“Hay momentos estelares en la vida de los pueblos, grandes horas en el devenir de las naciones, instantes en que un país realiza una cita con su propio destino, uno de esos momentos estelares lo está viviendo la Venezuela de hoy…”. Esas palabras las pronunció Don Rómulo Betancourt el 9 de febrero de 1958 como parte de un discurso memorable a su llegada al país luego de 10 largos años de exilio, tras la caída de la Dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el 23 de enero del mismo año y hoy, 28 de julio de 2024, Venezuela tiene por delante una jornada electoral que va a marcar la historia patria una vez más, tendremos una nueva oportunidad de enfrentarnos a una elección que decide no sólo el nombre del presidente sino el rumbo del país.
Probablemente a esta hora cuando me estés leyendo tú, al igual que yo, ya ejerciste tu derecho al voto, y tienes la conciencia de que aunque no haya castigo alguno por no cumplir con él en Venezuela, es sobre todo, un privilegio, la posibilidad de participar activamente en los destinos del país.
Razones para votar tenemos de sobra, yo voto porque, aunque nos convencieron en un momento de que la ruta electoral no era la salida, es nuestro único camino cívico para transformar la realidad política del país. También voto porque se alinea con mis valores y principios. Voto por mi y el futuro de mi pequeña hija.
Voto porque es una de las formas en las que contribuyo al país que quiero. Yo voto por convicción, porque independientemente de los resultados sé que la participación es fundamental. Voto también porque es mostrar mi reconocimiento y agradecimiento a todos los venezolanos que por décadas y sobre todo tras dejar el oscuro ciclo que se cerró en 1958 lucharon para que yo pudiera elegir.
Voto porque Venezuela necesita desesperadamente crecer, en muchos sentidos, pero es claro que el económico es fundamental para poder brindar bienestar a la mayoría de la población, los economistas le llaman crecimiento sostenido y ese desarrollo pasa necesariamente por superar el conflicto político, y en ese sentido la elección presidencial del día de hoy puede ser una representación clara de la voluntad del pueblo por un cambio de modelo o que por el contrario ese proceso profundice aún más el conflicto, lo que a su vez haría más complejo el retorno al financiamiento, la atracción de inversión privada nacional y extranjera y además la recuperación de sectores claves para el país como lo son el petrolero y el minero, por sólo nombrar dos. Nos jugamos que el país retorne o no a la senda de crecimiento. Y siento que con mi voto puedo contribuir a que tomemos el camino correcto.
Además de lo anterior para que el conflicto político complejo que vivimos comience un proceso de negociación y finalización necesita de una elección que sea realmente creíble y que pueda establecer acuerdos posteriores duraderos en el tiempo, de allí el temor a que ésta sea no una salida sino una profundización de la problemática si no existe el reconocimiento de los resultados y la voluntad de los ciudadanos. Pero, a pesar de esto, yo elijo votar.
Y si por el contrario, tú que me lees aún no has votado o conoces a alguien que no lo haya hecho, quizás pueda con mis palabras ayudarles a cambiar de opinión, sacudirse el desgano e ir a votar pues al menos hasta las 6 de la tarde, tienen oportunidad para hacerlo.
Y así como hace 66 años, luego del exilio muchos de nuestros compatriotas pudieron volver a pisar su tierra y regresaron para trabajar con esfuerzo y dedicación en la construcción de una Venezuela en libertad, voto para que los muchos paisanos fuera de nuestras fronteras —la gran mayoría que no pudieron ejercer su derecho al voto— puedan tener una patria a la que volver y juntos podamos reconstruir y transformar nuestra Venezuela. Decía el presidente estadounidense Thomas Jefferson: “Me gustan más los sueños del futuro que la historia del pasado”. Y sé que nosotros tenemos mucho más futuro por delante que nace el día de hoy, con nuestro voto.
María Eloina Conde
Julio 28, 2024
@MariaEloinaPorTrujillo