Seúl, 10 may (EFE).- El nuevo presidente surcoreano, Yoon Suk-yeol, insistió hoy en su discurso de investidura en la necesidad de impulsar el crecimiento nacional para cerrar la brecha social y en dejar abierta la posibilidad de dialogar con Corea del Norte en un momento marcado por las repetidas pruebas de armas del régimen.
Yoon llegó a la Asamblea Nacional (Parlamento) chocando los puños, como manda la etiqueta de pandemia, a algunos de los 40.000 congregados hoy frente al hemiciclo para verlo tomar posesión y volvió a acercarse al público al término de la ceremonia mientras algunos grupos coreaban su nombre.
Un pequeño baño de masas que algunos analistas quisieron destacar de cara a los complejos retos que le aguardan y a la escasa popularidad con la que aterriza el político conservador. Yoon llega al cargo con un 43 % de tasa de aprobación, según los sondeos, por debajo del presidente saliente, Moon Jae-in, que ostenta un 52 %.
Valga como síntoma la flamante primera dama surcoreana, Kim Keon-hee, que hizo este martes su primera aparición tras semanas lejos del ojo público en un momento en que aún pesan sobre ella acusaciones de que falsificó un currículum para conseguir un trabajo o de que plagió su tesis doctoral.
UN PAÍS POLARIZADO
En ese contexto llega al poder Yoon, quien hereda un país dividido (su victoria electoral frente al liberal Lee Jae-myung fue por apenas el 0,07 % de los votos) y la responsabilidad de tratar de gestionar la tensa situación en la península coreana, con una carrera armamentística en ascenso y un vecino que se mantiene aislado del exterior y a punto de realizar un nuevo test nuclear.
«Si bien es verdad que los programas de armas nucleares de Corea del Norte son una amenaza no solo para nuestra seguridad y la del noreste de Asia, la puerta al diálogo permanecerá abierta para que podamos resolver esta amenaza de manera pacífica», dijo Yoon en su discurso de hoy.
El nuevo presidente, que en las últimas semanas ha recordado también que planea ser menos tolerante con las «provocaciones» norcoreanas que su predecesor, habló hoy de compensar económicamente a Pionyang si el régimen da pasos hacia un desarme real.
«Si Corea del Norte realmente se embarca en un proceso para completar su desnuclearización, estamos listos para trabajar con la comunidad internacional y presentar un plan audaz que fortalecerá enormemente la economía de Corea del Norte y mejorará la calidad de vida de su gente», afirmó el político conservador.
No tardaron muchos expertos en mostrar su escepticismo sobre esta estrategia de palo y zanahoria, sobre todo después de que la fracasada cumbre de Hanói de 2019 dejara aún más claras las pretensiones de un régimen que parece decidido a conservar sus capacidades nucleares y se ha mostrado más interesado en posibles garantías de seguridad que en ayudas foráneas que puedan acabar desestabilizándolo.
MAYOR ROL INTERNACIONAL
El nuevo presidente destacó también en su discurso que como «la décima mayor economía del mundo», Corea del Sur debe «adoptar un mayor rol como líder global» acorde con ese estatus.
«Debemos asumir un papel aún mayor en la expansión de la libertad y los derechos humanos no solo para nosotros sino también para los demás«, explicó el nuevo presidente.
«La comunidad internacional espera que lo hagamos. Debemos responder a esa llamada», aseguró un Yoon que hereda también el reto de gestionar una compleja relación con China, un país al que la mayoría de surcoreanos ven como la gran amenaza de la próxima década, tal y como muestran los estudios.
Entre los dignatarios extranjeros invitados a la ceremonia, escuchaba atentamente las palabras de Yoon el vicepresidente chino, Wang Qishan, considerado uno de los hombres de confianza del presidente Xi Jinping.
En el discurso hubo también hueco para mencionar la fractura social en la que está sumida la cuarta economía de Asia y la necesidad de mejorar la «movilidad social» mediante «un crecimiento rápido y sostenible».
INVITACIÓN POLÉMICA
El nuevo presidente invitó personalmente a su investidura a la defenestrada expresidenta Park Geun-hye, para muchos el símbolo de un orden económico y social que el presidente saliente no logró derribar tal y como prometió.
Yoon se aseguró de estrecharle la mano a Park -cuyo escándalo de corrupción saco a millones de surcoreanos a las calles en 2017- antes de tomar la tribuna para pronunciar su discurso, un gesto en el que algunos en el país asiático ven deseo de cerrar heridas y que otros consideran una prueba de que nada ha cambiado y que nada cambiará durante los próximos cinco años.
El que será presidente de Corea del Sur hasta 2027 aseguró en todo caso que el crecimiento que tanto necesita su país «solo será posible a través de la ciencia, la tecnología y la innovación».
El exfiscal general tiene ante sí el reto de reactivar un país con una preocupante burbuja inmobiliaria y cuya economía se ha ralentizado (el Fondo Monetario Internacional ha reducido su perspectiva de crecimiento para este año en medio punto hasta el 2,5 %) en un contexto inflacionario motivado por la pospandemia y los problemas derivados de la guerra de Ucrania.
Andrés Sánchez Braun