana oriunda del estado Miranda que salió de su país hace seis años por la crisis económica y política, y que ahora se vio obligada a enfrentar un desplazamiento forzado el 16 de enero de 2025, para salvaguardar su vida.
En el Catatumbo trabajaba cuidando a un niño, pero al ver que todos a su alrededor estaban huyendo, decidió salir con pocas pertenencias en un camión con otros desplazados. Durante el viaje, enfrentó condiciones duras y escasez de alimentos, además del terror de no saber de sus dos hijos y su nieta.
“Lo primero que agarré fueron unos tres pantalones, tres camisas, tres pares de zapatos y embalarme en un camión, guindada ahí como pude. Y cuando venía el bus, el camión había dejado a mi sobrina, que ya tenía dos niños y como pude se montó en el camión. Y por todo el camino seis, siete horas sin nada más que una pera que pudimos comer y unos potes de salchichas, esos que se destapan, eso fue lo que pudimos comer. Y dejamos de comer para dárselos a los niños. Desde ahí hasta que ese camión no paró, hasta que llegamos acá. Sin tomar nada de líquido, nada”, relata.
De su hijo, quien trabajaba en una finca, supo horas después que estaba en Tibú, mientras su hija logró salir del Catatumbo hasta 10 días después. “Lo que se está viviendo allá de verdad que es bastante fuerte. Más miedo que otras cosas y otras personas que han perdido hasta la vida y eso”, dice.
Agradece a las autoridades que han podido dormir en hoteles y que no han pasado sin comer, a pesar de que se atrasan en los horarios, pero entiende que son miles de personas las que tienen que asistir diariamente.
Silvestre salió hace siete años
Silvestre Márquez, es de El Vigía, estado Mérida, Venezuela. Llegó al Tibú, Colombia, hace aproximadamente siete años y trabajaba en el campo en el Catatumbo. Se movilizó una vez inició el conflicto con unos ocho familiares, pero en esta localidad sigue una hija, dos nietos y un yerno.
“La gente estaba saliendo en grupo. El día que yo salí, salieron varios camiones de allí full de personas y bueno gracias a Dios nos trajeron aquí y nos están atendiendo, por lo menos nos han dado lo que es la comida. Llegamos como a las 5 de la tarde, nos censaron y como a las 11 de la noche, porque habían muchas personas, nos pasaron para el hotel”, explica.
Ni al Catatumbo, ni a Venezuela
Ni Adriana, ni Silvestre piensan regresar por ahora al Catatumbo, ni a Venezuela, pues consideran que las condiciones no están dadas, pues en el primer caso no saben qué puede pasar con la guerra y en el segundo, no han visto un cambio económico y social que les dé garantías de supervivencia.
Adriana asegura que si el gobierno colombiano le da una ayuda, se quedaría en Cúcuta y no volvería al Catatumbo, porque le da terror la violencia. Tampoco tiene pensado volver a Venezuela ni de manera temporal, ni sus hijos quieren hacerlo. “Ellos dicen que se quedan acá. Si nos dan ayuda, nos quedaremos acá. Y que nos ayuden a conseguir un empleo”.
Compara sus dos desplazamientos y recuerda la migración de Venezuela con dolor, pero sin agresión, pues lo hizo con la mayoría de los bienes que tenía, mientras que ahora el miedo la obligó a salir sin prácticamente nada.
Aunque Silvestre y sus hijos sueñan con volver a su país, no creen que este sea el momento, pues se mantienen las razones por las que salieron. “En este momento no vuelvo porque pues tenemos que esperar un poco aquí esa cuestión. Pero sí, sí pienso regresar a mi tierra otra vez de nuevo, con el favor de Dios, cuando Venezuela se arregle”, expresa.