La moneda nacional por segunda vez en 10 años tendrá tres ceros menos. Los expertos en economía advierten que la nueva reconversión solo es una medida del gobierno para tapar la hiperinflación del país, la cual seguirá en aumento si no se toman los correctivos correspondientes para reducirla
El presidente Nicolás Maduro anunció el pasado jueves una nueva reconversión monetaria. El billete venezolano de mayor denominación – a partir del 4 de junio – será el de 500 “Bolívares Soberanos”, pero que en realidad son 500 mil “Bolívares Fuertes” de los de ahora y 500 millones de los de antes de la primera reconversión hecha por el fallecido presidente Chávez en el año 2007. Esto quiere decir que la llamada Revolución Bolivariana le ha quitado ya seis (6) ceros a la moneda nacional, sin ningún efecto sobre la inflación, la cual solo ha suido maquillada con bonitos diseños de nuevos billetes.
La reciente medida fue tomada por el primer mandatario nacional en un escenario muy distinto al de la reconversión que aplicó el fallecido Hugo Chávez en 2007 -que eliminó tres ceros a la moneda – cuando no había hiperinflación, pero sí una inflación alta. En ese entonces, se hizo bajo la promesa de llevar al país a una inflación de un dígito, promesa que no cumplió.
9 años después
Luego de 9 años de la primera reconversión monetaria, la inflación pasó de 31,9% en 2008 a 2.616% en 2017 (cifra de la Asamblea Nacional), por lo que el Gobierno se vio en la necesidad de modificar el cono monetario en 2017 para agregar billetes de Bs 1.000, Bs 2.000, Bs 5.000, Bs 10.000, Bs 20.000 y Bs 100.000 que permitirían hacer frente a los altos precios de los productos.
Los expertos en economía advierten que la nueva reconversión solo es una medida del gobierno para tapar la hiperinflación del país, la cual seguirá en aumento si no se toman los correctivos correspondientes para reducirla.
Vienen posibles prórrogas
“Para el mes de junio vamos a desmonetizar el actual cono monetario por el nuevo cono: el Bolívar Soberano”, dijo el presidente Maduro durante la presentación de la nueva familia de monedas y billetes. Sin embargo, economistas aseguran que esa medida no es factible y se harán prórrogas como ocurre desde diciembre de 2016 con el billete “duro de matar”, el actual de 100 bolívares.
“Si no se pudo retirar del mercado el billete de 100 que era uno solo ¿Se va a retirar todo el cono monetario en dos meses? Eso es imposible”, indicó el economista Jesús Casique.
Crisis de efectivo
En la actualidad Venezuela enfrenta una severa crisis de efectivo, lo que trajo como consecuencia que muchas de las transacciones se hagan con medios electrónicos como puntos de venta o transferencias bancarias. De acuerdo con los economistas, esta situación se debe a que el porcentaje de billetes en circulación es muy bajo, lo que produce su escasez.
Sobre una posible solución a este problema con el nuevo cono monetario, Oliveros y Guerra expusieron que todo dependerá de la cantidad de billetes que el gobierno traiga. Si son pocos, la escasez se mantendrá.
Vivir en la hiperinflación
Para los venezolanos la oscuridad comienza apenas abren los ojos y se preguntan cuánto costarán hoy los bienes y servicios más elementales. Desde 2016, el poder adquisitivo del bolívar se ha desplomado y cada día se presentan nuevos obstáculos a causa del colapso de un modelo económico sustentado en los controles a la actividad privada y un estatismo exagerado. El resultado de ese modelo ha sido la hiperinflación.
La hiperinflación pasó a ser el principal problema del país desde noviembre de 2017, cuando el Índice de Precios al Consumidor, la metodología para medir la variación mensual de precios de bienes y servicios, mostró un alza superior al 50 por ciento con relación al mes anterior, según cálculos de la Asamblea Nacional. Las alarmas se encendieron y de inmediato se puso de moda el nombre de Phillip Cagan, el economista que en los años cincuenta señaló ese porcentaje como el momento en que la hiperinflación se materializa de manera innegable.
El efecto social de este fenómeno es el “sálvese quien pueda” marcado por dos termómetros. Uno es el tipo de cambio, que se dispara de la noche a la mañana. El otro es la búsqueda frenética de alimentos y medicinas, que han empujado a los venezolanos a una sobrevivencia bajo la ley de la selva, una lucha sin reglas, donde “vale todo y nada vale”. Los mensajes en redes sociales del servicio público de medicinas, por ejemplo, sirven para conectar al familiar desesperado de un enfermo con un revendedor de medicamentos que impone un precio exorbitante; el empleado de una industria de alimentos le vende el producto a sus allegados al precio de la calle, el vecino te toca el timbre a las siete de la mañana para darte la noticia de que a tu carro le robaron los dos cauchos traseros, la batería y “le ordeñaron” el aceite, como me pasó esta semana.
Jorge Contreras, un docente jubilado caminaba por el centro de la ciudad de Valera cuando sintió que el frío le recorría su cuerpo. Como paciente diabético, Infante sabe que esa es la señal inequívoca de un bajón de azúcar. En una panadería pidió una barra de chocolate. “De las pequeñas, por favor”, dijo. La vendedora puso el chocolate sobre el mostrador y anunció el precio: 250.000 bolívares. Infante quedó estupefacto. “Me vas a cobrar un cuarto de millón de bolívares por un chocolate”, protestó. “El dólar amaneció en casi 300.000 bolívares. Te estoy cobrando menos de un dólar”, explicó la vendedora.
“Sálvese quien pueda”
Para entender este “sálvese quien pueda”, deben analizarse los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de 2017, un estudio sobre las condiciones de vida en Venezuela que dirigen las tres universidades autónomas más importantes del país. Encovi revela que los venezolanos han perdido en promedio 11 kilos en los últimos dos años, al igual que otros datos aterradores: el 87 por ciento de los venezolanos se encuentra por debajo de la línea de pobreza; 8,2 millones de venezolanos comen dos o menos comidas al día. En Venezuela hay una crisis moral y social en medio del hambre.
Ante el paso arrollador de la hiperinflación nadie quiere tener bolívares, ni en el banco ni debajo del colchón. Apenas reciben el sueldo o la pensión, los venezolanos salen en estampida a los supermercados a comprar comida, aunque no les haga falta en ese momento.
El dólar, la moneda del país que, según Maduro, quiere arrodillar a Venezuela, se ha convertido en el objeto más deseado de los venezolanos y ha pasado a ser el referente de las transacciones entre particulares a través de la calculadora DolarToday.com, que muestra el cambio del día. Las amenazas de penas de cárcel establecidas en las leyes cambiarias para quienes realicen operaciones en moneda extranjera ya no surten ningún efecto.
¿Y cómo queda el Petro?
El Gobierno también intenta subirse al tren con su propia moneda virtual, el Petro. Se trata de la primera criptomoneda emitida por un gobierno en todo el mundo y cuenta con el respaldo de una reserva petrolera que totaliza 5000 millones de barriles.
Con el Petro, el presidente Nicolás Maduro espera evadir las sanciones financieras impuestas por el gobierno de Estados Unidos, pero economistas de tendencias diversas aseguran que el Petro no es otra cosa que una “operación de crédito público”. Es decir, otro mecanismo para endeudarse en una moneda extranjera y que no sacará a Venezuela de la crisis económica. Pero para algunos venezolanos usar dinero virtual podría ser una solución.
El gobierno de Maduro no ha tomado una sola medida para contener la hiperinflación. Todo lo contrario. Sigue financiando el déficit de las cuentas públicas con dinero inorgánico emitido por el Banco Central de Venezuela. Tampoco tiene previsto pactar un programa de ajustes con el demonizado Fondo Monetario Internacional, que pronostica para el país una inflación del 13.000 por ciento con una contracción económica del 15 por ciento.