Vivencias sueltas con Carlos Andrés Pérez | Por: Pastor Heydra

 

Conocí a Carlos Andrés Pérez sin proponérmelo en abril de 1976. Era presidente de la Federación de Centros Universitarios de la UCV y dirigente de la juventud del MAS. En el nuevo partido la dirección nacional dominante: Teodoro Petkoff, Freddy Muñoz, Pompeyo Márquez, nos presionaban para que sacáramos manifestaciones estudiantiles de protesta contra su gobierno. Esa tesis no me cuajaba pues había asistido a la espectacular e histórica nacionalización petrolera en Cabimas el 3 de enero de 1976 en la cual coincidimos algunos dirigentes del MAS como Eleazar Díaz Rangel. AVP, Antonio José “Caraquita” Urbina del CNE, Germán Lairet, Diputado al Congreso, Jesús Urbieta de la CTV. Me parecía que sus ejecutorias se inscribían en una postura de socialdemocracia avanzada que fue una de las grandes razones para romper con la ortodoxia estalinista del PCV.

Él estableció relaciones con todos los países del mundo, incluida Argelia o Cuba, nacionalizó el hierro, el petróleo y lanzaba una esperanza de progreso para el país. Por añadidura era el mismo programa del Partido Comunista de 1936 y del FLN-FALN de 1962, fundado luego de los fallidos intentos de golpes militares de Carúpano y Puerto Cabello, contra el gobierno democrático de Rómulo Betancourt, donde fue Ministro de Relaciones Interiores.

Organizamos la manifestación pacífica que partió en perfecto orden de la ciudad universitaria hacia el Capitolio Federal. Le había hecho una advertencia a la dirigencia del MAS:

El gobernador de Caracas, Diego Arria, había citado a su despacho a la directiva de la FCU para precisar los detalles del acto. Solicitamos que la policía estuviera lejos, que nosotros teníamos nuestras propias brigadas que garantizarían el orden. A la altura de La Hoyada se presentaron los comandos de la Liga Socialista-MEUP, procediendo con su plan de quemar autobuses y apedrear las vitrinas de los comercios. La gracia terminó en morisqueta.

Arria nos llamó a su despacho en la céntrica Plaza Bolívar de Caracas. Al llegar observé que estaban los autos de todos los medios de comunicación, sin embargo, al entrar en su despacho no había rastros de periodistas, fotógrafos, ni camarógrafos. La conversación se convirtió en un dimes y diretes sobre el boicot ocurrido. Me molesté y me dirigí al Gobernador indicándole:

En efecto, allí estaban. Di unas declaraciones, para algunos políticos inauditas, pero que levantaron urticaria:

La reacción no se hizo esperar, Las palabras dichas causaron revuelo en los medios, en la dirigencia política nacional y en la propia ultra izquierda que ordenó grafiar paredes en la ciudad, acusándome de cualquier cosa.

Yo vivía, con varios amigos de lucha, en un pequeño apartamento en el Edificio Natale de Chacaíto, entre los que nos encontrabamos Alexis–Gómez-Capriles, su hermano Miguel y su primo “el pavo” Antonio, Miguel-Bernal-Manrique, Néstor López Rondón y Gustavo Orlando López, primo y hermano del secretario juvenil de AD, Héctor Alonso López,

A los pocos días Gustavo Orlando llegó con un recado de su hermano Héctor Alonso, quien había estrechado sus relaciones con el mundo estudiantil desde que fue candidato ala presidencia del Frente de Re estructuración Estudiantil dela UCV FREUCV, en 1974:

Nos reímos, hicimos chanzas y conjeturas, pero a la final entendimos que la cosa era cierta. Esa mañana me desperté temprano, pero no llegué a la cita, tenía un viejo Zephir que entre los golpes de la celebración y la cacharra no me acompañaron exitosamente al compromiso a la hora establecida. Llegué a las 8 y media. CAP, siempre puntual, ya se había marchado de la Residencia presidencial.

A los pocos días, el diligente Héctor Alonso volvió a enviarme otro recado.

En efecto así lo hice, como un clavel sevillano llegué a la hora dispuesta. CAP, muy afable me recibió con una pregunta:

La respuesta ha debido causar su efecto pues rompió el natural hielo que puede haber entre dos personas que no se conocen, ni comulgan en la misma tolda política. Hubo una suerte de empatía que perduraría hasta la última vez lo que lo vi en un almuerzo que nos dio con Cecilia Matos a mi esposa Adriana y a Orlando García en el año de 2012. Fuimos a su apartamento de Bearl Harbor en Miami, donde hablamos, entre otras cosas, sobre el intento de golpe del 4-F. Allí, diez años después, me reconoció mi posición crítica y las fuertes y obvias dudas que sostuve sobre la participación y lealtad del Ministro de la Defensa, general Fernando Ochoa Antich en ese crucial momento, sobre lo cual he escrito pasajes en diversos artículos periodísticos y en tres libros: “La decadencia de la democracia. De la renovación del Estado a Hugo Chávez”.2009; “Historias de invasiones y golpes de estado”. 2011 y “El Comandante Elías. Mutaciones de la violencia revolucionaria”. 2013.

CAP tenía dispuesta una mesa de jardín en la espaciosa residencia presidencial,

Hablamos sobre temas diversos. Le confesé que me gustaban algunas de las cosas que estaba adelantando en su gobierno, pero decidí romper los giros protocolares.

La idea la agarró en el aire.

Nos despedimos cordialmente y nuestra nueva cita fue el 12 de junio de 1976 en el Palacio de Miraflores, donde llevamos más de 500 dirigentes estudiantiles, en un acto histórico, pues ningún mandatario desde que Venezuela es República había logrado hacer un evento de esa relevancia, como lo destacaron los noticieros de radio y TV y la primera página de toda la prensa nacional

En ese encuentro le entregamos un amplio pliego de recomendaciones y solicitudes. Algunas fueron cumplidas, otras tuvieron resistencia en la ortodoxia de AD, que no vio con mucha simpatía el acercamiento de CAP con los estudiantes, a quienes veían como rebeldes.

A CAP lo encontré casualmente en febrero de 1978 en Mérida se celebraba la Feria del Sol, un grupo de dirigentes estudiantiles entre quienes estaba, pero ya era Delegado Estudiantil al Consejo Nacional de Universidades, acompañado de Carlos Castillo Presidente de la FCU de la ULA y sus antecesores Carlos Boves y Makario Gonzales dirigentes del MIR. Oswaldo Martínez, Winston Cabas y Pedro Velásquez del MAS entre otros, nos encontramos en el Hotel “Prado Rio” a eso del mediodía.

CAP estaba sentado con un grupo de amigos y copartidarios en una mesa. Al vernos se acercó, con el Gobernador Rigoberto Henríquez Vera, y se sentaron un rato con nosotros a intercambiar opiniones sobre la universidad y el país, Le gustaba compartir ideas con la juventud, quien sabe si hurgando en la búsqueda de una generación de relevo, como lo demostró en toda su trayectoria política.

El gobernador le hizo un reclamo cordial a los dirigentes estudiantes locales que habían manifestado contra las inmobiliarias que estaban desalojando muchas personas de sus apartamentos por problemas de pago. La FCU había tomado unos apartamentos en el Edificio Albarregas que convirtieron en residencia estudiantil. Carlos Castillo, presidente de la FCU-ULA aprovechó la ocasión para solicitarle a CAP que les diera el dominio de los mismos.

CAP les señaló que sobre esos inmuebles había un problema judicial, pues era una toma ilegal y él no podía hacer nada. Surgió una propuesta alternativa sobre otras edificaciones cercanas en la Residencia “Santa Anita”, construido por la empresa Cafinca con crédito del Banco de los Trabajadores que presidía Eleazar Pinto. CAP preguntó que quién garantizaba que si se concedían los apartamentos les serían concedidos a los estudiantes que las necesitarán. Castillo como presidente de la FCU-ULA se hizo responsable. Luego implementaron un programa con la Organización de Bienestar Estudiantil. OBE, de la ULA que regía Pedro Rincón Gutiérrez y después Néstor López Rondón que cumplió con la inquietud de CAP. Este se comprometió a hacer las gestiones pertinentes, logrando que a la entidad bancaria le pagaran con un empréstito exterior.

La residencia fue inaugurada con la presencia de Carlos Andrés Pérez, en un emocionante acto. Era la primera vez que un presidente de la República desde 1958 iba a una universidad autónoma. El dialogo entre CAP y la dirigencia nacional estudiantil iniciado en Miraflores el 12 de junio de1976, daba sus frutos.

CAP estuvo acompañado del rector Pedro Rincón Gutiérrez y de la dirigencia estudiantil que festejó con alborozó la nueva conquista reivindicativa. Este acto fue posible gracias a la mediación de Héctor Alonso López, merideño y secretario juvenil de AD ante CAP, pues la Casa Militar tuvo sus dudas.

Fue un encuentro casual muy jovial y rendidor. El presidente Pérez se retiró a su mesa, invitándonos a la corrida de toros de esa tarde. Era un gran aficionado de la Fiesta Brava. No lo volví a ver hasta que culminó su gobierno en 1979.

En 1980 presenté mi tesis de grado en la Escuela de Comunicación social de la UCV.  Tuve el honor que su tutor fuera uno de los grandes maestros del periodismo, Jesús Sanoja Hernández. “La izquierda. Una autocrítica perpetua. Cincuenta años de encuentros y desencuentros del marxismo en Venezuela”, que obtuvo del jurado la “mención publicación”, hecha por la Facultad de Humanidades y Educación.

Un grupo de amigos y estudiantes, acompañados de nuestros más cercanos y queridos profesores y periodistas entre quienes destacaban Alexis Márquez, Eleazar Díaz Rangel, Héctor Mujica, Jesús Sanoja Hernández, Federico y Olga Álvarez, Juan Páez Ávila, Gilberto Alcalá, Gustavo Aguirre, Guillermo-el Chipo-López, Eduardo Orozco nos dimos cita en el Pent House del Colegio de Periodistas en la Avenida Andrés Bello, donde funcionaba un pequeño cafetín.

En medio del bullicio y la alegría de pronto irrumpió un personaje que no estaba en la lista de invitados, el expresidente Carlos Andrés Pérez, acompañado de Héctor Alonso López. Como era de esperarse la atención de los periodistas se volcó sobre el personaje. Su amable e inesperado gesto me acercó de nuevo al líder andino. Mis días en el MAS estaban contados pues se había impuesto unas tesis que retrotraían esa esperanza política a los esquemas estalinistas que había rechazado en su nacimiento en 1971.

Yo ya comenzaba a trabajar como analista político en el Diario de Caracas al frente del cual estaban Armando Durán como Director y Manuel Felipe Sierra como Coordinador de Política. Acababa de pasar el tiempo de los periodistas argentinos que le dieron cuerpo a ese tabloide como Tomas Eloy Martínez y Rodolfo Terragno.

En abril de 1982, sorpresivamente se me acercó el secretario juvenil de AD Héctor Alonso López para transmitirme una invitación de CAP, entonces expresidente para que los acompañara a una interesante gira que nos llevó a Colombia presidida por Belisario Betancur, fue recibido por su homologo también saliente Alfonso López Michelsen; a Panamá gobernada por Arístides Royo; de allí a Costa Rica a la toma de posesión de la presidencia por Luis Alberto Monge el 8 de mayo. Luego  a Santo Domingo donde fuimos a un curioso cierre de campaña de Salvador Jorge Blanco que fue un gran acto de la Internacional Socialista por las personalidades que a el concurrieron. En esos escenarios C. A. Pérez hizo gala del conocimiento que tenía de la región y del estrecho vínculo con sus líderes.

Me impresionaron varias cosas, sus excelentes relaciones con la clase política colombiana. Luego estando en Panamá había estallado en abril el conflicto entre Inglaterra y Argentina por Las Malvinas. CAP fue a visitar a su despacho al Presidente Arístides Royo, lo acompañamos Héctor Alonso López, Orlando García y mi persona. CAP comenzó a sugerirle a Royo los términos del pronunciamiento de la República de Panamás sobre estos sucesos. El presidente panameño anotaba el dictado. Y de allí emergió el documento oficial. Con ese detalle demostraba su influencia en esas esferas. CAP invitó al politólogo panameño Marcel Salamin a la toma de posesión del Monge, quien había sido uno de los asistentes del General Omar Torrijos, antes de su asesinato el 31 de julio de 1981 y pieza clave en los movimientos centroamericanos, principalmente el de la rebelión sandinista de Nicaragua al encuentro de República Dominicana.

En Santo Domingo era el cierre de campaña del candidato del PRD Salvador Jorge Blanco, quien suplía a Jacobo Majluta de su mismo partido. Se habían dado cita figuras como el líder dominicano y jefe del PRD José Francisco Peña Gómez, Felipe González quien ese año sería Presidente del Gobierno español por espacio de 13 años; Mario Soares quien venía de ser primer ministro, regresaría a ese cargo en 1983 y sería presidente de Portugal en 1986, Pierre Schori miembro destacado de la Internacional Socialista y principal asesor del primer ministro sueco Olof Palme, al saliente presidente costarricense Rodrigo Carazo, quien dio un enorme aporte a la caída de la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua, entre otros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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