¿Qué puedo hacer para liberarme de las enfermedades, sufrimientos y golpes del destino? Gabriele, la profetisa de Dios, nos muestra cómo podemos volver a activar aquellas fuerzas que producen alivio y sanación en el alma y en el cuerpo.
Este movimiento profundo de corazón, el arrepentimiento, activa la gracia, el fluir incrementado de la energía divina. La fuerza transformadora y redentora de Cristo se vuelve activa.
Mientras no nos reconozcamos a nosotros mismos, mientras no reparemos nuestro comportamiento erróneo, seremos los prisioneros de nuestro propio ego, que constantemente tiene efecto en nosotros. Todo lo que hemos grabado en el cerebro, en nuestra alma y en los planetas de registro, los astros, y no lo hemos reparado ni eliminado, sigue actuando sobre nosotros.
Hagámonos conscientes de que cada ser humano es el microcosmos en el macrocosmos, Esto significa que el microcosmos es la esencia del macrocosmos y ha grabado en sí todas las fuerzas. De este modo, el microcosmos registra también lo que el ser humano siente, piensa, habla y hace. Lo que graba el hombre, es decir, el microcosmos, lo graba también el macrocosmos, es decir, los astros de registro que están activos en el ámbito de la Ley Causal, y lo vuelve a irradiar al microcosmos, que lo emitió; por lo tanto, el cerebro y el alma están en conexión con aquellos astros en los que hemos introducido nuestro comportamiento erróneo.
En el ámbito de la Ley Causal -que es al mismo tiempo la rueda de la reencarnación- una radiación determinada de unos astros determinados pone en actividad determinadas cargas, o sea, pecados o causas, en nosotros. Estos se hacen notar ahora, haciéndonos sentir precisamente aquellos sucesos negativos que habíamos causado anteriormente, pensando, diciendo y haciendo cosas de forma malvada, violenta, egoísta, codiciosa, envidiosa o vengativa. Así no hacemos otra cosa que pagar ahora las consecuencias de lo que nosotros mismos causamos.
Hagámonos conscientes, una y otra vez, de lo siguiente: en la vida no cuentan solamente nuestras palabras y actos; nuestra vida depende de forma esencial de nuestros pensamientos e incluso de nuestros sentimientos. Si vivimos de forma superficial, sin dar importancia a nuestros pensamientos y sentimientos, nos engañamos a nosotros mismos.