Una de las cosas más impresionantes en la vida es conocer personas que son fanáticas en sus creencias de cualquier índole, y de manera intransigente se niegan rotundamente a considerar las evidencias que contradicen sus creencias.
El biólogo británico Richard Dawkins (nac. 1941), Profesor en la Universidad de Oxford, es uno de los más eminentes autores evolucionistas en el planeta. Pero Dawkins no solamente ha incursionado en el campo de la teoría evolutiva darwiniana y también ha publicado importantes ensayos sobre diversos temas. Uno de sus planteamientos más importantes es el concerniente a lo que él denomina ‘virus de la mente’. En el año 1992 Dawkins dictó una conferencia sobre tales virus y citemos fragmentos: “Los virus mentales exitosos tienden a ser difíciles de detectar por sus víctimas. Si usted es víctima de un virus de la mente, lo más probable es que usted no lo sepa, y hasta lo niegue enérgicamente. Aceptando que un virus podría ser difícil de detectar en la mente de usted ¿Cuáles síntomas podría tener usted? Yo responderé imaginando cómo se describirían los síntomas típicos de un enfermo en un texto de medicina (suponiendo arbitrariamente que es un enfermo masculino). 1) El paciente de manera muy característica se siente impulsado por alguna convicción interna y profunda de que algo es verdadero, o correcto o virtuoso: Una convicción que no tiene asidero en evidencias o en la razón, pero que a pesar de ser una convicción infundada e irracional, él la siente como absolutamente convincente y obligatoria. Nosotros los médicos nos referimos a tal creencia como ‘fe’. 2) Los pacientes de manera característica consideran que es una virtud positiva de la fe, el hecho de que sea fuerte e inconmovible a pesar de no estar basada en las evidencias. De hecho, ellos pueden sentir que cuantas menos evidencias haya, más virtuosa es la creencia. Esta idea paradójica según la cual la carencia de evidencias es una virtud positiva cuando se trata de fe, tiene algo de lo propio de un programa que se auto-sustenta porque es auto-referencial. Una vez que la propuesta es creída, automáticamente corroe la oposición a ella misma. La idea según la cual “la carencia de evidencia es una virtud” se convierte en un socio admirable, que se une a la misma fe en un grupo de programas virales que se apoyan mutuamente. 3) Un síntoma relacionado que puede presentar alguien que sufre de fe, es la convicción de que ‘el misterio’ per se, es algo bueno. Cree que no es una virtud resolver misterios. Más bien, según ese síntoma, deberíamos regocijarnos por los misterios y aún deleitarnos porque consideramos que son insolubles” (1).
Este agudo planteamiento de Dawkins tiene mucha aceptación y permite comprender el caso de personas que son víctimas de tales ‘virus de la mente’ y no se dan cuenta, y por eso están totalmente dominadas de manera fanática por sus creencias sin sustento en las evidencias. Consideremos un ejemplo en política. En la Alemania Nazi durante el gobierno de Adolf Hitler (1889-1945), a pesar de las atrocidades que cometían los Nazis, sus seguidores fanáticos ignoraban todo tipo de racionalidad, o evidencias fácticas, o cuestiones de índole moral. Algún día la ciencia descubrirá los mecanismos psicológicos por los cuales esos virus se adueñan de la mente de ciertas personas y las convierten en robots. Igualmente se descubrirá por qué algunas personas son víctimas fáciles mientras otras tienen las ‘defensas mentales’ adecuadas y no son víctimas. Podríamos adelantar una hipótesis: En la vida nuestras creencias deben ser racionales y estar sustentadas por las evidencias fácticas y por sólidas convicciones morales…¡Quizás eso espanta a ciertos ‘virus de la mente’!!!.
Por otra parte, los ‘virus de la mente’ tienen relación con lo que el filósofo español José Medina (nac. 1968) denomina ‘Ignorancia activa’. Trabaja en la Universidad de Northwestern y en su libro: ‘La Epistemología de la Resistencia’ (2012) distingue dos tipos de ignorancia: ‘Ignorancia básica’ e ‘Ignorancia activa’.
La ‘Ignorancia básica’ significa carecer de conocimiento o tener creencias erróneas sobre algo. Pero en este tipo de ignorancia la persona tiene una voluntad buena, de tal manera que si se le enseña y se le corrige, esa persona puede cambiar su manera de ver las cosas. Obviamente también puede suceder que esa persona por su propia voluntad continuamente se esté esforzando por mejorar su manera de ver la vida y entonces por sí misma logre superar su ignorancia y sus errores. Pero según Medina, la ‘Ignorancia activa’ implica la ‘participación activa y el esfuerzo’ de la persona para seguir siendo ignorante.
Sobre la cuestión de la ignorancia es fundamental recordar el diálogo titulado ‘El Simposio’ del filósofo griego Platón (427-347 A. de C.) en el cual el gran filósofo griego Sócrates (469-399 A. de C.) se refiere, entre otras cosas, a la importancia de adquirir conciencia sobre la propia ignorancia, y esforzarse continuamente para superar esa ignorancia. En efecto, Sócrates dice que la mayoría de las personas son ignorantes, pero no se esfuerzan para alcanzar sabiduría, precisamente porque ni siquiera están conscientes de la magnitud de su ignorancia. Así, Sócrates dice: “Por supuesto usted no va a querer algo cuando usted no piensa que lo necesita” (‘Simposio’, 204a). Según Sócrates, cuando la persona se esfuerza para reflexionar sobre algún tema y adquirir sabiduría, en la realidad no llega a adquirirla totalmente, pero al menos adquiere conciencia de que no tenía los conocimientos que creía que tenía, lo cual ya es un gran avance.
Por otro lado….¿Cómo se podría explicar la ‘Ignorancia activa’ en asuntos sociales y políticos?….Muy probablemente las personas que se esfuerzan en seguir siendo ‘ignorantes’ porque tienen un interés personal en no ‘entender’ la realidad. Por ejemplo los burócratas privilegiados de un gobierno que viven muy bien, muy difícilmente tendrán interés en comprender cómo viven las grandes mayorías de la población. En efecto, la manera en que ‘veamos’ la sociedad y los asuntos políticos puede estar sesgada por la manera en que vivamos. El filósofo alemán Ludwig Feuerbach (1804-1872) en su obra: ‘El dualismo de cuerpo y alma, carne y espíritu, una vez más’ (1846) dice: “En un palacio, uno piensa de manera distinta que en una choza”. Por eso, un requisito para comprender la realidad social y política, es despojarse de intereses personales. El autor alemán Theodor Adorno (1903-1969) en su colección de ensayos: ‘Minima Moralia’ (1944-1947) lo expresa admirablemente cuando dice: “Los hombres se tornan estúpidos en el punto donde comienzan sus intereses, y entonces dirigen su resentimiento contra lo que no quieren entender, porque temen entenderlo muy bien” (Parte Tercera, Ensayo 118).
Asimismo, Adolf Hitler, en una ocasión dijo: “Qué afortunado es para los gobernantes que las personas no puedan pensar” (2). En efecto, Hitler ha sido uno de los autores más perspicaces para comprender la capacidad de la propaganda para hipnotizar y fanatizar a una población, cuando dijo: “Por medio de una utilización adecuada y perseverante de la propaganda, uno puede lograr que un pueblo vea el cielo como si fuera el infierno, o vea una vida espantosamente abominable como si fuera el paraíso” (3).
Por otra parte, los fanáticos en política nos obligan a recordar ‘Los Borregos de Panurgo’ en la conocida obra del autor francés François Rabelais (1494?-1553) titulada: ‘Gargantúa y Pantagruel’ (1532-1564). En el Libro Tercero de la sección titulada: ‘Pantagruel’, en el capítulo VIII se describe cómo Panurgo, cuando viaja hacia el país de Thalasse, entra en disputa con un comerciante de borregos. Entonces Panurgo, para vengarse de él, le compra el borrego líder y lo lanza al mar. El resto de los borregos, viendo a su borrego líder caer por la borda, inmediatamente lo imitan y se arrojan también al mar y se ahogan.
Para finalizar, los ‘virus de la mente’ y la ‘ignorancia activa, evidencian la importancia de inculcar a los niños y los jóvenes durante su educación, que siempre deben analizar toda la realidad de una manera crítica, respetando siempre la verdad objetiva y las evidencias, y con una disposición honesta a cambiar las creencias cuando haya que cambiarlas. Eso es un requisito para tener ética y valores humanísticos en la vida. NOTAS: (1) Pags 198-199 en ‘Humanist Anthology’, edited by Margaret Knight (1995). (2) Pag. 2 en Simon Blackburn (2001) ‘Being Good’ (3) Pag. 668 en ‘Random House Webster’s Quotationary’. Leonard Roy Frank (Editor) (1999).