Por: Beatriz Rojas / El Carabobeño
Enfermarse en tiempos de pandemia, ya sea por contagio con la COVID-19, o por cualquier otra patología, representa un desgaste económico y físico para cualquier persona y sus familiares en Venezuela.
Y decimos en Venezuela, porque el país está atravesando desde hace tres años por un proceso hiperinflacionarios indetenible, lo cual acentúa cualquier problema que se le presente a un ciudadanos.
Contraer el virus no solo supone el aislamiento y el malestar generalizado del paciente, sino también tratar de conseguir los recursos necesarios para superar la enfermedad, pues los gastos son muchos.
La gran mayoría de las personas no cuenta con suficientes recursos económicos para hacerle frente a la COVID-19, pues si el tratamiento se puede hacer en la casa, eso requiere por lo general que al paciente se le suministre oxígeno, cuyo precio por bombonas es sumamente elevado.
Si se requiere de traslado a un centro de salud, contratar una ambulancia no resulta nada fácil, por la misma situación de los precios.
Por eso se ha vuelto casi común ver en la calle pacientes junto con sus bombonas de oxígeno, trasladándose de un sitio a otro, como se observó en la autopista del Este de Valencia, en el sentido sur-norte.
En la parte de atrás llevaban a un señor conectado a una bombona de oxígeno, que de seguro no tenía para pagar una ambulancia. Simplemente la gente se las ingenia para resolver.
Lo cierto es que los precios del oxígeno no son nada accesible a muchas personas, sobre todo si se requiere el servicio por tiempo prolongado.
La contratación del servicio supone una erogación superior a los 100 dólares, y las recargas oscilan entre 15 y 30 dólares, más el delivery.