«Estoy desesperado, yo trabajaba vendiendo bambis (helados caseros) para llevar el sustendo a mi hogar, pero eso ya no es posible. Donde vivo desde hace mucho no llega la caja del Clap, pasamos Semana Santa sin gas, y ese bono de 350 mil no me alcanzó ni para un kilo de queso. Mis hijos tienen hambre, salgo a pedir comida porque la verdad ya no sé qué hacer».
Como Juan Laguna, muchos habitantes de Trujillo ven mermada su capacidad de sobrevivencia en la cuarentena nacional que aplica el gobernante chavismo, con motivo de la pandemia del Covid-19. Conversamos con varios habitantes de La Floresta y La Montañita (oeste de Valera), y el mensaje fue uniforme: no tenemos comida.
Mundos diferentes
En declaraciones a medios de comunicación, Nicolás Maduro ha afirmado que han garantizado el alimento, servicios públicos y estabilidad laboral a las familias venezolanas más vulnerables. Sin embargo hay realidades totalmente distintas en Trujillo.
«Mire mijo, el gobernador Rangel Silva dijo por la radio que tuviéramos paciencia. ¿En serio? ¿Paciencia? ¿Cómo podemos tener paciencia con la barriga pegada al espinazo? Él lo dice porque no le falta nada, pero uno que ni agua tiene en la nevera porque ni agua llega acá, ¿cómo puede tener paciencia? Hace más de 20 días que nos pidieron la plata de la caja del Clap, y estas son horas y nada que llega. ¡Nos estamos muriendo de hambre por Dios! Uno entiende que no debe salir por el bendito virus ese, pero por favor, tengan piedad, el hambre nos está matando», así de conmovida se mostró la señora Coromoto García, en el sector La Montañita de Valera.
El bono no alcanza
A pesar de estar recibiendo el salario por la plataforma Patria, los beneficiarios de este plan gubernamental se quejan que es insuficiente.
«Aquí no hay que ser muy inteligente para darse cuenta que esa miseria no alcanza para nada. Las empresas privadas que no están trabajando no tienen cómo pagarnos. El Gobierno dice que ellos nos pagan. Ok está bien, dime tú: ¿qué compras con 450 mil bolívares? ¡Nada! Ojalá Maduro ganara sueldo mínimo para que vea lo que es bueno. ¡Ajá! Y de paso esos chinos subiendo los precios de la comida a su antojo y nadie hace nada. ¿Pero qué es ésto? Diosito tiene que apiadarse de nosotros. ¿Qué pecado cometimos para estar pagando este castigo?», explica una preocupada habitante de San Miguel (La Floresta), Beatriz Vielma.
Sin servicios públicos
En recientes declaraciones, Nicolás Maduro dijo que los venezolanos gozan de la gratuidad de los servicios públicos. «¿Cuáles servicios públicos? ¿El único que funciona acá es el cobro de vacuna? Eso sí es puntual», discrepa un habitante de Plata III quien pidió resguardar su identidad.
El declarantes enfatizó: «uno se ríe, pero eso da arrechera. El agua llega una vez a la semana si acaso, el que nos manda la luz pareciera que vive drogado con esa apagadera y prendedera a cada rato y de paso ya no son 3 horas de racionamiento, ahora son 4 horas y media, y a veces dos veces al día. El Internet viene y va, y así quieren que los muchachos terminen el año vía on line, ¡qué coño van a aprender! Uno puede ayudar a los de primaria, pero dime tú, un estudiante de bachillerato ¿cómo le ayuda a explicar una ama de casa esas cosas de química, física y matemática? ¡No se puede! Van a graduarse crudos esos muchachos. De paso muchos niños y jóvenes ni siquiera viven con sus padres, porque estos emigraron para mandarles platica para que coman mejor. Acá están escondiendo la ineficiencia con la cuarentena».
Llamado de conciencia
El gobernante chavismo extendió por 30 días más la cuarentena. El llamado es a atender las necesidades básicas de la población vulnerable, que sufre los embates no solo de la crisis sanitaria originada por el Covid-19, sino que suma los sufrimientos de la crisis económica y sociopolítica que ya padecía Venezuela. Quizás la curva de contagios del Coronavirus esté aplanada como dicen las autoridades, pero la curva del «CoronaHambre» muestra una subida exponencial, al menos en Trujillo.