Reina J. Cegarra S. *
Dos actos políticos y humanitarios de inconmensurable envergadura, suscitados en la ciudad de Trujillo de Venezuela, proyectados hacia el mundo, registrados en los anales de la historia del continente americano, como los inmortales “Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra”, acaecidos en los días 25,26,27 de noviembre de 1820, cuando España y Colombia enfrentados en una guerra fratricida, pulseaban el poder político y militar, representados en la contienda por el General en Jefe del Ejército Expedicionario de Costa Firme Don Pablo Morillo, Conde Cartagena, y el Excelentísimo Señor Presidente de Colombia, General Simón Bolívar.
Ambos eventos marcaron el inicio del Derecho de Gentes, hoy Derecho Internacional Humanitario, rama del Derecho Internacional Público, que busca atenuar y limitar los efectos de los conflictos armados; destacando de manera especial que el más importante y luminoso antecedente del Derecho Internacional Humanitario, está presente en los precitados tratados, por ser primeros en su género en el occidente, para ¡orgullo de Trujillo y Venezuela en sus 200 años!
LA ÉPICA
El año 1820 tiene una significación muy especial tanto para España como para Hispanoamérica; a tal efecto todo se inició el 1ero. De enero de 1820 en el sur de España, con el alzamiento del recién creado ejército expedicionario, para culminar en la última semana de noviembre con los Tratados y el Abrazo de Bolívar y Morillo en la población de Santa Ana.
Ahora bien, para tratar de salvar al imperio español, moribundo en Hispanoamérica, Fernando VII se dedicó a organizar durante 1819 y 1820, un poderoso ejército de 20.000 hombres, al mando del General Félix María Calleja del Rey, con la misión de someter las provincias de ultramar de mayor importancia, como eran Venezuela y Río de La Plata, pero… la cosa le salió mal al monarca, porque los oficiales Rafael Del Riego y Antonio Quiroga, se le rebelaron, tomaron el mando militar, cambiando totalmente el escenario político de la madre patria. El movimiento se extendió por toda la península, proclamaron la vieja Constitución de Cádiz de 1812, que el Rey se vio obligado a jurar, los rebeldes Riego y Quiroga, fueron ascendidos a Mariscales de Campo y Calleja del Rey no participó en el barullo.
EJÉRCITO DESGASTADO
Mientras tanto en Venezuela, entre enero y noviembre no se dio ninguna batalla, solo combates, escaramuzas, toda vez que los ejércitos de ambos bandos, estaban muy debilitados por las luchas desarrolladas desde 1810, donde se batieron con furor, arrojo, valentía, ejecutando espantosos excesos, y por mas que se implorara el cese de la guerra a muerte la matanza y el horror continuaban, por lo cual era necesaria una tregua, para humanizar la atroz contienda, y dada la situación del gobierno español en la península, requería la concertación de cualquier arreglo; toda vez que como resultado normal por la guerra, y el pésimo gobierno de Fernando VII, las arcas fiscales estaban exhaustas y para mayor mal, con un incipiente crédito público, razones que les impedía sostener a las tropas destacadas en América.
Ante tan oscuro panorama, Morillo, el General español contempla a su ejército desertando, desarticulado, abandonado desde España a su suerte, sin equipos renovados, sin suficiente abastecimiento y el presupuesto regular insuficiente para sufragar necesidades elementales. Recibe las instrucciones impartidas por Fernando VII el 6 de junio de 1820, para abrir las negociaciones con los patriotas, y después del cruce de correspondencia entre las partes, de conversaciones con representantes de ambos ejércitos, se plantea la posibilidad de suspender las hostilidades y la suscripción de documentos que así lo expresen.
Bolívar con sus botas bien calzadas, conocía perfectamente la situación del ejército realista, lo que le permitía estimar las razones de estrategia que circunstancialmente existían, para que desde la capital del reino, se ordenara proponer y decidir “un armisticio”; así como calcular las ventajas que la suspensión de hostilidades pudieran generarse a favor de la causa americana.
El Libertador se hallaba en San Cristóbal, en su estrategia se mueve a Mérida, que estaba bajo mando realista, toma la ciudad, nombra autoridad patriota y prosigue a Trujillo, procediendo a nombrar a sus comisionados.
COMISIONADOS POR COLOMBIA
- General de Brigada Antonio José de Sucre, designado para presidir la terna de oficiales patriotas, como diplomático se lució, artífice de la regularización de la guerra, que lo catapultó a ser pionero de los derechos humanos.
- Teniente Coronel José Gabriel Pérez, oficial de confianza del Libertador, fue su secretario en diversas oportunidades.
- Coronel Pedro Briceño Méndez, abogado, diplomático, escritor, y hombre de plena confianza del General Bolívar.
COMISIONADOS POR ESPAÑA
Por su parte el General Pablo Morillo elige a su terna, integrada por:
- Coronel Ramón Correa, político, Caballero de la Orden de Santiago, Diputado en el Cabildo de Maracaibo, Capitán General interino.
- Francisco González de Linares, acaudalado comerciante y político español, llega a Venezuela a comienzos del siglo XIX
- Juan Rodríguez del Toro, hacendado y político caraqueño, Alcalde de Caracas.
REGULANDO LA GUERRA
La idea de la regularización de la guerra surgió de Bolívar, quien en una carta a Morillo le pidió, que autorizase a sus comisionados para concluir “con el gobierno de la república, un tratado verdaderamente santo, que regularice la guerra de horrores y crímenes que ha inundado de lágrimas y sangre a Colombia, y sea un monumento entre las naciones más cultas de civilización, libertad y filantropía”… Morillo acogió la idea y los comisionados la incluyeron en su proyecto.
El 26 de noviembre de 1820, el General Sucre presidiendo la terna de los comisionados republicanos, presentan el proyecto del Tratado de Regularización de la Guerra, fue acogido en un acto pleno de humanidad y bizarría, inspirado en los más altos nobles sentimientos de los ilustres varones que lo suscribieron, para llevar y elevar la contienda a mejores términos para gloria de España y América.
El glorioso tratado obliga a los estados signatarios a combatir como pueblos civilizados; a evitar el exterminio; el respeto a los prisioneros de guerra; asistencia médica a los enfermos y heridos; honrosa sepultura a los muertos; la comunicación libre y abierta entre los respectivos territorios para la provisión de todo género de subsistencia y mercancías; respeto a la opinión de los habitantes de los pueblos ocupados.
Es la normativa sagrada que sustenta y cimenta los derechos humanos en el mundo, constituyen por excelencia la sabia y esencia del Derecho Internacional Humanitario, en permanente observación y aplicación por las naciones democráticas; sólo las dictaduras con sus sistemas totalitarios cargadas de odio, de horror, ignoran el derecho de gentes, por cuanto la vida para esos regímenes carece de valor, rasgándose las vestiduras con argumentos miserables, individualistas, populistas y demagogos.
El Tratado de Regularización de la Guerra, es digno del alma del General Sucre, desnuda las virtudes que alimentaron y dieron luminosidad al espíritu del vencedor de Ayacucho, y como bien se ha dicho, “Este Tratado será eterno como el más bello monumento de piedad aplicado a la guerra”.
La Semana incluyó una serie de eventos dispuestos y estrictamente ejecutados por ambas delegaciones, según el programa siguiente:
RUMBO AL ABRAZO
Firmados los Tratados el jefe español quiso una entrevista con el Libertador, jefe de la causa libertaria americana, para promover un encuentro muy personal, activo, directo, amistoso, íntimo para tratar la situación política, militar que se vivía. Morillo iba para ultimar de manera satisfactoria el contenido de las categóricas instrucciones recibidas de su Rey; Bolívar concurría para cumplir otro acto triunfal en pos de la libertad, y lo más importante para ese momento el relativo al reconocimiento del nuevo Estado y de su Gobierno.
El Presidente de Colombia acepta la entrevista y el 27 de noviembre a primera hora ordena el viaje, jefes, oficiales y peones, aperos y caballos, los baúles del Jefe Libertador, y la larga fila comienza el viaje para llegar a Santa Ana.
Morillo había llegado temprano de Carache con su séquito, ordenó retirar los húsares, colocándose en un sitio que le permitiera avistar la llegada del Libertador y su comitiva, los Jefes avanzan, Morillo se baja de su corcel, Bolívar de su noble mula, fundiéndose los Titanes en el estrecho y cordial abrazo, que la historia recoge como “El Abrazo de Bolívar y Morillo”. Es importante destacar que durante ese día, se cumplieron tres importantes actos:
- 1.- La ratificación del Tratado de Regularización de la Guerra por Morillo y canje de los ejemplares.
- 2.- La materia política de fondo a ser tratada por los Jefes, donde Bolívar tenía que convencer al Conde de Cartagena, de que así como el Fernando VII ahora limitaba su actuación, conforme al mérito y alcance de los dispositivos liberales de la Constitución de Cádiz; la Gran Colombia se había trazado una plataforma orgánica de principios morales y políticos, los cuales debían de ser inalterablemente cumplidos, no solo en razón del convencimiento que se tenía, sobre la conveniencia y bondad de los mismos, sino también en base al mérito de juramentos reiterados de defender la revolución hasta las últimas consecuencias.
- 3.- El aspecto social cumplido en el banquete, ofrecido por el Conde de Cartagena en honor del Presidente de Colombia.
MONUMENTO A LA POSTERIDAD
Fue el General Pablo Morillo quien propuso la idea de erigir un monumento donde se levantara una pirámide, fuesen grabados los nombres de los comisionados de Colombia y España, como fieles concluyentes de los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra entre dos pueblos; que la primera piedra fuese conducida por el Presidente de Colombia y por el mismo Conde Cartagena, por haber emitido y ratificado tan valioso compromiso cargado de generosidad y filantropía; el Libertador complacido adoptó la idea y así lo hicieron, quedando grabadas las acciones de estos valientes y nobles varones en el monumento, en la memoria de los pueblos, y en los anales de la historia del continente americano hasta el final de los tiempos.
BRINDIS Y BANQUETE
Don Pablo Morillo también Marqués de la Puerta, en honor del Presidente de Colombia, ordenó preparar un banquete, todos ocurrieron oportunamente, donde se sucedieron discursos y proposiciones, expresiones jubilosas de imaginación y esperanza. En medio del festín se pudo contemplar el poder de la justicia, la eficacia y el valor de la constancia y lo más importante el triunfo de la libertad, donde el Libertador con su extraordinario verbo y lucidez de su espíritu, mantuvo hechizados a Morillo, su gente, y a todos, cuando en la mesa discurrió:
“A la heroica firmeza de los combatientes de uno y otro ejército; a la constancia, sufrimientos y valor sin ejemplo; a los hombres dignos, que a través de males horrorosos, sostienen y defienden la libertad; a los que han muerto gloriosamente en defensa de su patria o de su gobierno; a los heridos de ambos ejércitos que han mostrado su intrepidez, su dignidad y su carácter”… cerrados aplausos recibió el hombre grande de América; Morillo y La Torre quedaron extasiados, el orador aún de pié, expresó.”Odio eterno a los que desean sangre y la derramen injustamente”. Y Morillo expresó: “Castigue el cielo a los que no están animados a los mismos sentimientos de paz y de amistad que nosotros”.
Reporta la crónica que la celebración se extendió durante la noche, y que los titanes en medio de la euforia colectiva, se subieron sobre la mesa a brindar por la paz y los valientes de ambos ejércitos, escuchándose los ¡vivas por Bolívar! y ¡ vivas por Morillo!.
LA DESPEDIDA
En la mañana de ese 28 de noviembre los Generales se dirigieron nuevamente al lugar del abrazo, se reiteran las promesas y sentimientos de cordialidad, se estrechan nuevamente y gozosos se separan para no volverse a ver… pero Clío, la Diosa de la Historia los mantiene unidos y preservados en el Olimpo de los Grandes hasta el final de los tiempos, como protagonistas del Acto Diplomático de todos los tiempos en nuestra América morena.
*Periodista/ Miembro Correspondiente del Centro de Historia del estado Trujillo