¡Y Ron se montó en ese autobús! | Por: Carolina Jaimes Branger

 

Carolina Jaimes Branger

Ron Davis Álvarez nació en El Guarataro, un populoso barrio de la Parroquia San Juan de Caracas. A raíz de la desaparición de un tío, su abuela, angustiada por lo que había sucedido, quiso sobreproteger a sus nietos buscándoles actividades todo el día y trasladándose de un sitio a otro. Cuando Ron tenía entre nueve y diez años, se mudaron a una casa en un lugar que queda entre Guarenas y Guatire. La abuela abrió una bodeguita donde Ron la ayudaba a vender “chigüí”, y ahí fue cuando se le abrió el mundo, porque justo enfrente de la bodega había un núcleo de El Sistema. Desde el balcón veía cómo los muchachos se montaban en un autobús con sus instrumentos musicales, sus viandas y sus medallas con la cinta con la bandera de Venezuela. Cuando regresaban, se veían felices. Y Ron se decía a sí mismo “yo me quiero montar en ese autobús”. Cuando se acercaban a comprar, él los escuchaba hablar de Sibelius y de Beethoven como si estuvieran vivos, o al menos Ron lo percibía así. A los diez años empezó sus lecciones de música. “Sentí que había llegado al lugar donde quería estar toda mi vida”. Durante un año estudió solfeo, cantó en el coro y estudió percusión. Pero cuando le tocó escoger el instrumento, escogió el violín, a pesar de que también le gustaba el oboe.

A los catorce años le dieron una beca a cambio de que colaborara con el kinder musical. Se convirtió en el director de la orquesta del núcleo y dos años después, era director del núcleo. Dirigió otras orquestas y dio clases en el interior del país. Estudió en el Instituto Universitario de Estudios Musicales y en la Academia Latinoamericana de Violín. En el Mozarteum estudió Música de Cámara. Pero sus sueños estaban dirigidos a enseñar y a viajar. Los primeros viajes los realizó como integrante de la Orquesta Francisco de Miranda.

Definitivamente, el viaje que según sus propias palabras “le hizo clic” fue el que hizo a Alemania a tomar un curso de verano como violinista. Él había estado antes de ese viaje dando clase en refugios, porque 2010 fue un año de muchos deslaves. Publicó las fotos de su trabajo en esos refugios, cuando lo contactó una profesora del IUDEM, la maestra Virginia Largo y le habló sobre un proyecto que había en Uummannaq en Groenlandia, y que a ella le parecía que él tenía el perfil perfecto, pero que tenía que audicionar. Ron audicionó y fue escogido. Tenía dos tareas: tocar con un pianista en Dinamarca y dar clases en un orfanato en Groenlandia. Después de tres meses en Dinamarca, se fue a Groenlandia. Había tomado seis aviones, un helicóptero y un trineo de perros para llegar allá desde que había salido de Venezuela. Lo enamoró la calidez de los niños “como la nuestra”, a pesar de estar en un clima tan frío. Dio tres meses de clases prácticamente en lenguaje de señas y regresó a Venezuela donde se reunió con el Maestro Abreu, quien luego de escucharlo atentamente le dijo “te tienes que regresar a Groenlandia a darles una oportunidad a esos niños de pertenecer a una orquesta. En 2012, estaba fundando El Sistema en Groenlandia, con la orquesta más boreal del mundo, porque estaban por encima del Círculo Polar Ártico. Allí vivió tres años, durante los cuales dio clases también en Dinamarca y otros lugares de Europa. Cuando iba a regresar a Venezuela, llamó a una amiga de Guatire y le preguntó si podía encargarse de su orquesta de Uummannaq, y ella le dijo que sí. Ella todavía está al frente del proyecto.

Al llegar a Venezuela el Maestro Abreu lo convoca a una nueva reunión, esta vez con el director ejecutivo de la Sinfónica de Gottemburgo y la directora-fundadora de El Sistema Suecia. Tenían la idea de montar campamentos de música y decidieron que Ron era la persona indicada para llevar a cabo la idea. Ellos no sabían cómo empezar, Ron sí. Corría el año de 2015. Pero al llegar a Suecia a Ron lo impactó la cantidad de inmigrantes que estaban llegando de lugares tan remotos como Irak, Afganistán, Siria, Eritrea y Somalia. Al verlos bajar de los trenes Ron identificó en sus caras dolor, susto, trauma y desconocimiento de lo que estaba sucediendo. Casi todos eran menores de edad y había cierto descontrol en las autoridades que no sabían para dónde llevarlos. En ese momento Ron sintió que además del trabajo que venía a hacer a Suecia, “quería hacer un espacio para esos chicos”. Y así comenzó la Dream Orchestra en 2016 con trece músicos, casualmente el mismo número de niños con quienes comenzó a trabajar en el orfanato de Groenlandia. Le costó mucho al principio porque todas las puertas que tocaba le decían que la prioridad era darles comida y vivienda. Pero Ron no se rindió. En una de las tantas reuniones que asistió, tomó la palabra y dijo “yo entiendo que la prioridad es darles comida y vivienda. Pero en el lugar donde yo vengo, existe El Sistema, que tiene el poder increíble de transformar a las personas y a darles una luz a sus almas y a sus cuerpos. El aprendizaje de la música no es sólo una herramienta de empoderamiento, sino en un desarrollo holístico para ellos”. Siguió tocando puertas y empezó a conseguir patrocinios, equipos de trabajo y voluntarios. Pero mientras eso sucedía, y aún viviendo a dos horas de la casa que le habían asignado para dar las clases, llegaba siempre con un violín, una viola y un cello. La directora le dijo un día que ella sólo veía a tres “que podían hacer el programa” a lo que Ron le respondió “si hay sólo uno, yo voy a seguir viniendo”. Ese empeño se traduce hoy en tres centros, un proceso que ha traído satisfacciones pero también dolores, como cuando ocurren deportaciones, o hay muchachos que deciden regresarse, familias enteras que reciben la negativa de residencia, o las historias de los refugiados ucranianos que salen huyendo después de que bombas explotaran muy cerca de sus residencias. Muchos de los alumnos de Ron hicieron lo que llaman “el viaje de la muerte”, que no es otra cosa que montarse en una balsa a ver si llegan con vida a algún lugar.

Hoy la Dream Orchestra tiene más de 400 integrantes, más de 25 nacionalidades y se hablan más de 20 idiomas distintos. Las edades van desde los tres años hasta los cincuenta y seis. La música les ha servido no sólo para integrarlos y que hagan amistades, sino -aunque el dolor por el que han pasado siempre esté allí- a sentir y a entender los problemas de otra manera y a abrirse a una nueva oportunidad de vida”. El lenguaje oficial para entenderse es el inglés, pero no todos lo hablan. Usan lenguaje de señas, visual y el profesor debe, según Ron, para conectarse a través de ese idioma universal que es la música, “convertirse en alumno de sus alumnos”. Los tres núcleos de la Dream Orchestra tienen también niños suecos, inmigrantes y jóvenes vulnerables: “no podíamos convertirnos en una orquesta sólo de refugiados, porque entonces ¿dónde está la integración?”…

Ron Davis Álvarez fue nombrado uno de los Héroes de CNN 2024 por su trabajo en la Dream Orchestra, y por su enfoque inclusivo y educativo como director de orquesta. Su objetivo principal es utilizar la música como una herramienta para la integración social y el desarrollo personal. Su pasión por la música y su compromiso con la educación son evidentes en su trabajo diario. Álvarez inspira a sus estudiantes no solo a ser mejores músicos, sino también mejores personas. En resumen, la Dream Orchestra, además de enseñar música, también transforma vidas al proporcionar un entorno de apoyo y crecimiento para niños, jóvenes y adultos de todo el mundo. Y todo gracias a la voluntad de un venezolano que también, en su momento, tuvo su oportunidad.

 

@cjaimesb

 

 

 

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