Vida Universal / ¡Tú mismo eres tu enfermedad y tu salud!

¿Qué puedo hacer para liberarme de las enfermedades, sufrimientos y golpes del destino?. Gabriele, la profetisa de Dios, nos muestra cómo podemos volver a activar aquellas fuerzas que producen alivio y sanación en el alma y en el cuerpo.

Hagámonos conscientes de que cada pensamiento que no está a favor de nuestro prójimo, está dirigido contra él y también contra Dios. Para acercarnos a Dios, la única manera es a través de nuestro prójimo, eliminando, o sea, enmendando lo negativo que hay en nosotros. Si queremos entrar en comunicación con Dios, debemos establecer la armonía con Él, la Fuerza donante, mediante nuestras sensaciones, pensamientos, palabras y acciones desinteresadas hacia nuestros semejantes. Descubrir las subcomunicaciones y disolver los programas negativos.

Para establecer la confianza en Dios, no podemos evitar el tener que examinar nuestra relación no solamente con Dios, sino también con nuestro prójimo. Las palabras pronunciadas o pensadas que, mirado superficialmente, parecen ser buenas y benévolas, puede que no lo sean realmente. Para conocernos profundamente e indagar sobre nuestro verdadero modo de pensar, hemos de examinar si nuestras subcomunicaciones son también positivas.

La vida es comunicación. Todo lo que se desarrolla entre los seres humanos se basa en comunicaciones. Lo que hablamos es comunicación. Cuando miramos algo, ya fluyen las comunicaciones, que se pueden manifestar en nuestros pensamientos, pero también en sentimientos, sensaciones y reacciones internas tan finas, que apenas podemos notar conscientemente.

Por subcomunicaciones entendemos aquellas comunicaciones que se desarrollan detrás o debajo de lo que percibimos conscientemente. Pueden ser sentimientos que no dejamos aflorar y también sensaciones que aún no podemos definir claramente. Detrás de las subcomunicaciones hay cosas o sucesos que no queremos admitir, que hemos reprimido y empujado hacia lo inconsciente y que en este momento ya no nos son presentes.

Nuestras subcomunicaciones tienen mucha importancia para nosotros, porque contribuyen a marcar toda nuestra vida. Están actuando, al mismo tiempo, de fondo, influyendo en nuestros sentidos y en nuestra forma de pensar, hablar y actuar. Estas se basan generalmente en cosas que no han sido superadas. Alguna vez no hemos eliminado algún factor de interferencia o no hemos solucionado un problema. El problema persiste, sin darse a conocer abiertamente.

Esto puede llegar a ser peligroso, pues todo emite y lo que se emite, se vuelve a recibir, de acuerdo con lo que fue emitido. Cuando sacamos a la luz estos “factores de interferencias ocultos” que están dentro de nosotros, haciéndonos conscientes de ellos, podemos disolverlos y convertirlos en algo inofensivo.

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