Hablar ahora del doctor Iván Lobo Quintero, en esta circunstancia, cuando le ha correspondido sucumbir ante aquel proceso natural que no puede detenerse y es inexorable, hace imposible que la variable personal, el hablar en primera persona, no aparezca en una intervención como ésta. Así, como integrante de la comunidad universitaria de la ULA en Trujillo, desde la década de los setenta, comenzamos a conocer de él, su condición de profesional de la medicina con excelente proyección, y de su reconocida militancia política democrática, y por consiguiente, que ambos roles de ese quehacer público le asignaban una vinculación muy significativa con el estado Trujillo y con el país, y específicamente, con el conjunto de sus expectativas de carácter social.
Se trataba de una percepción inicial, que luego pude corroborar, cuando en la década de los ochenta, con nuestras responsabilidades institucionales, él como senador por el estado Trujillo, y quien les escribe, dando testimonio como vicerrector del Nurr en ese tiempo, lo vimos actuar con su apoyo decisivo para lograr el otorgamiento de recursos extraordinarios para la dotación de la Villa Universitaria; cuestión que marcó el inicio de una vinculación muy especial y de demostrada fidelidad con esa institución universitaria.
Estas coyunturas de la vida universitaria, y reconociéndole su participación tan activa en ellas, hicieron posible que acrecentáramos esa percepción inicial que tuvimos del Dr. Lobo, y como tal contribuyeron a conformar una amistad, que siempre recordaremos con elevada estimación. Y lo afirmamos porque su conducta interpersonal se podía considerar con una inclinación muy manifiesta hacia los valores de la amistad y la solidaridad, y ambos llenos de una expresividad que le era muy reconocida. Esto lo comprendimos al leer su libro del 2003 Pasajes de una Vida, porque entendimos que esos vínculos afectuosos que establecía con evidente naturalidad, tenían como explicación que en él estaba presente la vocación por el relato de vida. Así, en la Introducción del libro afirma que: “es aspiración de todo ser humano con algunas inclinaciones intelectuales, dejar expresar sobre oraciones más o menos coherentes, sus pensamientos, amores y afectos, también los dolores que desencadenan los fracasos”.
Nos permitimos afirmar que existirán testimonios para hacer previsible que se recuerde quién fue el doctor Lobo Quintero, pero es también fundamental que se admita cómo en el transcurso del tiempo hacia adelante, todo aquello que dejó escrito será también mayormente predecible, y por lo tanto, siempre pudiera ser más perdurable.
Por todo lo expresado, debemos concluir con las exhortaciones siguientes: Para la Sra. Sarita, a quien el Dr. Lobo en Pasajes de una Vida menciona como mi compañera, esposa y amiga, eterna inspiradora e insustituible amor.
Para sus hijos, en ese mismo libro, y hablando del sentido de responsabilidad, les señala que les deja una “hoja de servicios limpia” que ha tratado de no empañar, para que no vayan a sentir por su causa el más mínimo rasgo de vergüenza ciudadana. Para sus nietos y amigos más cercanos.
Para todos ellos: que conserven vivo su recuerdo, porque esto alargará su vida.
Para el Dr. Iván Lobo Quintero, como católico tan auténtico que era: que descanse en paz su alma.
*Ex vicerrector del Nurr