El adversario de Dios va entonces como una “campana aspiradora”, para chupar una parte de la mísera energía de las personas que limitan su existencia a vivir en el lodazal de los vicios satánicos, la que, al mismo tiempo, está contaminada con bacterias contagiosas. Una parte de la energía absorbida la reparte entre aquellos que siguen los pasos del adversario de Dios. Así consigue que sus devotos sigan siendo dóciles. La fuerza de Dios, en cambio, la recibe multiplicada aquella persona que se orienta a la energía vital eterna y pura, cumpliendo paso a paso los Mandamientos de Dios y las enseñanzas de Jesús, el Cristo, la ley divina para nosotros lo seres humanos en esta Tierra, a la que yo quiero denominar, en su conjunto, “la Regla de Oro de la vida”. Y para esto no se necesita ninguna iglesia de piedra, ni ningún predicador, sino solamente al Cristo de Dios, el Espíritu eterno, la energía divina que vive y actúa en cada alma y en cada hombre.
La materia: una forma de apariencia originada por la caída, que no dura eternamente.
Riqueza proveniente de las manos de las tinieblas y su desastrosa consecuencia:
la dependencia más atroz durante encarnaciones.
Nuestro planeta Tierra es sostenido por la energía vital y sustentadora, Dios, así como también todos los seres vivos y todas las formas de vida en y sobre la Tierra, en las aguas y en el aire. La vida que todo lo traspasa, Dios, está igualmente como sustancia básica espiritual en el “mundo”, que se compone de lo que el ser humano ha intuido y organizado, de sus leyes, de todo aquello que el ego humano ha creado sobre el planeta Tierra; por lo tanto, en nuestro mundo actúan tanto lo positivo, como también lo que está en contra de la ley de Dios, es decir, lo negativo, lo no divino. El ser humano, que debería ser la imagen del amor divino, de la uni-dad y de la libertad, se ha convertido en un retrato de su ego. La mayoría de las personas pien-san dentro de las categorías del “mío” y del “para mí”. De aquí se desarrolló la pasión des-tructora, que se pone en marcha cuando no se cumplen las pretensiones y exigencias del amor propio egoísta. Dios es también lo positivo en lo negativo, el núcleo interno de la fuerza posi-tiva, la energía vital sin la cual nada puede existir; de este modo, ÉL está también en este mun-do, pero Dios no ha creado los abusos luciferinos en este mundo. Y dado que Dios, el amor eterno, es lo bueno, lo positivo en lo que está en contra de la ley, nosotros los seres humanos tenemos la posibilidad de reconocer lo contrario a la ley, con lo que nos hemos cargado, y con la ayuda divina poder cambiarlo a positivo, a la voluntad de Dios, cumpliendo sus leyes.
El SER universal es la fuerza eterna, el campo de energía primaria, que es omni-presente. Este es inextinguible, imperecedero; la energía satánica, en cambio, que también es llamada energía de la Caída, dura sólo mientras sea posible un correspondiente intercambio de la energía negativa que está en contra de las leyes divinas, el emitir y recibir de las fuerzas transformadas hacia el mundo, la comunicación de lo humano inferior, de lo satánico.
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