Hablar de Pedro Bracamonte es para mí transcurrir casi 50 años de recuerdos, de anécdotas, de vivencias. Ya habrá tiempo para escribir de ese tiempo y de esas vivencias. Por ahora, me voy a dedicar, exclusivamente, a comentar, con brevedad dolorosa, los últimos días de mi campaña, recientemente finalizada, el 21 de noviembre.
Como ustedes saben mi comando de campaña estaba integrado por Manuel Rivero, Hernán Arreaza, Leonardo Montilla, José Hernández y Pedro Bracamonte. Decían en las redes que teníamos un súper comando, que había mucha gente involucrada, pero la verdad no es así, éramos solamente 5 los que dirigíamos la campaña y recorrimos todo el Estado; pero, particularmente Pedro, asumió la dirección de todo lo que fue el mensaje, la difusión del mensaje, la construcción de una política comunicacional para diversos sectores de la vida trujillana. Los videos, las fotografías, el diseño de toda la campaña estuvo bajo la responsabilidad de Pedro. Él le dio el colorido, le puso su marca, le dio la alegría y el humor a toda esa campaña. Fue muy intensa. Disfrutamos inmensamente cada momento de esa campaña porque las ocurrencias y las propuestas de Pedro, todos los días y el suministro del material para que Leonardo pudiera construir las notas que luego rodarían en las redes, en los medios, tenían, evidentemente, el sello de Pedrito como le decíamos en el grupo. Nuestras tertulias, nuestros almuerzos, transcurrieron en gratos instantes que por muy afanoso que fuera la jornada, de todo un día de campaña, al final, quedábamos muy satisfechos, muy contentos, muy soñadores. Pedro se subía al arcoiris de los colores de la campaña y desde ahí visualizaba las tormentas, las emboscadas, las miserias. Pero siempre tuvimos claro que haríamos una campaña feliz, alegre, colorida, sin miserias y ese fue el norte de Pedro en esta su última campaña, su última batalla política. Ya el 21, el día de las elecciones, estaba contaminado por el virus y casi todo el equipo igual. Ya no había fuerzas físicas. Sin embargo, se dispuso a dar su última pelea también, junto a sus hijos y no pudo, no pudo.
Solo me queda recordar este instante tan especial de mi vida, el haber tenido un director de campaña electoral del calibre, del talante, de la humildad de mi amigo Pedro. Cómo disfrutamos esta campaña. Puedo decir con absoluta seguridad que vivimos felices intensamente estos días de campaña, durante muchas tardes, mañanas y noches y durante muchos recorridos. Su cámara, su lente, sus ojos, recogieron cada uno de esos instantes, cada uno de esos momentos, de roces con el pueblo, en todos los sectores y caseríos de nuestro querido estado Trujillo. Cuánto lamento esta baja en el equipo, es una sensación de vacío frente a tantos proyectos que tenía mi amigo Pedro, revoloteando en su corazón y en su mente. Muchos proyectos se han truncado. Ahorita tenemos solamente espacio para el recuerdo.
Finalizo estas letras diciendo que las circunstancias de la vida me pusieron en el camino de esta confrontación política y cuanto agradezco a Dios el haber colocado a esta alma buena y generosa a mi lado, para empujar nuestros sueños, nuestras verdades. Definitivamente, la abundancia de felicidad fue enorme, la que vivimos, demasiada felicidad, demasiada alegría, demasiada música buena, demasiados colores, demasiados caminos, demasiado polvo transitado.