Visión Ciudadana: La abstención como búmeran | Por: Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez

La voz pregonada por casi todos los dirigentes políticos de oposición y por los conductores sensatos de la opinión pública, les indicaba a los venezolanos que debíamos deslegitimar la fraudulenta elección del 4 de diciembre de 2005 mediante una abstención masiva. Efectivamente, nos abstuvimos de participar en las elecciones para escoger a los Diputados que conformarían a la Asamblea Nacional. Fue una abstención colosal, de casi el 80 por ciento del padrón electoral, así que la “ilegítima” Asamblea Nacional que suponíamos al borde de su extinción porque creímos que estaba viciada por su ilegitimidad de origen, se constituyó con apenas algo más del 20 por ciento de los votos del electorado en enero de 2006 y comenzó a mandar como “dinamo nuevo”.
A través de ese “cheque en blanco” que le dimos al chavismo, rubricado por nuestra abstención, fue que el incipiente régimen totalitario, con el mandato de la flamante Asamblea Nacional, ocupó todas las instancias de poder institucional: designó al Contralor General de la República, al Fiscal General, a los Rectores del Consejo Nacional Electoral, a los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. Le concedieron pequeñísimas migajas de poder a sectores de oposición, pero que no representaban ningún peligro para ejercer avasalladoramente el poderío institucional a favor de ir construyendo la tiranía que actualmente impera en el país.
Esa abstención instituyó las bases del actual régimen que cruelmente sufrimos.
Coloquialmente podríamos decir que al 80 por ciento de la masa votante abstencionista les “salió el tiro por la culata”, pues la abstención no fue más que el búmeran que regresó golpeado y destruyendo los ideales democráticos.
Pero cinco años antes, en las elecciones presidenciales de julio de 2000, en las cuales Chávez quiso “relegitimarse” bajo la vigencia de la Constitución de 1999, la abstención llegó al 44 por ciento de la masa votante, a lo que hay que sumar los casi 450.000 votos nulos emitidos (récord histórico de rechazo), por lo que la idea de que “El Eterno” tenía controlado los resultados electorales era falso, falsedad que motivó que los partidos de oposición no participaran, siendo el único contendiente válido otro golpista: Francisco Arias Cárdenas. Lo anterior indica que el 44 por ciento de los votantes sumado a los 450.000 votos nulos rechazaban el mando chavista. De los 11 millones de votantes Chávez solo obtuvo 3 millones 700 mil votos. Las matemáticas que posiblemente no concuerde con la realidad social que queremos ver, indican que, de haber un candidato sólido de la oposición, le hubiera evitado a Venezuela con un triunfo holgado estos 25 años de pesadilla.
El otro peligro con el cual juega el infame oficialismo, es procurar la división de las fuerzas de la oposición democráticas, creemos que ello está más cerca que la misma abstención para el triunfo del continuismo antidemocrático. Aquí tiene un papel importante el liderazgo que logró aglutinar en la Unidad Superior a las fuerzas que liberarán a Venezuela de la actual tiranía. Nos referimos, claro está, a María Corina Machado. El domingo pasado dijo que su candidata sigue siendo Corina Yoris, claro que así ha de ser, pues su candidatura fue birlada maliciosa e ilegalmente por el régimen. Tal abuso ha llegado al extremo de que los únicos presidentes que quedaban en Sur América sin pronunciarse criticando la arbitrariedad de Maduro, así lo hicieron: Lula y Petro, y para colmos también se unió Pepe Mujica en la “pela” que le dieron.
Pero eso tiene un límite. Es verdad que el opresivo gobierno no tiene por qué designar a los candidatos por los cuales debemos votar, aceptando unas postulaciones y rechazando otras de manera ilegal, como la de Yoris, pero es lo que está sucediendo, por lo que si esa ilegítima actitud continúa, será necesario evitar la desbandada del voto opositor y la creadora de la unidad reflejada en el proceso de primarias, María Corina Machado, así tenga que ponerse un pañuelo en la nariz, debe escoger un nombre y alumbrar al pueblo hacia donde debe dirigir su voto. Es su delicada e importantísima misión patria. No hay duda que este poder popular de la líder nombrada es efímero, recordemos a Guaidó, por ello más temprano que tarde ha de tomar esta decisión trascendental, histórica.
Es necesario que las fuerzas políticas de la oposición limpien el ambiente de diatribas, de fulleras zancadillas y que, en un diálogo en privado, sincero y con propósitos en los cuales resalte el bien del país, tomen la decisión que esperamos los venezolanos para quitarnos de encima la lacra que ha destruido nuestra patria.
Se entiende que la indignación y la rabia ante las arbitrariedades del régimen afloren con intensidad, se entiende que el espíritu democrático se convierta en verbo fustigante ante el descaro de la nomenclatura oficialista en violar de manera flagrante todo principio legal y moral, todo reclamo, protesta y repudio es justificado, pero todo estos estados de ánimo se deben transformar en intención de voto para recuperar por vía electoral la libertad y la democracia que hoy tenemos secuestrada.
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