A propósito del aumento salarial

Por: Francisco “Pancho” Salas

 

Ante el constante y generalizado clamor nacional de los gremios profesionales y de los sindicatos (los pocos que aún sobreviven) de los trabajadores públicos, quienes plantean un inmediato y justo aumento salarial, adaptado a la realidad económica que vivimos todos los trabajadores y pensionados venezolanos, creo conveniente analizarlo con un poco más de calma y de mínima comprensión del actual contexto económico y social al que no ha llevado la testarudez ideológica del  actual gobierno nacional, para que el sector sindical opositor no caiga también en falsas promesas ilusionarías y  sindicaleras, es decir, ya es hora de que al pueblo en general se le hable claro y sin tartamudez política  alguna. Cualquier aumento salarial que el gobierno decrete para con los trabajadores venezolanos, sea de la magnitud o cantidad que  sea, no tendrá el necesario y fuerte respaldo monetario económico que combata el dañino elemento híper-inflacionario que siempre va a predominar en la economía del pueblo trabajador venezolano. El problema es de un tenor muy complejo,  desde el punto de vista de cómo está desarrollada e instituida la actual economía del país y su relación internacional. Sin duda alguna  en las actuales circunstancias políticas-económicas-sociales en que el gobierno tiene anclado al país,  y por ende, a la sociedad  venezolana,  cualquier salario decretado por sus autoridades, en menos de 24 horas tenderá a  deteriorarse debido a la irreconciliable relación que  existe entre “aumento salarial vs hiperinflación”.

Como “soñar no cuesta nada”, podríamos decir, que la estabilidad económica del país se lograría siempre y cuando el  gobierno asumiera una política anti-inflacionaria, acompañada de inmediatas medidas macroeconómicas que fortalezcan la economía total del país. Pero el gobierno está  “atado” de manos por razones de lagunas mentales en su incongruencia ideológica y no ha sabido qué hacer, qué implementar, pues su errada política económica ha alimentado el actual proceso hiperinflacionario que nos tiene atados,  a la “sumergible ancla” de la  miseria y destrucción  económica-social total que vive el país,  concretizada en  su  política monetaria expansiva, severa y dañina como lo ha sido la emisión incontrolable del llamado dinero inorgánico (no recuperable), que es, una especie de “paño de lágrimas”  del gobierno nacional. Mientras el gobierno continúe pagando las extravagantes e improductivas nóminas del Estado Venezolano al igual que sus politizadas misiones con dinero sin respaldo financiero alguno,  “no parará”  la progresiva devaluación del bolívar frente a cualquier de la monedas extranjeras del sistema monetario internacional, puesto que, la devaluación del bolívar es directamente proporcional a la cantidad de dinero que el Banco Central de Venezuela lance a la calle, a la economía interna del país, sin ningún respaldo de ingresos que le haya entrado al Estado por transacciones con el extranjero. Es vox  populi que en estos momentos los ingresos petroleros son muy bajos,  pírricos e insuficientes para “creer” que puedan sostener el actual gasto público del Estado Venezolano. El gobierno nacional está ante una real situación de “quiebra y de limosna productiva”,  y aun así, continúan apretando el acelerador político hacia el desarrollo “socialista y estable del país”, cuando la realidad es que, ese afán “supra- populista” de contenido “fanático fracasado”   que ha caracterizado  al social-chavismo-madurismo, es inversamente proporcional al bienestar económico que, en  un país tan rico como el nuestro,  debiera prevalecer en la inversión social y productiva de toda su población.

Para que los venezolanos empecemos a transitar hacia la estabilidad económica, y suponiendo que  el presidente Maduro, de buena gana,   asumiera las más sanas medidas económicas que mínimamente requiere el país,  tendría que comenzar por desmembrar todo ese aparataje  táctico ideologizante con que ha manejado esta materia,  y  también, borrarse  el tatuaje de desconfianza que su gobierno  se ha etiquetado  a lo largo de estos años en el plano internacional y nacional. Como sabemos que esto no va ocurrir, pues Maduro ni se va a ir, ni va a entregar el poder, mucho menos va a cambiar su obsoleto modelo económico, que ya no aplica en ninguna parte del mundo, pues sencillamente la vanguardia sindical, gremial,  trabajadores en general, organizaciones partidistas  y todo movimiento  social que respire en el  país,  deberán  en forma conjunta y unida  reiniciar  el camino de rescatar la fe perdida del pueblo Venezolana, la cual “equivocadamente le fue inoculada” ,  por políticos y por modelos políticos que rotundamente fracasaron. Sabemos que ese peregrinar puede ser lento, pero también sabemos que es el más seguro y el menos traumático para la sociedad venezolana  y  con toda fe nos llevará  al rescate de las  instituciones del país, y así, construir  todos juntos ese bienestar económico que hoy día  clamamos y reclamamos los trabajadores. La  misión de todo aquel  que le duela la ignominia a la que han sometido al país,  es la de contribuir a cambiar vía democrática y constitucional, al  actual gobierno social-madurista,  causante en mayo grado  del dolor social que derramamos la totalidad del pueblo venezolano.  “Todos unidos y con la fuerza del pueblo lo lograremos”.

 

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