352 años de Carvajal | Las fiestas patronales de Carvajal que yo viví | Por: Reinaldo A. Castellanos Crespo

En aquellos tiempos esta arteria vial colapsaba ante la presencia de la gente y vehículos. Foto Luis Huz Ojeda.

Aun cuando las vacaciones escolares, los días de carnaval, semana santa, navidad, año nuevo, eran esperados por todos para disfrutarlos con alegría, pero nada igual a los siete días previos al 24 de octubre, fecha que celebra a -San Rafael Arcángel-, nuestro santo patrono, estos poseían características especiales, eran anhelados con inusitado fervor y regocijo por los niños, jóvenes, adultos y mayores del municipio foráneo San Rafael de Carvajal. Ocho días de fiesta popular ininterrumpidos, que se iniciaban bien temprano con la detonación de bombas y silbadores, seguido del tradicional y diario recorrido de los músicos de la Banda Municipal de Valera montados en la parte trasera de un camión de estacas, iban entonando merengues venezolanos, pasodobles, vals, polkas, imitando a la famosa agrupación musical –Los Antaños del Staduim- por las calles de los poblados de La Cabecera, San Genaro, La Horqueta, Campo Alegre, El Amparo, La Hoyada, La Cejita.

Luego, a media mañana hasta los vecinos San Genaro y Campo Alegre escuchaban el sublime sonar del repique de las campanas de bronce de nuestra santa iglesia católica. –Que hoy no existen, porque desaparecieron sin explicación alguna-. La feligresía y vecinos en general al escucharlos solían decir –Ya dieron el primer campanazo-, al rato señalaban, –Ya sonó el repiqueteó del segundo campanazo- y al tercer campaneo -Comenzó la misa-. A propósito de las venideras fiestas de San Rafael Arcángel, vienen a mi memoria hermosos y mágicos recuerdos, como seguramente les debe suceder a otros coterráneos en edad similar o cercana a la mía.

 

Vivencias

Transcurría el año de 1956, tiempos de orden y respeto, yo apenas andaba frisando los siete años de edad, ya era estudiante de primer grado en La Escuela Nacional Graduada -La Llanada- Número 948, plantada en la localidad del mismo nombre, teniendo como maestra a Doña Livia de Cestary, de quien además también fui su alumno en segundo grado. Ya en el año de 1958 asistía a clases, como alumno de tercer grado en la Escuela María Dolores de Araujo situada unos metros más abajo del populoso sector La Horqueta, como yo vivía en El Filo de Carvajal de lunes a viernes, durante dos turnos, mañana y tarde, iba y regresaba a pie, siempre pasaba por el frente de La Iglesia y La Plaza Bolívar del pueblo.

 

Juegos de envite y azar a granel

Antes las fiestas duraban ocho días, y finalizaban  el 24 Octubre, día del Arcángel San Rafael, nuestro Santo Protector, los días previos a la celebración central, cuando subíamos y bajábamos, podíamos ver frente a la iglesia, alrededor de la plaza Bolívar a algunos propietarios de los juegos de envite y azar, barriendo el espacio concedido por la junta de fiestas para colocar las respectivas mesas a utilizar, otros limpiaban las mesas o estaban instalando los respectivos juegos, por lo general estos señores eran de nacionalidad colombiana y los nativos tachirenses.

Rememoro la primera vez que asistí a esta festividad, jamás había visto cerca, ni lejos esos juegos, quede tan impresionado, tanto que en mi mente todavía permanecen algunos de esos recuerdos, entre estos ver que todas las mesas de juego lucían cubiertas por un toldo de lona para protección del sol y del agua en caso de llover, varias mostraban una especie de mantel elaborado con una tela especial, ilustrado con figuras full color, entre otras las de un ancla, el dado, el trompo, la escalera, el martillo, la estrella, el gallo, el perro, la vaca, el caballo…. al frente estaba instalada una pequeña plataforma circular rotatoria, que el dueño hacia girar velozmente y se iba deteniendo lentamente con la fuerza que sobre esta ejercía una corta paleta sobre unos pasadores empotrados a su alrededor haciendo disminuir su velocidad hasta parar indicando cual había sido la estampa ganadora, de inmediato se procedía a cumplir con el pago del premio, y comenzar de nuevo todo el proceso consistente en permitir a los participantes colocar cierta cantidad de dinero sobre la imagen por el seleccionada para apostar, una vez hecho esto todo el dinero que había sido colocado sobre la mesa era retirado con un objeto similar a un Aragan pequeño. También había otros juegos, uno con el nombre de batea al que unos jugadores le apostaban al topo y otros al pinto. Otro fue el juego de ruleta que consistía en poner a girar la rueda e introducir dos métricas pequeñas, al detenerse estas caían en algunos de los colores que esta poseía. Asimismo, estaba una mesa donde usted apostaba acertar donde estaba el caballo, en este juego se usaban tres cartas de la baraja española, Dos Reinas y el Rey con el Caballo, el mismo consistía en observar a un diestro malabarista haciendo juego de manos con las tres cartas frente los apostadores en mención declamando esta copla. –Concéntrese en el Caballo, si usted observa bien, no hay fallo. Yo doy, barajo, barajo, dígame usted donde está el Caballo-. En la primera, segunda o tercera carta. Otro juego parecido era el de las tres chapitas de refresco y la métrica, que al igual que en las barajas hispanas un experimentado malabarista en un rápido juego de manos ante sus ojos y de los presentes coloca la bolita dentro de una de las tapas las baraja con rapidez y el reto del apostador consistía en acertar en cual chapa estaba la pelotica.

El juego de Ruleta toda una atracción para los visitantes a las fiestas de San Rafael Arcangel.

Los señores dueños de estas mesas de juego usaban una verborrea coplera para llamar la atención de transeúntes y publico presentes, que aprendí de memoria cuando niño y todavía recuerdo. –Santa Bárbara Bendita, hija del padre Milacho, si esta mujer no es casada de donde salió este muchacho- y lo señalaban a uno que hacía rato estaba de mirón pegado a la mesa, lo cual estaba prohibido, pero un de curioso insistía en permanecer lo más cerca posible. Otro verso que exclamaban antes de iniciar una ronda de juego era el siguiente. –Me revuelco, me revuelco, como el cayuco a la arena, como la garza al pescao, como la mujer bonita para el hombre enamorao- y concluía. –No se arrecuesten a la mesa- señalando a los muchachos curiosos. En estos juegos existía la figura del payaso, que ere un personaje ajeno a la comunidad vinculado al propietario de la mesa de juego, que aparecía imprevistamente y se instalaba a jugar cuando más público estaba presente apostando, como cosa curiosa, apostaba a dos o tres figuras distintas y siempre acertaba, esto atraía la atención de los jugadores que de inmediato colocaban su dinero de apuesta en donde lo hacia el payaso, a partir de ese momento el payaso perdía y los otros también, el ganador entonces era el dueño de la masa de jugada. Igualmente se jugaba bingo, cada tabla valía medio, para ganar aplicaban todas las modalidades cruz grande, cruz chiquita, cuatro esquinas, cuatro números, machetiao, cuadrito, apurruñao y el pote, que nadie se lo ganaba. De igual forma a los ojos de propios y visitantes se mostraba un bazar donde con la compra de un ticket usted participaba en un sorteo con la esperanza de ganarse un radio a corriente o de pilas, un juego de ollas de peltre o de aluminio, un juego de cubiertos de plata, una bonita cocina a kerosene de las grandes, pero nadie se los sacaba. De la misma manera estaba el juego de la Argolla o Aldaba de metal, con un real usted participaba adquiriendo simbólicamente cinco de las piezas señaladas para lanzarlas e insertarlas desde una distancia determinada en cualquiera de los muchos frascos contentivos de fino licor expuestos con este fin, destacando entre estos la exhibición colocada al centro de un espacio con una distancia determinada una botella por tipo de Brandy de Jerez, Cardenal Mendoza, Capa Negra, Henessy, Martel o Whiski 12 años Old Park, Buchanan, cada una con un billete de Cien bolívares amarrado en la punta con una liga, las de Ron Pampero, Santa Teresa con un billete de Cincuenta bolívares o Ponche Crema con un billete de Veinte bolívares, las de Cocuy Jirajara, Aguardiente Motatán o Platera con billete de Diez bolívares amarrado en las mismas condiciones que las anteriores todo un atractivo reto pata cualquier jugador, pero era muy difícil incrustar la Argolla o Aldaba en alguna botella, muchos se arriesgaban y apostaban, pero nadie ganaba nada… Del mismo modo, había un juego del tiro al blanco en el que se usaban rifles de aire con munición de corcho, el blanco eran cajetillas de cigarrillos importados Camel, Philip Morris, Lucki Strike, a las que también les amarraban billetes con ligas, sucediendo igual que con el juego anterior, era casi imposible tumbar una, nunca ganaba el apostador.

 

El Periquito de la Suerte

-Aquí está el periquito de la suerte, gritaba su dueño, el que le dice su futuro-. Esta ave era un perico de los llamados –Mangueros-, asombrosamente bien entrenado, que se exhibía parado a la puerta abierta de una jaula, con dos pequeños compartimientos ubicados en su exterior, uno para varones, otro para damas de los cuales, por medio real, el periquito, con su piquito extraía un papelito bien dobladito contentivo de un corto escrito, donde usted podía leer la predicción de su futuro que de acuerdo al sexo de la persona el Periquito en el texto le anunciaba. Si era hombre le podía deparar ser un gran militar, un creativo arquitecto, un buen médico, un gran abogado, un actor de cine, un obispo, un piloto de avión… Si por el contrario era mujer podía estar destinada a ser profesora universitaria, enfermera, aeromoza, cantante, monja, modista… Era impresionante y llamativo ver al Periquito sacar un papelito del compartimiento que el entrenador le indicara, muchos años después, ya siendo estudiante de medicina logre ver nuevamente otra jaula con otro periquito de la suerte en el viejo mercado municipal de Valera. Los jóvenes carvajalenses de ese tiempo iniciamos intentar amaestrar a nuestros loritos mangueros para que hicieran igual tarea que la del periquito de la suerte, pero fue imposible lograrlo. Hasta el sol de hoy no vuelto a ver ningún otro periquito de la suerte haciendo este trabajito.

El Periquito de la suerte te mostraba el futuro por medio.

 

Gastronomía Local

En esos días era algo natural observar como algunas familias vecinas de San Genaro, La Cabecera, El Filo, El Amparo, La Cantarrana, Campo Alegre enviaban a sus hijos mayores a ofertar a viva voz, y vender su producción gastronómica casera destacando las famosas hallaquitas de caraota negra con y sin picante a locha cada una, las hallacas de carne a medio, los bollos pelones, empanadas y pastelitos de papas con arroz y carne, papa con queso, caraotas negras a locha cada unidad, la chica de maíz y la de arroz, el guarapo de panela con limón a locha el vaso, sin faltar la venta clandestina de la cuarterita o el litro completo de Miche Zanjonero de contrabando. Al paso de los años la iglesia católica se pronunció prohibiendo las mesas de juego instaladas frente al templo.

 

Espectáculos Públicos            

Estas como cualquier fiesta de pueblo organizada presentaba entre sus atractivos una diversa y extensa programación para disfrute de grandes y chicos asistentes a la misma, destacando entre sus llamativos espectáculos, la carrera de bicicleta de paseo con un recorrido, un tanto inusual. Salida frente a la plaza Bolívar y la iglesia San Rafael Arcángel, subiendo en línea recta hasta la cabecera de Carvajal dando la vuelta para el retorno en una semblanza de redoma situada al frente de la oficina de la línea de conductores de transporte publico Valera-Carvajal, bajando hasta Campo Alegre con cruzamiento en la redoma del sector el limón con destino a El Amparo cruzando en la esquina de la farmacia de Atilio Valero y continuar bajando hasta la plaza Colon con giro de regreso en la misma para nuevamente subir hasta La Cabecera y volver a cumplir este trayecto en seis ocasiones continuas hasta finalizar en el mismo lugar de partida. Quien comandaba el pelotón de ciclistas y a su vez lo guiaba vestido en traje de campaña, montado en su Harley Davison era el buen amigo Pedro Borjas padre, quien para ese entonces ya era fiscal de tránsito, verlo en acción era todo un espectáculo. La primera de estas competencias fue ganada por un coterráneo del Filo de Carvajal de nombre Jesús Briceño apodado por nosotros como Caracas, otros le decían el lechero porque vendía leche en pipotes montados en una bicicleta de reparto, con incursión en el ciclismo de paseo como novato. Otra seducción eran las carreras de burros donde algunos dueños de estos animales diestros montándolos y otros a quienes le eran emprestados hacían las veces de Jockey en este tipo de competición. En esa época Fiesta de San Rafael Arcángel en Carvajal, sin palo y cochino encebado no era fiesta. Había las célebres carreras de saco enmochilado. La competencia o carrera del huevo en cuchara.

 

Toro suelto                      

En ese entonces imitando las centenarias y tradicionales tardes de toros de Sevilla-España, adecuadas a nuestra idiosincrasia un día antes a la faena, era cercada y asegurada con guadas o bambú la cuadra de la calle elegida para desarrollar el esperado encuentro taurino donde se soltaba un toro enfurecido con un billete de cien bolívares en cada cacho, donados por el difunto Cruz Monsalve, muchos fueron los atrevidos que arriesgaron la vida para obtener esa plata, pocos fueron los elegidos, los más todavía recuerdan y hasta muestran cicatrices de las revolcadas propinadas por el toro en sus intentos fallidos por tener en sus manos un billete de cien bolívares.

 

Eloy Salas Torero

Por varios años se hizo costumbre después del lance del toro suelto ver al día siguiente en esa misma arena, al Campeón Nacional Boxeo, peso Pluma Eloy Salas cumpliendo una faceta poco conocida y difundida de su vida, la de lidiador de toros que exitosamente practicó por varios años durante la Fiesta de San Rafael Arcángel en Carvajal, al comienzo de la tarde del encierro la banda musical del concejo municipal de Valera dejaba escuchar el compás de pasodobles de la época, seguidamente dándole más colorido al espectáculo hacia su aparición elegantemente vestido con su traje de luces, capote espada en mano, para enfrentar el toro y dar comienzo a la fiesta brava, el torero estrella Eloy El Hueso Salas, su banderillero y respectivo sequito, que para calmar los nervios, horas antes de la lidia habían calentado los motores, en la Bodega y Cervecería –La Popular- propiedad del recordado amigo Vicente Juárez, unos con Whiski, otros consumiendo ron o cerveza. Una vez en el ruedo con sus pases o cuando sacaba una verónica al toro, al unísono, el público presente gritaba Ole, Ole, Ole Mataor, a esta estrella de las lidias. También salían espontáneos locales entre los que recuerdo a Ernesto Perro Lobo Barrios, Jacobo Toto Gómez, Pablo Anaya Paredes, Keko Carne Vieja Calderón y otros que involuntariamente escapan a mi memoria les pido disculpas.

Aun retumban los gritos de niños y adultos cuan empezaban a girar y sobrevolar las sillas voladoras.

El Carrusel y Los Bailes           

El primer carrusel que vino a la fiesta dé Carvajal fue uno de Trujillo propiedad del Chato que solo trajo en esa ocasión el viaje a la luna, esto les resulto rentable y después además del viaje a la luna en los años subsiguientes transportaron hasta acá pista de carritos chocones, caballitos, sillas voladoras, la montaña rusa, aviones… con la finalidad de alegrar adultos y niños. Sin faltar los quioscos para la venta de la refrescante cerveza bien fría y la caseta con pista de baile que era amenizado por prestigiosos conjuntos y orquestas profesionales, donde había que comprar tarjeta para poder entrar a la misma y adquirir la comida y bebidas a consumir en su interior.

El 24 de octubre

Ese era el día central de la fiesta, siendo normal, toparse durante la celebración de la santa misa, en las calles durante el trayecto de la peregrinación con rostros de gente conocida que antes vivió en Carvajal y al momento habitaban en territorios circunvecinos, o venidos de otras partes fronterizas luciendo igual que los locales los estrenos comprados para esa fecha. Al momento de partir la procesión los músicos de la banda municipal de Valera se colocaban detrás de la imagen armonizando el recorrido previsto a cumplir, con música sacra acompañada de la detonación de bombas, cohetes, recamaras, voladores. Al retorno, ya para despedirse a punto de ingresar nuevamente el patrono a su morada, en la plaza Bolívar se desarrollaba la quema de pólvora y encendido del pirotécnico arbolito multicolor, del que al final salía la estampa de San Rafael Arcángel en una litografía a todo color que los presentes se peleaban por conseguir para atesorar como reliquia.

Estas fiestas eran una oportunidad para los músicos populares mostrar su calidad y talento artístico, durante toda la semana, a primeras horas del día comenzaban a llegar estos virtuosos de las cuerdas y la percusión provenientes de sus lugares de origen El Alto de la Cruz, Las Lomas de San Isidro y San Rafael, Santiago, San Lázaro, El Algarrobo, Las Aguaditas, El Amarillo, Melendres, Santa Rita, San Pablo de Jiménez… portando sus harmoniosos instrumentos, cuatro, bandolina, guitarra, violín, maracas… un espectáculo único y sin igual, que hoy solo vive en la memoria de viejas generaciones de carvajalenses que lo vivieron.

 

Honor a quien lo merece

Quiero reconocer públicamente la mística y esfuerzos llevados a la práctica por algunos de los presidentes de las fiestas patronales homenaje a San Rafael Arcángel celebradas por aquellos años de mi infancia y juventud en Carvajal, sin tomar en consideración el orden de sus gestiones sus nombres y apellidos todavía los recuerdo. Arturo Briceño, Benito Ruiz, Cesar García, Juan Martínez, Pedro Barrios, Rafael Benito Perdomo, Rafael –El Loco Rafaelon- González, Ramón Mendoza, Roberto –Caldo e Gallo- Simancas, Salvador Quintero, Vicente Juárez,

De igual manera a presbíteros que marcaron huella durante su estancia en mi bendecido pueblo. Alfonso Yamitu, Trino Araujo, Salomón Paulini, Esteban Zabho, Eladio Álvarez, Teodomiro González, sobresaliendo entre todo el nombre del padre Francisco Viloria, con este humilde aporte histórico quiero contribuir a la preservación de la memoria de mi querida matria.

Esta vieja casona representa lo pasado en el presente. Foto Luis Huz Ojeda.

Compilación: Luis Huz Ojeda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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