El 5 de julio de 1811, es una de las fechas principales de nuestra historia republicana que debe ser recordada con cierta hidalguía. Nada más y nada menos que se conmemora la declaración de independencia frente a la Monarquía de España, y es el acto central del proceso político-jurídico de independencia que comienza el 19 de abril de 1810 y cuya primera etapa culmina con la promulgación de la primera Constitución de Venezuela, el 21 de diciembre de 1811.
Uno de sus antecedentes es que el 2 de marzo de 1811 se había instalado el Congreso General de Venezuela, que sería el primer Parlamento que se convoca en nuestra historia republicana.
Ese Congreso General, reunido en la entonces capilla Seminario Santa Rosa de Lima, tendría como misión fundamental la redacción de la Constitución de 1811. Sin embargo, a dos meses de haber comenzado sus funciones, en el ambiente de la República naciente se sentía la necesidad de producir una declaración formal de independencia de la Corona de España, y de alguna forma aclarar así la desvinculación política de los últimos trescientos años. Una vez que en el Congreso se había decidido que había que ir hacia un gobierno republicano, era incompatible con esa decisión no realizar una declaración irrestricta de independencia frente a la Corona.
En las sesiones del 3, 4 y 5 de julio se plantea abiertamente el problema, ya que la declaración de independencia exigía sustentar de modo suficiente las razones por las cuales había que declararse independientes. Por ello, el Acta de Independencia va ser muy bien fundamentado alegando las razones de la declaratoria de independencia.
El primer párrafo del acta precisa:
“En el nombre de Dios Todopoderoso, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación Americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía”. De tal manera, el 5 de julio, en realidad, es una fecha para conmemorar un evento esencialmente civil, como pocos ha habido luego en nuestra historia republicana: ante la situación política derivada de la invasión napoleónica a España, los venezolanos se plantean hasta qué punto es legítimo el sometimiento a esa Corona. El proceso de independencia fue así, en su origen, un planteamiento fundamentado en ideas, y en la preocupación por cuál era el camino legítimo y correcto a seguir como Nación.
El 5 de julio y crisis actual
Venezuela atraviesa una de las más graves crisis de su historia republicana. El panorama que hoy se nos plantea a los venezolanos es el de la entrega del país a una ANC que quiere arrogarse unos poderes soberanos, al margen de la Constitución y de los valores republicanos que, condensados en el Acta de Independencia, deberían ser hoy el ámbito de nuestra vida política. Hoy, desde el Poder, se nos quiere imponer la regresión en todas las conquistas a la libertad que los venezolanos hemos decidido lograr, con avances y retrocesos, desde el 19 de abril de 1810, y muy especialmente desde el 5 de julio de 1811. Por ello, si la celebración del 5 de julio como un acto civil de rebeldía ante el poder es importante hoy es mucho más importante que todos los años anteriores.