El carnaval de Río de Janeiro, no se dejó amedrentar por tempestades, recortes presupuestarios ni olas conservadoras y se mantuvo en su versión 2019 como una explosión de colores, música y alegría, mostrando a la vez su voluntad de recoger el guante de la era Bolsonaro.
Este lunes los cortejos recorrieron 700 metros de la pasarela del Sambódromo, sobre la Avenida Marqués de Sapucaí, rodeado de tribunas en las que caben, y que llenan, 72.000 espectadores.
Los desfiles se abrieron el domingo, después de una lluvia torrencial que retrasó su inicio en casi una hora, y concluirán la madrugada de martes. En dos noches, 14 «escolas de samba» movilizan entre 2.500 y 4.000 personas, con indumentarias y coreografías ensayadas a lo largo del año y seis gigantescos carros alegóricos.