La palabra del Cristo de Dios, dada a la humanidad en agosto del 2.005
a través de Su profetisa y mensajera Gabriele, para todos los seres humanos que tienen añoranza de Dios y de una vida plena, feliz y en libertad.27
¿Hemos reconocido la finalidad de la vida eterna o constituimos nuestra vida sobre lo que es tan humano, sobre la base del ego, el que -dado el caso- hemos ido formando a lo largo de toda nuestra vida? Más de uno podría decir: en la vejez muere el ego. Quien habla con alguna persona sobre su vida, comprueba que la persona mayor se vuelve débil. Cuanto más débil se vuelve, tanto más sale a la luz el ego, que contiene bajeza, el querer tener la última palabra frente al otro, la amargura y el ego mordaz. Esto coincide también con lo que Cristo dijo en Su manifestación: “Las personas que no confían en Dios, se vuelven miedosas, malhumoradas, amargadas y quisquillosas”. Y Él fue aún más allá, diciendo: Este comportamiento tan demasiado humano y falto de paz en la vida diaria, acelera el proceso de envejecimiento y conduce a depresiones, necesidades, enfermedades y eventualmente incluso a una muerte prematura”.
Así, más de uno que posee muchos conocimientos espirituales, intenta reprimir los síntomas negativos y se muestra especialmente bondadoso y amable, pero solo hasta el momento en que alguien le hace notar directamente sus debilidades; entonces a menudo esta santurrona apariencia externa cambia bruscamente, convirtiéndose en ira y cólera.
La alternativa a nuestra vida demasiado humana y atada a la Tierra es la vida eterna, que el Cristo de Dios nos muestra una y otra vez. Esa es la meta que merece la pena aspirar en nuestra existencia terrenal, nuestro SER verdadero.
¿Qué es la vida eterna?
La juventud tiene el anhelo de vivir. Vivir significa para las personas jóvenes, en primer lugar, la vida en la materia.. Los jóvenes tienen muchos deseos que corresponden a su vida, y está bien que sea así. Es el afán del joven por alcanzar algo; sin embargo, no solo él, sino que cada uno podría preguntarse, sobre todo cuando hace algo contrario a lo que dice su conciencia: “¿Es esto correcto? ¿Puedo comportarme con mi prójimo, con los animales y con la naturaleza, como me parece en cada momento?”
Solo la pregunta muestra ya que en él la conciencia está todavía activa. En este momento se podría aplicar la regla de oro para la vida. Esto no significa que tenga que privarse de lo agradable de la vida, que tenga que renunciar a los deseos que la vida terrenal lleva consigo. Él tiene únicamente que reflexionar, preguntándose: “¿Qué me aporta para el futuro lo que me he propuesto ahora? ¿Dificultades? ¿Problemas? ¿Y para qué me sirve lo problemático? ¿Me debilita o me fortalece?”
La regla de oro es la ayuda perfecta para decidirse. ¿Y cómo me siento cuando me he decidido por lo bueno, por lo correcto? ¿No me siento ligero y libre? El tener en cuenta la regla de oro para la vida nos evita tener dificultades y problemas y más de un infortunio.
Precisamente una persona joven pregunta: “¿Qué es la vida eterna?” Una pregunta para esa persona joven sería: ¿No tienen miedo los jóvenes? Por experiencia sabemos que los jóvenes no tienen tanto miedo ante la vida después de esta vida, como algunas personas mayores. El joven tiene la esperanza de que le aguarde algo extraordinario.
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