Venezuela también es un país maravilloso, pero está atravesando una crisis gigantesca que se traduce en demasiado sufrimiento para la gente. Lo que ocurrió el domingo 15, en las elecciones regionales, fue una catástrofe. Los que dirigieron la campaña de la oposición tendrán que reflexionar, con seriedad y con objetividad, lo que ocurrió. Y actuar en consecuencia.
Tenemos 17 años con un gobierno que consideramos muy malo y que ha conducido al país a una crisis de proporciones increíbles. Pero tenemos 17 años tratando, sin éxito, de sustituirlo.
Hay que evaluar, con seriedad, todos los factores que influyen en esa realidad que nos sigue acompañando: un gobierno malo y una ausencia de alternativa.
Yo, como ciudadano interesado en los asuntos públicos de mi país desde que tengo uso de razón, veo que tenemos un gobierno cuyo interés fundamental es perpetuarse en el poder y frente a él un archipiélago de proyectos partidistas o de ambiciones personales que no terminan de concretar una propuesta que busque construir un país moderno con bienestar para todos y que nos conduzca a superar las dificultades actuales.
La dirección de la campaña opositora consideró, supongo que luego de una reflexión seria en una mesa de análisis estratégico, que, a pesar de los incontables abusos y ventajismos del gobierno, debíamos concurrir al proceso electoral. Es decir, en conocimiento de que la lucha electoral no estaba planteada entre la oposición y el partido de gobierno sino entre la oposición y todos los recursos del Estado venezolano, aun así debíamos concurrir al proceso. Seguramente los estrategas de la oposición calcularon que, siendo el desagrado tan grande en todos los sectores de la población y en todas las regiones del país, los resultados electorales serían favorables a los candidatos opositores. Sobre estos temas el liderazgo opositor tendrá que reflexionar con seriedad, con objetividad y sin desatar una cacería de brujas.
El Gobierno, por su parte, asume ahora una responsabilidad todavía mayor de la que tenía. La crisis que enfrenta la nación es catastrófica. El sufrimiento del pueblo es enorme. El Gobierno tendrá que reflexionar sobre su responsabilidad en esa crisis y sobre la manera de superarla. Y no seguir buscando otros culpables.
Seguiremos conversando.