Tokio, 8 ago (EFE).- El nadador estadounidense Caeleb Dressel, ganador de cinco medallas de oro, o la atleta jamaicana Eline Thompson, que dominó con puño de hierro las pruebas de velocidad, fueron dos de los grandes protagonistas de los Juegos Olímpicos de Tokio.
Pero Dressel y Thompson no fueron los únicos nombres propios de unos Juegos que las gestas de estos deportistas impedirán que sean sólo recordados como los Juegos del COVID.
– Caeleb Dressel (Estados Unidos, natación)
Pese a no lograr las seis medallas de oro que se había propuesto ganar en la capital japonesa, el estadounidense Caeleb Dressel se coronó como «rey» no sólo de la natación, sino de los Juegos de Tokio con las cinco veces que subió a lo más alto del podio.
A Dressel, que estableció además un nuevo récord del mundo en los 100 mariposa, únicamente se le escapó la victoria en la final del relevo 4×100 estilos mixto, una prueba en ni la sensacional posta final del de Florida pudo impedir la derrota del equipo norteamericano.
– Elaine Thompson (Jamaica, atletismo)
Si Caeleb Dressel puede reclamar la corona de «rey» de los Juegos de Tokio la de «reina» sólo tiene una posible candidata la jamaicana Elaine Thompson tras proclamarse campeona de los 100 y 200 metros lisos, así como de la de relevo 4×100.
Una gesta que hasta ahora tan sólo había logrado la estadounidense Florence Griffith en los Juegos de Seúl 1988 y de la que la propia Elaine Thompson se quedó a las puertas hace cinco años en Río, tras lograr el oro en los 100 y los 200 y la plata en el relevo 4×100.
– Marcell Jacobs (Italia, atletismo)
El atleta italiano Marcell Jacobs protagonizó la gran sorpresa de los Juegos tras convertirse en el sucesor del legendario Usain Bolt como campeón olímpico de los 100 metros lisos.
Pese a que Jacobs, de padre estadounidense y madre italiana, firmó la tercera mejor marca de las semifinales, nadie contaba con el transalpino, que no desaprovechó su condición de tapado para alzarse con el triunfo con nuevo récord de Europa -9.80- incluido.
– Yulimar Rojas (Venezuela, atletismo)
La saltadora venezolana Yulimar Rojas acaparó todos los focos en el estadio olímpico con el espectacular récord del mundo -15.67 metros- con el que se proclamó nueva campeona olímpica de triple salto.
Un sensacional salto que permitió a Rojas, que entrena en Guadalajara bajo la supervisión del cubano Iván Pedroso, superar en 17 centímetros la anterior plusmarca universal el posesión de la ucraniana Inessa Kravets desde el ya lejano 1995.
– Emma McKeown (Australia, natación)
La nadadora australiana Emma McKeon se despidió de la capital japonesa como la deportista más laureada de los Juegos de Tokio, tras colgarse un total de siete medallas, cuatro de ellas de oro.
McKeon, que no dio opción a sus rivales en las pruebas de velocidad, tras imponerse con nuevo récord olímpico en los 50 y 100 libre, lideró a un formidable grupo de nadadoras australianas
– Mijaín López (Cuba, lucha)
El cubano Mijaín López se convirtió en el primer hombre en la historia de la lucha grecorromana en encadenar cuatro oros consecutivos, tras revalidar en Tokio el título de campeón olímpico de la máxima categoría que lleva su nombre desde Pekín 2008.
A sus 38 años, el «niño» Mijaín igualó, tras imponerse en la final por un claro 5-0 al georgiano Iakobi Kajaia, a la luchadora japonesa Kaori Icho, la única que poseía hasta ahora cuatro oros, tras subir a lo más alto del podio en la categoría de -63 kilos en Atenas, Pekín, Londres y Río 2016.
– Simone Biles (Estados Unidos, gimnasia)
La gimnasta estadounidense no logró, como era su objetivo revalidar el oro que conquistó en el concurso completo hace cinco años en Río, sin embargo, logró un triunfo mayor, visibilizar los problemas mentales que sufren muchos deportistas de elite a causa de la presión generada por la obligación de ganar.
Tras liderar la clasificatoria de la categoría individual y participar en tan sólo un aparato de la final por equipos, Biles abandonó la competición por sorpresa alegando «problemas de salud» de carácter emocional, lo que no impidió a Biles regresar día mas tarde a la competición para colgarse el bronce en la final de barra.
– Uta e Hifumi Abe (Japón, judo)
Los hermanos Uta e Hifumi Abe se ganaron el corazón y la admiración de todos los aficionados locales, tras coronarse en el mismo día y con apenas unos minutos de diferencia campeones olímpicos de judo.
Si primero Uta, la hermana pequeña derrotó a la francesa Amandine Buchard en la final de la categoría de -52 kilos, unos minutos después su hermano Hifumi venció al Vazha Margvelashvili en la de -66, repitiendo la gesta que los hermano Abe lograron en los Mundiales de Bakú 2018 coronándose igualmente campeones del mundo el mismo día.
– Krystina Tsimanouskaya (Bielorrusia, atletismo)
Cuando Krystina Tsimanouskaya compitió sin éxito en las series clasificatorias de los 100 metros lisos, nadie reparó en esta joven atleta, que días mas tarde acaparó la atención de todo el mundo dentro y fuera de los Juegos tras pedir refugio en la embajada de Polonia, provocando una crisis diplomática.
Tsimanouskaya, que se encuentra en estos momentos ya en Polonia, pidió protección a la policía del aeropuerto tokiota de Haneda cuando, según su versión, oficiales de la delegación bielorrusa trataban de hacerla regresar a la fuerza a su país.
– Laurel Hubbard (Nueva Zelanda, halterofilia)
La neozelandesa Laurel Hubbard se convertió en la primera deportista transgénero que compitió en unos Juegos Olímpicos, tras disputar la final de halterofilia de la categoría de más de 87 kilos.
Si bien Hubbard no logró disputar las medallas, tras cerrar su concurso con tres nulos, la halterófila neozelandesa, que días después de competir en Tokio anunció su retirada, ganó la batalla por la igualdad.
Javier Villanueva