VIRTUD ALÉTICA | Por: Ernesto Rodríguez

 

La experiencia en la vida evidencia que las personas que no tienen ningún interés en indagar sobre la verdad respecto a sus creencias, se pueden ubicar en uno de estos tres campos: 1) Tienen creencias simplemente por tenerlas, sin analizarlas ni reflexionarlas a fondo. 2) Son cobardes y tienen temor de tener que reconocer que estaban equivocadas,  y deberían revisar y rectificar sus creencias erróneas. 3) Se dan cuenta de que sus creencias no tienen ningún fundamento, pero son hipócritas y falsas, y siguen aparentando que sus creencias son verdaderas por conveniencias sociales o políticas, etc.

Quizá la mayoría se ubica en el primer campo.

En los tres casos, prefieren vivir sin hacer el esfuerzo de examinar críticamente sus propias creencias o rectificarlas, lo cual desde un punto de vista ético es repudiable…Y esto principalmente sucede con las creencias sobre cuáles son los valores importantes en la vida y las creencias en política, pero también es válido en filosofía, religión, derecho de la mujer a disfrutar su sexualidad, etc.

Por eso, una de las virtudes más importantes en la vida de todo ser humano es la virtud alética (del griego: ‘aleteia’: verdad), es decir, la virtud de indagar sobre la verdad, y expresarla y respetarla.

En tal sentido, es pertinente señalar que se han hecho estudios en el campo de la psicología y se ha detectado que cuando una persona continuamente miente, puede trastornarse mentalmente. Eso lo analizan muy bien los psicólogos sociales estadounidenses Norman B. Anderson (nac. 1955) y su esposa P. Elizabeth Anderson,  en un artículo de divulgación científica titulado: ‘Secretos y Mentiras: Por qué nos pueden enfermar’ (1).

Por otra parte, es bien conocido que el respeto por la verdad ha sido considerado como una importante virtud. Por ejemplo el gran filósofo griego Aristóteles (384-322 A.deC.) en su notable obra: ‘Ética Nicomáquea’ dice: “Nos queda ahora por decir algo de los que respetan la verdad o practican la mentira, tanto en sus palabras como en sus actos (…) Considerada en sí misma, la mentira es vil y reprobable, y la verdad es bella y laudable. De igual manera, pues, el hombre que dice la verdad (…) merece elogios, mientras que los que mienten deben ser reprobados” (Libro IV, cap. 7).

Algunos autores como el filósofo alemán I. Kant (1724-1804) asignaban un valor absoluto a decir la verdad. Por ejemplo, en sus ‘Lecciones de Ética’, dictadas entre 1775 y 1781, Kant plantea que el deber ético de decir la verdad es obligatorio en todas las circunstancias sin ninguna excepción. No obstante, resulta demasiado obvio que Kant exageraba y que a veces se justifica desde el punto de vista ético decir una mentira. Por ejemplo no decirle a un ser querido que tiene una enfermedad muy grave, etc.

Por otro lado, en la famosa distopía titulada: ‘1984’ publicada en 1949 por el escritor inglés George Orwell (1903-1950), se describe una sociedad totalitaria que es una pesadilla. El gobierno manipula horriblemente a la población, nunca se conoce la verdad y en vez de información sólo hay propaganda. En esa obra las tres consignas del gobierno son: “la guerra es la paz, la libertad es la esclavitud, la ignorancia es la fuerza” (Parte I, cap. 1). Ese gobierno tiene varios ministerios: “El Ministerio de la Paz se dedica a la guerra, el Ministerio de la Verdad se dedica a divulgar mentiras, el Ministerio del Amor se dedica a la tortura, y el Ministerio de la Abundancia se dedica a promover la escasez” (Parte II, cap. 9). En esa sociedad distópica se inculca el ‘Doble-Pensar’ que significa: “El poder de mantener simultáneamente dos opiniones contradictorias en la propia mente, dos creencias contrarias y aceptarlas ambas. Decir mentiras deliberadamente mientras se cree sinceramente en ellas” (Parte II, cap. 9).

La psicóloga estadounidense Carol Tavris (nac. 1944) y el psicólogo estadounidense Elliot Aronson (nac. 1932) publicaron una importante obra en el año 2007 titulada: ‘Se cometieron errores (pero no fui yo). Por qué justificamos creencias falsas, malas decisiones y actuaciones dañinas’ (2).  Ellos son muy reconocidos a nivel mundial, y en esa obra refieren muchos experimentos que ilustran la capacidad que tiene la mayoría de los seres humanos para ‘auto-engañarse’ y ‘auto-justificarse’ ante los errores que cometen en la vida. Esos experimentos evidencian que muchas personas ‘ven la realidad’ pero al mismo tiempo ‘no la ven’ porque no quieren verla…porque no les interesa verla.

Al comienzo de su obra, Carol Tavris y Elliot Aronson refieren una cita de George Orwell y una cita del legendario filósofo chino Lao-Tsé (Siglo VI, A. de C.). La cita de George Orwell es la siguiente: “Todos nosotros somos capaces de creer cosas aunque sabemos que no son verdaderas, y entonces, cuando se nos demuestra que estábamos equivocados, de una manera impúdica retorcemos los hechos para demostrar que teníamos razón. Desde el punto de vista mental es posible continuar con este proceso por un tiempo indefinido: El único freno es que tarde o temprano una creencia falsa choca contra la sólida realidad, por lo general en un campo de batalla” (expresado en 1946).

Por otra parte, Lao-Tsé expresó: “Una gran nación es como un gran hombre: Cuando comete un error se da cuenta. Después de darse cuenta reconoce su error. Después de reconocerlo lo corrige. Ese gran hombre considera que los que le muestran sus errores son sus maestros más beneficiosos”.

Después de ver estas apreciaciones de Orwell y Lao-Tsé, resulta demasiado obvio que lo ideal sería que todos los humanos fueran como dice Lao-Tsé, pero la experiencia indica que Orwell describe mejor la triste realidad: Muchas personas sólo cambian cuando la vida les da golpes duros y se ven obligadas a abrir los ojos y ver las cosas en su verdadera dimensión. El gran dramaturgo griego Esquilo (525-456 A. de C.) en su obra: ‘Agamenón’ dice: “Zeus ha decretado/ Que los hombres adquirirán sabiduría por medio del dolor” (Coro: Estrofa 3).

Sobre esta cuestión de ‘ver las cosas’ y al mismo tiempo ‘no querer verlas’, es ineludible recordar que eso frecuentemente depende de los intereses particulares que una persona tenga. Porque si una persona percibe grandes beneficios (de manera legal o fraudulenta) gracias a un gobierno de turno, entonces es muy frecuente que se niegue a reconocer las máculas de ese gobierno. En tal sentido es muy pertinente recordar al filósofo alemán Ludwig Feuerbach (1804-1872), que en su conocida obra: ‘El Dualismo de Cuerpo y Alma, Carne y Espíritu, considerado de nuevo’ (1846) dice: “En un palacio uno piensa de manera diferente que en una choza” (Sección X) (3). Eso que dijo Feuerbach es una gran verdad y podríamos deducir una consecuencia: Muchas personas juzgan solamente según sean sus intereses personales y pierden objetividad en sus análisis.

Por eso, algunos autores consideran que el ‘autoengaño’ implica una intencionalidad: Una persona se auto-engaña porque tiene un interés en engañarse respecto a alguna creencia. Por ejemplo, el notable filósofo norteamericano Paul Bloomfield (nac. 1962), en su extraordinaria obra: ‘Las Virtudes de la Felicidad’ (2014),  plantea el autoengaño así: “El autoengaño ocurre cuando una persona tiene una razón para creer que algo es falso, pero tiene un deseo para creer que es verdadero, y por lo tanto esa persona le da poca credibilidad a esa razón para creer que es falso” (4).

En efecto, uno de las cuestiones más importantes para toda persona es la concerniente al autoengaño por las enormes implicaciones que tiene desde todo punto de vista: personal, político, ético, y paremos de contar. Todos en nuestras vidas nos hemos engañado algunas veces sobre muy diversos aspectos. Pero auto-engañarse puede ser muy perjudicial. Porque así como es importante conocer acertadamente la realidad externa, también es importante conocernos como realmente somos. Cuando nos engañamos podemos pagarlo muy caro….¿Cuántas veces las personas creen en tendencias políticas hasta que descubren que no eran lo que creían?….¿Cuántas veces las personas idealizan a líderes, o personas conocidas, o personas amadas, hasta que descubren con horror que se equivocaron rotundamente?…¿Cuántas veces las personas se auto-engañan creyendo que tienen grandes cualidades, hasta que la realidad las golpea duramente y entonces adquieren conciencia de que ellas no son lo que creían?.

Veamos algunas apreciaciones adicionales sobre algo tan importante como el auto-engaño. El famoso Obispo inglés Joseph Butler (1692-1752) predicó sus conocidos: ‘Quince Sermones en la Capilla Rolls’ en 1722.  En el Sermón X dice: “Uno escucha a personas que hablan sobre defectos estúpidos, que ellos mismos manifiestan mucho; y hablan con gran severidad contra vicios particulares, los cuales (…) ellos mismos de manera notoria son culpables de tenerlos” (Sermón X : ‘Sobre el Autoengaño’).

El filósofo griego Platón (aprox. 429-347 A. de C.) planteó que los tontos y los inconscientes están ciegos respecto a la conciencia que les falta. Así, en el diálogo de Platón titulado: ‘Simposio’, el personaje Diotima  plantea: “El problema con la ignorancia es precisamente que si una persona carece de virtud y conocimiento, está perfectamente satisfecha con su manera de ser. Si una persona no está consciente de que carece de algo, no puede desear esa cosa de la cual carece” (‘Simposio’, 204a). Lo que Diotima plantea es que si una persona carece de conocimiento sobre sí misma, entonces puede suceder que no se percate de lo que ignora, y no esté consciente de que vive auto-engañada. Sería un autoengaño pasivo debido a ignorancia.

Finalmente, es muy interesante ver lo que el filósofo francés Luc Ferry (nac. 1951) plantea. Él distingue entre el individuo neurótico y el individuo psicótico: “Los textos de psicología ofrecen una definición bien conocida de la diferencia entre neurosis y psicosis: Nos dicen que el individuo psicótico ha adquirido la convicción inconmovible de que dos más dos es igual a cinco. Cualquiera que trate de persuadir a esta persona psicótica de otra cosa es un tramposo que trata de hacer daño. El psicótico ha perdido contacto con la realidad. El neurótico está igualmente persuadido de que dos más dos es igual a cinco, pero a diferencia del psicótico, se siente muy mal por eso’. El neurótico todavía tiene una relación con la realidad, aunque sólo sea a través de la ansiedad. Una anécdota (…) dice lo mismo en forma de chiste: El neurótico construye castillos (…) el psicótico vive en esos castillos” (5).

El antídoto contra todo tipo de auto-engaño es esforzarnos por estudiar y analizar siempre las evidencias, y desechar las falsas creencias cuando las evidencias nos indiquen que esas creencias son insostenibles. Eso requiere respetar siempre la verdad objetiva por encima de nuestros propios intereses personales.

NOTAS: (1) Norman B. Anderson and P. Elizabeth Anderson (2003) ‘Secrets and Lies: Why they make us sick’ en ‘Psychology Today’, March / April, 2003, Vol. 36, (2) Carol Tavris and Elliot Aronson (2007) ‘Mistakes Were Made (but not by me). Why We Justify Foolish Beliefs, Bad Decisions and Hurtful Acts’ (Harcourt Inc., USA). Las citas de Orwell y Lao-Tsé aparecen en la primera página. (3) Pag. 408 en Marx W. Wartofsky (1977) ‘Feuerbach’. Cambridge Univ. Press. USA. (4) Pags. 50-51 en Paul Bloomfield (2014) ‘The Virtues of Happiness’. Oxford Univ. Press. (5) Pag. 4 en Luc Ferry (2005) ‘What is the Good Life?’. The Univ. of Chicago Press.

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