¿Volvieron las colas para el transporte?

Jacobo Urdaneta /ECS

 

Luego de meses viendo cómo las colas de gasolina se hacían más o menos extensas, y al ver que el transporte público mejoró, se podía intuir que el problema con el combustible había terminado, recientemente se veían colas de busetas en diferentes líneas, acordes con la cantidad de personas en dicha parada, pero hoy, nuevamente las colas para tomar el transporte vuelven a ser tan largas como en sus peores momentos, ¿Qué sucede? ¿Será que volvieron las colas para el transporte público?

Luego de ir por las calles de Valera, bajando por una de las avenidas principales es fácil observar las kilométricas filas para surtirse de gasolina en la famosa bomba de Cobrapsa, sorprendente hecho, ya que se daba por solucionado todo eso de pasarse seis horas o más en una cola de gasolina, sin poner mucha atención, continuar el camino es lo que procede, pero, ¿Qué implica ese hecho realmente?

Ya más cerca del centro de Valera, de frente a la parada del ajedrez, podía observarse parte de la cola, cola que tenía su inicio en Cobrapsa, lastimosamente, ya es evidente que esto tiene una connotación, podía pensarse que a causa de los racionamientos energéticos la distribución de gasolina se deterioró otra vez, pero en realidad, estaba lejos de ser ese el verdadero problema …

Ya caminando al verdadero destino, atravesando la plaza San Pedro, la iglesia y sus adyacencias, al llegar a la parada de Carvajal, se puede observar lo que todos los hechos anteriores señalaban: las colas para irse a Carvajal habían vuelto. Sin muchas ganas de seguir avanzando, pero sin opción, más de cerca se aprecia mejor la fila de pasajeros, que se veía especialmente larga iluminada por el sol enceguecedor del mediodía.

Múltiples son las preguntas que pasan por la mente en esos momentos, cosas como: ¿Ahora cómo me voy a mi casa? , ¿Cuánto tiempo estaré aquí?, ¿No habrá un conocido para poderme acercar más a la punta?, todas sin respuesta, solo hay una cosa que está clara, tienes a unas 40 personas que te separan entre tú y tu destino.

Ya con unos 50 minutos en la cola, sientes como colapsa tu estado mental y más sabiendo que la línea de Carvajal se divide en 2 rutas, estando en la cola de una, sabes que tal vez la buseta que llega, pueda ir para la otra ruta, siendo algo así como unas falsas esperanzas, y más si no hay ni una sola unidad en ninguna de las dos, una lotería.

Para muchos usuarios la posibilidad de caminar a sus hogares es una alternativa fiable, desgastante, pero fiable. Pero, para los carvajalenses, ir caminando hasta allá es solo cuestión de sueños, o tal vez una pesadilla, teniendo en cuenta las estrechas y curvadas calles, que además no cuentan con aceras, ir caminando es un suicidio voluntario.

Ya con una hora en espera, sudorosos, con los gritos de los niños y cánticos de vendedores ambulantes, tiendes a volverte irritable, sabes que lo único que deseas en ese momento es estar camino a tu casa, se logran oír además las conversaciones de las personas, unos hablan sobre el gobierno, otros sobre sus hijos, algunos de precios de los alimentos y  otros sobre un tema de más importancia, en ese momento …las perreras.

Recordaba que en los peores tiempos del transporte en Trujillo, circularon durante algunos meses cantidades de camiones, rudimentarios, oxidados y sobre todo, inseguros … un hombre de mediana edad hablaba sobre ellas: “las perreras ya andan por ahí otra vez, todos debemos andar como cochinos otra vez”.

La opción de montarse en ese tipo de transportes retumbaba en mi cabeza, una y otra vez, sabiendo que no hay más opciones, tiendes a aceptar que debes hacer algunas cosas, sabiendo que hasta esto pudiera costarte la vida.

Casualmente luego de diversos dilemas mentales, se aprecia un camión, a la distancia, podía ser un camión para cargar materiales de construcción, o de cargar animales o también podía significar la posibilidad de irse de allí, por su puesto, una “perrera”.

En el momento de su llegada, empieza una carrera salvaje, multitud de personas chocando unas a otras, imagínenselo, 40 personas corriendo y luchando por montarse en un camión, en el cual solo caben 14 individuos, apretados como sardinas, además…

Al estar ya en la “unidad” se escuchan gritos desde todas las direcciones, algunos de peleas, otros del chofer que imponía su precio, el cual no fue realmente relevante para ninguno de los usuarios, todos deseaban irse, con el precio que mejor le pareciera al camionero.

Ya con el cese de la carrera, las cosas se tornaban más tranquilas, se lograban apreciar risas y chistes entre los pasajeros, agarrados de barandas oxidadas y cuerdas amarradas con alambres, ya la realidad era otra, ya era posible dirigirse al sitio añorado, Carvajal, y en ese punto, parecía un sueño estar montados en esa chatarra luego de una hora de tortuosa espera…

 

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