Zanjón del Tigre: vertiente donde se hallan recuerdos de lo rural y urbano

Valera vivida, leída, escuchada y soñada (21)

El famoso “Zanjón del Tigre” tiene una historia fascinante que ha dado y sigue dando para documentar sobre lo que ha sido y significado para la ciudad de Valera.

Hay diversas opiniones sobre el zanjón que han sido bien ilustradas y narradas, pero según lo afirma don Luis González, de los escritos más desarrollados y profundos son los que dejaron plasmados el cronista Alberto La Riva Vale, en Valera del año 1957, y el profesor Eudomario Rangel, en su libro “Valera, la de las Siete Colinas” editado en 2005. “La Riva Vale desarrolló el tema con mucha precisión. El profesor Eudomario lo resume muy bien. Yo he realizado varios textos sobre el zanjón, uno está en el libro “Valera, La Ceiba y la globalización”. Por recomendación de Don Luis nos hemos basado en esos textos para reflejar el significado y aporte histórico del “Zanjón del Tigre” en el cual se hallan sepultados bajo el cemento y asfalto los más profundos recuerdos de lo que ha sido la Valera rural y urbana.

“Chico, tenemos que hablar de esas historias que no pueden seguir sumergidas en un profundo y eterno olvido. Las nuevas generaciones de valeranos no saben de dónde vienen, ni quienes fueron sus antecesores y los hombres y mujeres que forjaron el poblado que luego lo convirtieron en ciudad, eso es lamentable y muy triste”, replicó don Luis (entrevista noviembre 2018).

Gran parte del zanjón que está cubierto por cemento y asfalto, se inicia por La Esperanza en Las Acacias, al oeste en el sector “Contrafuego”, San José. Santo Domingo, bajando se puede observar en el puente que une la entrada de “Caja de Agua” y la avenida Bolívar, al lado de la Clínica UGA; una cuadra más adentro se enlaza donde está la sede del Teatro Nacional Juvenil, sigue su recorrido hacia la venta de hielo El Toro, antes Orange Crush, y aparece de nuevo en una hondonada frente al puente de abastos La Democracia (Parada de Sabana Libre) y se enfila en línea recta hacia lo que era el centro comercial La Quemazón, rumbo al noroeste; atraviesa el centro comercial Edivica , luego en línea recta hasta la estación de servicio El Bolo, Supermercado Caracas. Su curso baja entre el Cuerpo de Bomberos y la escuela San Vicente de Paúl y surge de nuevo en la hondonada entre Comercial Tornillos Julio y desemboca al Zanjón Grande o Zanjón Padre. Según lo editado por Rangel, sirve de límite entre La Marchantica, Plata II y Plata III, para llegar a la desembocadura del río Motatán por detrás de la urbanización San Rafael.

Versiones

 

Este zanjón que dividió a la ciudad de Sur a Norte, según versión de Alberto La Riva Vale, fue una obra artificial que se hizo en tiempos remotos, con el propósito de conducir las aguas del río Momboy como de riegos a las haciendas del sector, en especial a “La Plata”.
Eudomario Rangel era de otra corriente y llegó a señalar que, El Zanjón del Tigre no fue una creación del hombre, su tesis se basaba: “en la exagerada extensión en largo y ancho y por la profundidad. Se puede inferir entonces que esa abertura geográfica pudo haber sido efectos de un sismo; por otra parte es el caso que para entonces Valera no tenía suficientes habitantes como para emprender ese obra”.


Se une Valera

 

Para el año 1907 se habría culminado el puente 23 de Mayo, el cual estuvo situado en la calle 12, que para la época era denominada como la “Calle Torres”, versión en la cual coinciden los cronistas, José Rosario y Pedro Bracamonte.
El puente fue de ladrillo, levantado sobre sólidas bases, financiado por la municipalidad y construido bajo la supervisión de una junta de fomento integrada por los generales Juan Ignacio Montilla, Camilo Vetancourt, Dr. Febres Cordero, Emilio Spinetti y Abrahán Celis.
En el “Zanjón del Tigre” comenzaba el Llano de San Pedro hasta el cerro La Pollera, y el mismo estuvo cubierto de vegetación baja donde los lugareños pequeños tenían huertos agrícolas y recogían chamiza que llevaban a sus casas para utilizarlas como combustibles, según la redacción de Alberto La Riva Vale.
“Pero antes de todo eso, la Valera de 1891 desde el punto de vista de su urbanismo, era una especie de rectángulo, cuyo mayor lado, de norte a sur, lo constituía lo que es hoy la avenida 9, pues al este quedaban los bosques del Llano de San Pedro, separado del pequeño poblado por el Zanjón del Tigre, cuyas calles principales eran “Libertad” y “Las Artes”. Ya para ese año la municipalidad, tomando en cuenta el desarrollo de la urbe, adquiere dicho llano para que se construyeran nuevas viviendas por la suma de cinco pesos cuya propiedad pertenecían a doña Victoria Carrasquero de Briceño, viuda de don Juan Pablo Briceño. Se ha dicho que la posesión fue donada por la viuda y sus hijos, pero para salvar ciertos trámites legales, se elaboró un documento de aparente venta por la suma citada. Ese llano fue parcelado por el general Juan Ignacio Montilla, presidente de la municipalidad y cedido en gratitud a los vecinos pobres”, afirma con documentación en mano don Luis González.

 

Uno de puentes que lo cruza, entre la iglesia El Carmen y los Bomberos

Identidad e historia

La historia de este zanjón tiene mucho que decir, es muy rica, nos hace pasearnos por toda aquella Valera insipiente y que comenzaba a poblarse. Desde la época de la repartición de tierras de la hacienda Santa Rita, de doña Mercedes Díaz y sus herederos: El Zanjón del Tigre es un trozo de riqueza de la identidad historia del valerano.

 

Repensar a
Valera es…

…Saber que, son muchas las tesis, pero lo cierto del caso sea cual sea su génesis, aunque el Zanjón del Tigre esté sumergido entre asfalto y enormes contracciones de cemento, su caudal está ahí latente a la buena de Dios, sin tratamiento, cuido, atención y mucho menos se han tomado previsiones pensando en que pueda suceder algún fenómeno natural. Es un riesgo latente. EHG.

Sus caminos guardan mucho de la Valera del pasado. EHG.
Salir de la versión móvil