Caracas, 9 dic (EFE).- A falta de un mes para la repetición de las comicios en Barinas, cuna de Hugo Chávez, el oficialismo y su candidato, Jorge Arreaza, y la oposición, cuyo principal aspirante es Sergio Garrido, de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), apuran los días y afinan estrategias, cuando aun queda más de una semana para el inicio de campaña fijado por el ente electoral venezolano.
Las elecciones se repetirán en Barinas el próximo 9 de enero, por orden del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que tomó la decisión tras una semana de polémico recuento de votos que daba por ganador de los comicios del 21 de noviembre al opositor Freddy Superlano, por un estrecho margen sobre el oficialista, Argenis Chávez, hermano del fallecido presidente.
El pasado 29 de noviembre, el TSJ hizo pública su decisión tras recibir -aseguró- una acción de amparo constitucional interpuesta por Adolfo Superlano (sin relación con Freddy Superlano), considerado disidente de la oposición, alegando una violación de derechos constitucionales, entre otras cosas, porque el vencedor de los comicios se postuló como aspirante pese a estar inhabilitado.
Sin embargo, ni el Consejo Nacional Electoral (CNE) ni el ya excandidato conocían esta inhabilitación, puesto que se pudo inscribir sin problemas en la plataforma que recogía los datos de quienes aspiraban a un cargo en los comicios de noviembre, sin que el sistema lo rechazara, como sí ocurrió en otros casos.
DE LA POLÉMICA A LA ESTRATEGIA
Después de que el TSJ hiciera el anuncio, tanto el chavismo como la oposición debían buscar candidatos a la altura de unas inusuales circunstancias y de una región donde, desde 1998, siempre gobernó la familia Chávez, convirtiéndola la tierra natal del fallecido presidente en un bastión intocable e infranqueable.
Para el oficialismo, que tuvo como gobernadores en Barinas al padre del mandatario, Hugo de los Reyes Chávez, y a sus hermanos Adán, hoy embajador de Venezuela en Cuba, y Argenis -quien se presentó a la reelección el pasado noviembre, sin lograr el triunfo, lo que lo llevó a renunciar a su cargo y a la candidatura para enero-, es primordial continuar controlando Barinas.
Pero, finalmente, la persona que Nicolás Maduro designó estratégicamente para los próximos comicios no lleva el apellido del padre de la revolución ni es de Barinas, ni siquiera residió nunca en la región.
Sin embargo, es una persona muy cercana a la familia. El excanciller Jorge Arreaza es exyerno de Hugo Chávez y padre de uno de los nietos del fallecido presidente.
El chavismo trató, desde el momento en que tomó la decisión de presentarlo como aspirante a la Gobernación, de acercarlo a Barinas y hacer ver a los electores que es un barinés más, y un hombre «probado, honesto, capaz, valiente».
Además, el oficialismo puso al excanciller en la primera línea de los medios públicos, empezó a ejecutar en Barinas obras «necesarias» que el gobernador saliente, también chavista, no realizó, y prometió lo que nunca ningún Chávez hizo en la región.
Por su parte, la oposición, con menos potencial mediático a su alcance, se vale de las redes sociales y del apoyo de diversas organizaciones para denunciar irregularidades en el proceso, inhabilitaciones sin argumento u opacidad en cada movimiento de los poderes públicos, con el fin de desacreditar al antichavismo.
Y si varios rostros conocidos del chavismo viajaron a Barinas para demostrar a la ciudadanía la importancia que la región tienen para ellos, la oposición no ha sido menos.
El propio Juan Guaidó, quien no estaba de acuerdo en que la oposición participara en los comicios regionales de noviembre, viajó a Barinas para instar al electorado a votar en enero por «el cambio» y a pedir el apoyo para la oposición.
Es previsible que el chavismo saque toda su maquinaria para seducir -o amedrentar, según la oposición- a todos los votantes posibles, mientras que los detractores del Gobierno deberán apelar a su ingenio, con un candidato casi desconocido, y al rechazo social provocado por la decisión del TSJ y el mal perder del oficialismo.
Puede ser, por tanto, un choque de trenes entre dos visiones de país que se verán las caras en las urnas en un mes exacto.
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