Este domingo 25 de mayo, los venezolanos tenemos una vez más la oportunidad de dar un paso adelante en nuestra historia. La cita electoral de esta fecha es una nueva oportunidad para participar activamente en la posibilidad de cambio y progreso, a través de uno de los actos más poderosos y transformadores que existen en la vida democrática: el voto.
Estamos en tiempos de incertidumbre, es cierto y no se puede negar. Sin embargo, el voto es una de las acciones que podemos tomar. Una de las pocas, es cierto; pero también una de las mejores. Y si la alternativa es la inacción, está siempre será inaceptable, sencillamente porque tenemos la certeza de que esa sí que no va a cambiar nada.
En cambio, la oportunidad de acudir a una cita electoral es nuestra única brújula en momentos inciertos. Cuando enfrentamos días de cansancio, es nuestro impulso para tomar una acción significativa. Y en tiempos cuando se abre una rendija hacia el cambio, es la llave que puede abrir las puertas de un futuro diferente. Pero para que esto suceda, debemos participar todos. Cada voto cuenta, cada decisión suma, cada ciudadano importa.
Para comenzar, las razones más importantes para salir a votar este domingo no pueden nacer de la confrontación, sino de la confianza en lo que podemos construir juntos, porque el voto es una herramienta de cambio pacífico.
En un país que ha atravesado enormes desafíos, participar en las elecciones es reafirmar nuestro compromiso con la nación misma y con su paz, el entendimiento y las soluciones democráticas. Es un acto de convicción ciudadana, que demuestra que queremos avanzar, dialogar y construir desde la participación, no desde la indiferencia y mucho menos desde el conflicto.
Las elecciones son una gran conversación nacional donde cada venezolano tiene voz. Y en esta conversación, el silencio no ayuda. Al votar, decimos qué país soñamos, qué valores queremos promover, qué prioridades consideramos urgentes. Votar es marcar el rumbo y hacerlo con convicción y esperanza. No votar siempre es dejar que otros decidan y capitular un derecho.
El voto es una forma de agradecer y honrar nuestras raíces, votar es también recordar a quienes lucharon para que hoy tengamos esta nación y este derecho. Es honrar a nuestros padres, abuelos, maestros, y a todos los que soñaron con una Venezuela democrática e incluyente. Es decir “aquí estoy”, como ciudadano, como vecino, como parte activa de esta historia. Votar se parece a nosotros. No hacerlo, nos desdibuja.
Recordemos también que muchos compatriotas que están fuera del país no podrán ejercer su derecho al voto por diversas razones logísticas y administrativas. Es por eso que quienes sí tienen esa posibilidad, dentro del territorio nacional, tienen hoy una doble responsabilidad. Votar también por ellos, por nuestros familiares y amigos que nos observan desde fuera. Somos su voz.
La comunidad internacional, las organizaciones ciudadanas, los países hermanos, todos observan con atención este proceso. Venezuela tiene la oportunidad de enviar un mensaje poderoso: el mensaje de una ciudadanía que cree en las instituciones, en la participación y en la posibilidad de construir soluciones desde adentro, con trabajo conjunto y compromiso. La movilización muestra un potente mensaje al mundo sobre el deseo de nuestra ciudadanía.
Cada elección es una página en blanco. Cada voto, suma y construye. El futuro de Venezuela aún no está escrito y depende de millones de voluntades que decidan sumar. No hace falta ser político ni experto para estar convencido de que participar es el mejor camino. Solo hace falta querer un país mejor y actuar en consecuencia.
Este 25 de mayo se abre una ventana que millones de venezolanos ven con esperanza y fe. El clima que se respira en comunidades, barrios y ciudades es propicio para aprovechar la oportunidad. La participación ciudadana está en movimiento, y el entusiasmo ha comenzado a abrir espacios para el optimismo. Aprovechemos esta ola de energía para actuar juntos por el bien común.
Este domingo, más que una elección, viviremos un momento de encuentro nacional. Un día para decidir desde el corazón y con la razón. Un día para que cada ciudadano, desde cualquier rincón del país, diga: “yo también quiero aportar”.
Se trata de cumplir con un deber y un derecho, pero también de renovar la esperanza. De enviar un mensaje claro y sereno de que queremos construir una Venezuela donde todos podamos vivir con dignidad, libertad y oportunidades.
Salgamos a votar con respeto y con fe. Porque lo que está en juego es el futuro de nuestras familias, de nuestras comunidades y de todo un país que quiere razones para volver a soñar. Tenemos una oportunidad, un día, un momento, donde el poder está en nuestras manos. Ejercerlo sí suma. Vamos a demostrarlo.
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