Especial/DLA La joven Virginia conmovió al aparecer en redes sociales esta semana, con escasa ropa y a la deriva por las calles de San Cristóbal, capital del Táchira.
Ella es una de las centenas de pacientes mentales en Venezuela que no está siendo asistida como corresponde, víctima del abandono de esta área de la salud que cuenta con el cierre de 45, de los 48 centros de salud mental que había en el país, según informará el médico Pedro Delgado, miembro de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, quien en 2019 hizo un estudio de la asistencia en salud mental en Venezuela.
Entre su situación de salud mental y la más completa pobreza, Virginia queda a la deriva y toma la calle, es que la casa que habitan no tiene ningún espacio apto para darle seguridad cuando tiene crisis. Escapa por el techo o derriba la débil puerta y huye.
La muchacha que deambulaba
Unos 20 años le calculaban en redes sociales a Virginia cuando se hizo visible esta semana en San Cristóbal, pero tiene 28.
Al verla, algunos intentaron acercarse a brindar ayuda, pero no lo permitía ella por miedo, debido a que se han aprovechado de su condición y le han hecho daño, reveló su madre Doris Useche.
Fue hasta al viernes, al final de la tarde, que su familia pudo hallarla y hoy es asistida en el hospital central de San Cristóbal, pero poder dar con su familia y una de las psiquiatras que la atendió desde que era niña, no fue tarea sencilla. Finalmente se logró, con la idea de mostrar su historia y lograr apoyo para su penoso caso.
El drama de Virginia es similar al de cientos en Venezuela que padecen trastornos mentales y no están asistidos como corresponde, debido a la falta de medicamentos, cierre o reducción de consultas psiquiátricas públicas y espacios donde ser recluidos, además, de la pobreza que no permite buscar asistencia en el sector privado.
La madre de Virginia, no la ha tenido fácil. Como sostén de hogar de seis hijos, batalló y batalla sin descanso, pero lo hace con más rudeza en el caso de Virginia por su situación de salud. Relata que ella nació aparentemente bien y mostró ser una niña sin enfermedad, “fue hasta su desarrollo a los 14 años de edad, que comenzó. Yo tenía una tía así”, revela la señora Useche.
“Ella viene con eso desde pequeña, desde bebé, pero cuando ella se desarrolló se le disparó. A los 17 años se alteró más y ahí para acá ha estado en UPA (Unidad de Pacientes Agudos) fue tan fuerte que tuvimos que meterla en UPA”.
Un diagnóstico
Una reconocida médico psiquiatra que la atendía en la consulta del Hospital Central y que logró ser contactada, dijo a Los Andes, que la recuerda como paciente.
Refiere que desde niña se veía en su consulta, cuando cumplió los 18 años pasó a ser paciente de psiquiatría de adulta y siguió asistiéndola, “en ese entonces yo le podía colaborar con los tratamientos porque había visitadores médicos, que se acabó, ellos traían sus muestras médicas y eran muy solidarios con el servicio. Yo les decía cuando había una paciente de muy bajos recursos y ellos asumían el tratamiento, y la familia de Virginia, es una familia de condiciones económicas muy precarias”.
Virginia fue referida por vez primera a psiquiatría con un leve retraso mental y tuvo fracaso escolar, era una muy vulnerable en su adolescencia, dice la psiquiatra. Su cuadro revela esquizofrenia leve, pero, por su retardo es más vulnerable, explica.
“Ella se mantenía en casa con sus controles porque en el hospital central teníamos alguna dotación que nos daba el Ministerio de Salud, Corposalud, Cruz Roja y los visitadores médicos. Era mi paciente y siempre le tuve mucho cariño, triste verla en estas condiciones. Siempre me preocupó su pronóstico. Pido a Dios se le pueda buscar una solución o alguien la ayude”, señala la especialista, quien dejó hace años el hospital central, pero continúa visitando el servicio con algunas donaciones que van desde comida hasta productos de limpieza, porque no hay dotación regular en el área.
El domingo había escapado
El domingo 18 de septiembre Virginia escapó de su casa, en Capacho viejo. Su familia no sabe cómo llegó hasta San Cristóbal.
“Cuando está así es difícil, no me quiere tomar ni medicamentos, no quiere nada. Hay veces que en la casa se me pone agresiva, me ha pegado”, dice Doris Useche, la mamá de Virginia, haciendo referencia al estado que presentaba la joven cuando fue avistada por calles de San Cristóbal.
Al hospital Central fue llevada el viernes 24 en la tarde y la atienden en el área de Emergencia, sostiene Useche. “Allá está la otra hija mía. Yo no tengo teléfono y no he podido hablar con ella, porque mi teléfono se dañó hace más de un año y no pude comprar más”.
El viernes la madre de la joven se dirigió al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas –CICPC- con la intención de que le ayudaran a investigar donde estaba Virginia. Un funcionario conocido de la familia le permitió hacer una llamada y pudo contactar a una hija en San Cristóbal, quien había visto un video de la joven en las cercanías de la avenida 19 de abril, de la capital del Táchira.
“Un muchacho, -gracias a Dios que nunca falta- la vio desnuda, a él le dio mucha rabia que había mucha gente y no hacían nada, pero por lo mismo, ella se pone agresiva. Él agarró un pantalón y se lo iba a poner, y le dijo a la gente que él no le haría daño. Debe ser que él tiene hermanitas, y en eso llegó la hija mía y una señora le dijo que buscara un carro libre, que ella le pagaba la carrerita hasta el hospital”.
Cuando la joven llegó al hospital central de San Cristóbal este viernes, ya su madre la esperaba en el lugar. “A mí me reconoce y me obedece. Claro contestona. Yo le lleve una licra y el muchachito y mis hijas la sostuvimos y se la pudimos poner. Una vez los médicos la vieron, la inyectaron y eso, porque estaba demasiado, demasiado. Yo la había visto alterada, pero así no”.
– ¿Es la primera vez que se escapa desde Capacho hasta San Cristóbal?
– “No, ha estado hasta en San Antonio. Hace como dos años ella duró dos meses y pico que no sabía de ella. La encontraron una gente en la urbanización Mérida (San Cristóbal), estaba desnuda y pidieron auxilio a la policía y como pudieron, una mujer policía la vistió y la entrevistaron a ella. Dio el nombre de ella completo y dijo donde vivía. Entonces, ellos la reportaron. Una vez llamaron a mi hermana Josefa y fuimos a la policía. De ahí me la trasladaron a la alcabala El Mirador y de ahí a Capacho me la trajeron. Yo me la pasaba era llorando y todo. Yo estuve en San Antonio pegando fotos y dando volantes para ver si la conseguía. Donde me decían iba. Hasta que al fin de tanto pedir a las benditas ánimas, a las que les tengo mucha fe, apareció”.
“Me quitaron mi niña”
En la familia de Virginia no hay en este momento personas con trastornos mentales, pero la tía de su mamá padeció la enfermedad y terminó con su vida, “eso es lo que me da miedo a mí y todo eso me lo ha explicado los médicos que la han atendido en el hospital central. Me dijeron que pudiera llegar ese momento”.
La madre de Virginia señala que al momento de la joven tomarse el tratamiento le hace efecto, “ella duerme, pero cuando pasa la reacción se vuelve lo mismo de siempre que quiere irse para la calle… y como no la dejo ir se pone agresiva y se lanza encima mío… Como le dije a la doctora en el hospital ayer (el viernes), ella no quiere ir al médico, no quiere hacerse un chequeo, nada”.
Virginia estudió hasta segundo año de bachillerato. “Después empezó a vestirse de negro, decía que ella era Emo”.
“Hace como cinco años la muchacha salió embarazada y estuvo fuera de control y me tocó que llevarla al hospital. Su doctora la dejó en el hospital, nueve meses duró allá”. Con apoyo de los médicos del hospital central y por la condición de salud de Virginia, su madre logró que fuese esterilizada.
La hija de Virginia ya tiene cinco años de edad y está bajo el cuido de su bisabuela, cuenta Doris Useche, “verla a ella es ver la niña… Yo no la puedo tener porque tengo a Virginia y ella hay días que está bien y otros días que está mal y de golpe cuando esté mal, va y me le hace daño a la niña”.
En su lucidez Virginia recuerda que tiene una hija, “llora y me dice, <mamá me quitaron mi niña>. Le digo que no, y todo eso se lo ha explicado el médico. Y no crea, a veces me siento mal, me siento responsable. Tantas cosas, porque no hayo cómo ayudarla a ella, no hayo”, mientras el llanto la calla.
Relata Doris Useche, que la hija de Virginia está bien y pronto empezará el prescolar, “ella misma le puso su nombre cuando nació en el hospital, y la otra hermana mía dijo, no cámbiele ese nombre. Y le dije no, ustedes me van a respetar a Virginia, si ella le puso ese nombre, así será”.
Ayuda: piden al alcalde Rogelio Ontiveros
Doris Useche, la mamá de la joven Virginia necesita urgente ayuda para poder brindarle una condición mínima de resguardo a su hija. La señora trabaja en una casa de familia y de lo que genera su trabajo debe procurarse su alimento, el de sus hijos más jóvenes y el de Virginia, a quien le tiene que comprar, también, el tratamiento médico.
“Esta casa no es mía, es de mi mamá. No tenemos rejas ni nada. Mi mamá dijo que hiciéramos un cuarto atrás para que recogiéramos a Virginia, pero yo no he podido. He pedido ayuda y no he podido. Le he pedido al alcalde, pero me han dicho que después. Yo necesito que me hagan la vuelta porque muchos hablan cosas que no son, ve”.
Ha pedido al alcalde de Capacho viejo, Rogelio Ontiveros, colaboración con materiales, porque quieren hacerle una habitación con baño y comodidad básica a Virginia, “que yo la pueda dejar ahí segura cuando me vaya a trabajar y mi otra hija quedaría cuidándola y le da comida”.
Lo que percibe Doris Useche con su trabajo en una casa de familia, no le permite poder construir la habitación que necesita Virginia, se le hace complicado hasta la manutención básica y requiere de apoyo inmediato.