El régimen castro totalitario encabezado por Nicolás Maduro Moros tiene muy claro que su poder está en mantener la Presidencia de la República a cualquier costo. Sobre ello nadie de ellos tiene dudas ni caen en vacilaciones. El oficialismo tiene fuertes enfrentamientos internos, muchos en la élite de poder repudian y hasta se burlan del Presidente, entre sus colaboradores más cercanos hay disputas graves, en el resto de poderes sumisos al Ejecutivo existen fuertes cuestionamientos de cómo se maneja el país y todos se resienten de la crisis, pero todo queda en silencio. Se producen purgas internas al mejor estilo comunista o nazi y ello pareciera hace tambalear la estabilidad en el poder del régimen, pero la necesidad de mantenerse en control de la Presidencia dela Republica permite que la estructura política de soporte aguante los sismos en beneficio de lo que ellos consideran su centro gravitacional, Miraflores.
Tenemos entonces que el régimen tiene muy claro su centro de poder, sabe donde está, lo defiende, hace acomodos grupales e institucionales para resguardar este centro mediante el uso de variadas opciones, la manipulación de las leyes, el amedrentamiento institucional, pactos con algunos sectores de la oposición y aceptación del juego democrático para la realización de elecciones a nivel regional y municipal…con lo cual relaja presión pero sin ceder en su posición de blindar su objetivo esencial que es mantener la Presidencia de la República.
Por contraparte, la oposición no tiene centro de poder, tiene una inmensa potencialidad de apoyo electoral, pero al no tener centralizado un liderazgo que lo active a su favor esta mayoría se dispersa en un archipiélago de fracciones que al intentar alcanzar supremacía de una sobre otras crean un desconcierto mayor entre esa masa de votantes que desea un cambio político.
Esto parece un análisis muy simple y supino no obstante da una visión panorámica de los escenarios políticos internos que nuestros aliados internacionales ven con estupefacción y asombro. Tan grave como esta atomización del espectro opositor es que frente al rechazo que han producido sus intentos de lograr el cambio político nadie asume responsabilidad, aun cuando los fallos han sido en colectivo. De esta forma todo lo realizado por la oposición, en el balance hay cosas positivas, queda en saldo rojo y entonces la oposición democrática en general queda desnuda e indefensa para enfrentar el escrutinio público que se hace sobre sus actividades.
Al no tener un centro de poder que organice la participación del mundo opositor nadie sabe la manera de articularse, nadie sabe cuál es su papel para colaborar y todos por separado crean andamiajes individuales sobre los cuales intentan montar un plan de acción que soporte el peso de las mayorías, logrando solamente una competencia disparatada donde inevitablemente surgen descalificaciones mutuas. No basta con que lo haya dicho el padre Luis Ugalde desde su atalaya de sabiduría que las primarias no pueden ser contra los otros sino con los otros, hay que repetirlo, el proceso de primarias no es para elegir al mejor candidato, es para elegir al candidato que queramos todos y ese consenso opositor es la condición que potenciará la unidad y la hará instrumento de victoria en las elecciones presidenciales del 2024.
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