Por primera vez en la historia este inédito 1º de mayo en las principales ciudades y metrópolis del planeta estuvieron ausentes las tradicionales marchas y concentraciones en el marco de la celebración del “Día Internacional del Trabajador” como consecuencia de la pandemia mundial de Coronavirus que mantiene en cuarentena, confinamiento y/o aislamiento domiciliario a gran parte de la humanidad.
Pese a ello, sería imperdonable que tan importante fecha, especialmente en Venezuela, pasara desapercibida o por debajo de la mesa, todo lo contrario, en ese ambiente familiar de mas preocupación que tranquilidad que es el hogar, debería ser aprovechada además de compartir con sus miembros, amigos y vecinos para reflexionar, y sin conformismo, negativismo, fanatismo, tinte político e ideológico, evaluar, hacer un balance, hacerse de un criterio propio sobre la clase trabajadora y su papel en democracia versus socialismo del siglo XXI.
Haciendo hincapié en la actual situación laboral, fuentes de trabajo, la atención integral al trabajador por parte del patrono, la protección social del Estado, libertad sindical y liderazgo, aplicando una dosis de memoria histórica y perspectivas, con énfasis en el liderazgo que ha servido a innumerables dirigentes como bandera para ser electos y ejercer cargos de representación popular, excepcional y desgraciadamente, incluso hasta presidentes de la República, buenos y malos ejemplos.
Lech Walesa un ejemplo a seguir
De los primeros destacan incomparables hombres como Lech Walesa, técnico electricista, líder sindical y presidente de su país Polonia en el periodo 1990 – 1995. Durante su gestión, cambió completamente, de un régimen comunista bajo la influencia de la Unión Soviética a un país capitalista con una economía de libre mercado de rápido crecimiento y un régimen político con un sistema multipartidista. De allí, considerado un ejemplo a seguir y fuente de inspiración en lo sindical y político.
Maduro enemigo de los trabajadores
Ojo, no solo por ser el mayor responsable de la grave crisis económica, social, política, moral y ética jamás padecida por el pueblo venezolano, que es mucho decir, sino por haber condenado a los trabajadores y a su familia a vivir en pobreza extrema, hambre y miseria como consecuencia de la enfermiza insistencia, continuación y profundización en la aplicación de un modelo político y económico que ha destruido por completo lo más sagrado e innegociable que posee cualquier trabajador, su sueldo o salario, que le permita tener poder adquisitivo.
Masa laboral frustrada
El arrepentimiento y frustración de la masa laboral es generalizada, ya que creyeron ciegamente en un proyecto socialista y confiaron nada más y nada menos en alguien de su clase y el solo hecho de tener un presidente de su clase “obrero de pura cepa” debería ser suficiente para que por lo menos los sueldos y salarios fueran los mejores del mundo.
Punto de honor que sigue siendo la razon de la eterna y universal lucha que durante toda su historia ha librado y seguirá librando el genuino liderazgo sindical junto a los trabajadores y que rememoran cada 1º de mayo “Día Internacional del Trabajador”. Pero, con un presidente obrero es para que en Venezuela existiera plena libertad sindical y cero dirigentes sindicales presos por su lucha en defensa de los derechos laborales, y no lo contrario, como el caso, del dirigente siderúrgico Rubén González.
Destrucción del poder adquisitivo
Lo demás – que bien vale la pena estar recordando – que ha contribuido a la destrucción del poder adquisitivo y la calidad de vida de la clase obrera y su familia durante la gestión del “presidente obrero” es inocultable. A la vista está la elevada inestabilidad laboral y exponencial desempleo por el cierre, asalto y expropiación de empresas; paupérrimas prestaciones sociales; inseguridad social; obsoletos contratos colectivos; pobres jubilaciones, entre otras deficiencias que se ha convertido en caldo de cultivo para lo que luce indetenible, una rebelión laboral popular.
El resto de la población y demás sectores de la sociedad, gremios profesionales, empresarios, medios de comunicación, movimiento estudiantil, organizaciones políticas, confían en que los trabajadores han tomado conciencia de esta amarga experiencia y lo caro que estan pagando el imperdonable error histórico de haber apoyado en su momento política y electoralmente tanto a Chávez como a su sucesor y presidente “antiobrero” Nicolás Maduro.
Reivindicación obligada
Sabe también el país, y así se manifiesta en el quehacer diario, que los trabajadores estan claros que lamentarse no es la solución, y más que preocuparse lo inteligente es ocuparse. La clase trabajadora está obligada a reivindicarse y enmendar ese terrible error que ha costado más de 40 años de progreso y democracia plena. Estan llamados junto al resto de la sociedad a retomar con fuerza, sin miedo y determinación la presión popular como instrumento constitucional de lucha para liberar a Venezuela de esta tragedia que representa Nicolás Maduro.
Nicolás no da la cara
El presidente “antiobrero”, declarado enemigo de la clase trabajadora, quien cada día demuestra mas su carencia de liderazgo y apoyo popular, hasta el punto de negarse a dar la cara – lo que no hace un verdadero estadista – cuando por vergüenza algo de interés nacional como es el anuncio del aumento de sueldos y salarios sin importar qué porcentaje en un acto de cobardía lo delega y da conocer sorpresivamente por las redes sociales procedimiento que ha sido catalogado de irresponsable y vergonzoso.