Hay que votar. Además, hay que votar bien. Votar con ilusión. Votar por amor y no con odio. Votar por Venezuela y por los venezolanos. Votar pensando en el sufrimiento de tanta gente, en el hambre, en la desolación, en el desencanto.
Pero, también hay que votar por la esperanza, por el cambio, por la seguridad de que con nuestro voto podemos contribuir a construir un futuro mejor para nosotros, para nuestros hijos y para nuestros nietos.
Votar es ejercer un derecho. La Constitución Nacional garantiza a todos los venezolanos mayores de 18 años el derecho al sufragio. Un buen ciudadano no renuncia al ejercicio de sus derechos. Tenemos derecho a votar para contribuir con nuestro voto a lograr un mejor gobierno municipal: alcaldes, concejales y un mejor gobierno regional: gobernadores y legisladores regionales y para preparar el camino para lograr también un mejor gobierno nacional: presidente de la república y legisladores nacionales.
Votar es también un deber. Un deber ciudadano. Por el simple hecho de ser miembros de la polis, tenemos el deber de votar. No se trata de una obligación legal cuya inobservancia podría acarrear sanciones legales. Se trata de una obligación moral, cívica, ciudadana.
Yo no puedo votar por el gobierno, desde luego. Es un gobierno que le ha hecho un daño inconmensurable a Venezuela y a los venezolanos.
Tampoco puedo votar por líderes que han propiciado la abstención, el golpe de estado, la invasión extranjera o las sanciones internacionales. No puedo votar por grupos que se han repartido los espacios políticos al mejor estilo de la vieja política. Ese tipo de políticos no me inspiran ninguna confianza. Inventaron la ficción del gobierno de transición con su mantra de “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” y terminaron con un saldo muy triste y hasta con un cuestionamiento ético muy fundamentado.
Tampoco puedo votar por una plataforma integrada por partidos políticos intervenidos arbitrariamente por el gobierno y por personajes sospechosos de estar en connivencia con el propósito del gobierno de Maduro de perpetuarse en el poder.
Afortunadamente, existe una tarjeta que convoca a la Unión y al Progreso de todos los venezolanos. Son dos necesidades fundamentales del país. La Unión de todos para el Progreso de todos.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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