En este espacio no decimos más de aquello que todos sabemos: el régimen político venezolano como eficaz autocracia despótica que es, tiene sus manos manchadas de sangre, según los testimonios de muchas víctimas, recogidos por la oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU, instalada en Caracas. No es un secreto para nadie, lo cual ha volado sobre el Atlántico hasta la Corte Penal Internacional, que los crímenes de lesa humanidad cometidos por los órganos policiales y militares están bajo la responsabilidad de la presidencia del Ejecutivo Nacional.
Todo eso ha llegado también hasta Wikipedia, la enciclopedia libre, de cuya objetividad no se duda y revela que, de mayo a noviembre de 2017 de los 403 homicidios perpetrados en Caracas por los cuerpos de seguridad del Estado, 124 lo fueron por las Fuerzas de Acciones Especiales o FAES. “Las FAES han sido señaladas de ser un instrumento político del presidente Maduro, así como de ser un instrumento de exterminio y represión a opositores”. Lo repetimos, todo ello es como lo expresa el dicho “periódico de ayer”
Pero lo que sí es novedoso es la sistematización de los hechos criminales cometidos por las FAES a través de un trabajo de investigación realizado por el abogado y criminólogo Keymer Ávila, profesor de la Universidad Central de Venezuela, con el auspicio de PROVEA: “EL FAES NO DEPENDE DE NADIE. LA MUERTE COMO DIVISA”
Opinan los expertos que esta investigación es un documento invaluable para el estudio de la violencia y para orientar cuando cese el régimen actual y regrese la democracia a nuestro país a fin de orientar la política pública de seguridad. Resaltan tres aspectos principales en los objetivos de este trabajo: no es información que quiera transmitir producto de suposiciones, sino datos obtenidos a través del duro trabajo de campo y del examen de documentos públicos certificados; por otra parte despliega una labor propia de las ciencias comparadas, al ir confrontando los datos de Venezuela con aquellos aspectos similares en Latinoamérica; y en tercer lugar sintetiza todos estos insumos con base de un marco teórico sólido que disipa cualquier ruido de orden ideológico. Concluyen los expertos que es un esfuerzo riguroso y urgente para entender y controlar la violencia en Venezuela.
Roberto Briceño León, dedicado por años al estudio de la violencia en nuestro país, opina que el trabajo de Keymer Ávila se dirige a la comprensión del sentido social y político de la violencia, aunado a la búsqueda de la medición de su magnitud siendo una tarea relevante y difícil, y lo es mucho más en las condiciones de restricciones de acceso a la búsqueda de información. A ello, añadimos nosotros, se le suma el peligro personal que se cierne sobre el investigador.
Contiene datos por ejemplo de que el 31,4% de las víctimas fueron ejecutadas dentro de sus viviendas. Así mismo existen los testimonios de los vecinos de Petare en las cuales denuncian ejecuciones de las FAES, entre ellos de menores, violencia contra las mujeres y robo de objetos de las casas de las víctimas. La conclusión es que el poder de la FAES sobre la vida y la muerte de las personas es totalmente impune.
Su macabro proceder descrito en un pequeño resumen suministrado por el autor de la investigación, comienza por su vestimenta de negro, sin ninguna identificación personal, con pasamontaña que le cubre el rostro durante los procedimientos. El número de funcionarios varía entre 6 y 30. Las operaciones se realizan en el sigilo de la madrugada o primeras horas de la mañana. Llegan en camionetas sin placas que identifiquen a los vehículos y bloquean los puntos de acceso a la zona de la operación. Ingresan a las casas de manera violenta, sin presentar orden judicial de allanamiento. Luego de ser maltratadas y golpeadas, las víctimas en muchos casos son ejecutadas desarmadas dentro de su hogar o en sus alrededores. Separan a los hombres jóvenes de otros componentes de la familia antes de dispararles. En algunos casos, a pesar de alejar a los presentes, existen testigos que logran ver el o los disparos fatales. Las víctimas reciben en promedio dos disparos en el tórax y eventualmente también les disparan en la cabeza. Luego simulan el enfrentamiento disparando al aire o contra las paredes, mientras gritan que la víctima está armada o quiere escapar.
Lo anterior no es producto de conjeturas a las cuales ha llegado Ávila, sino el producto de cientos de entrevistas realizadas a familiares de las víctimas que coinciden en los detalles descritos y en la revisión de múltiples documentos oficiales. Meticuloso trabajo de una mente organizada que sabe cómo expresar sus conclusiones en un lenguaje escrito de fácil lectura.
En el estado Lara nosotros de manera personal y directa tenemos testimonio de una persona de la tercera edad a quien agentes de la FAES les quebraron la columna vertebral a dos hijos, con unos tubos, en el patio de su casa, en su presencia, luego les dieron tiros de gracia en la cabeza. Como final de su hazaña se sentaron al frente de su vivienda a tomar refrescos y reír como si festejaran un triunfo.
Lo anterior al igual que muchos de los crímenes reseñados en la investigación de Keymer Ávila, están en los expedientes que son investigados en la Corte Penal Internacional. Como decían los romanos para significar que un asunto seguía vivo: la causa está en manos del juez. No perdemos la esperanza en la llegada de una justicia ejemplarizante.
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