Vida universal/ Más cerca de Dios en ti

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La palabra del Cristo de Dios, dada a la humanidad en agosto del 2.005 a través de su profetisa y mensajera Gabriele, para todos los seres humanos que tienen añoranza de Dios y de una vida plena, feliz y en libertad.
El miedo a que, bajo determinadas circunstancias, esto no se alcance viene normalmente solo años más tarde, cuando se cae en la cuenta de que no se hizo esto o aquello que debería haber sido llevado a cabo. En la juventud se tiene la esperanza de una vida eterna que también contiene la actividad, que no es solo el cantar un aleluya sobre una nube, como más de un alemán del sur de su país conoce del popular sainete bávaro “Un muniqués en el Cielo”. El joven se imagina que la vida en el eterno Ser está llena de actividad, dinamismo y productividad, que allí se dan inimaginables posibilidades que no se tienen aquí en la Tierra. Y no deja de tener razón en ello. Solo con el hecho de que no se vive en los límites de espacio y tiempo, se amplía el margen para actuar. La vida en lo divino muestra una dimensión totalmente nueva que, entre otras, cosas contiene la unidad de la vida.
Uno se imagina cosas extraordinarias en la vida eterna; pero para acercarse a ellas, ya en la vida terrenal cada uno tiene que contribuir con algunas cosas.
¿La vida eterna es, en efecto, extraordinaria? Tan pronto como el alma es otra vez el ser espiritual, es decir, divina, se reintegra en la grande y poderosa mecánica celestial, en el poderoso suceso creador del Padre eterno, cuyo espíritu inspira y espira ininterrumpidamente. En los planos celestiales se crean incansablemente nuevos soles y mundos. Todo lo que se ha incorporado de nuevo es cuidado por los seres divinos, pues en ello consiste, entre otras cosas, su actividad.
En los planos de desarrollo tiene lugar el desarrollo y la evolución de un ser divino, desde el más pequeño elemento del átomo espiritual hasta un ser perfecto de la naturaleza que madura en el principio dual divino, en el ser divino, y que se añade a un principio de mentalidad.
En el Hogar, en el eterno Ser, en el Infinito, existen las grandes familias divinas. Ellas actúan en el Reino divino eterno, según corresponde a la mentalidad de los miembros de la familia. Cada ser espiritual está integrado en el cosmos universal y es heredero del Infinito, es decir, de la esencia de la vida, que es cósmica; es la construcción, la estructura del Ser divino.
El Hogar eterno, el Ser, es la meta de cada alma. Todo el Camino Interno, que Cristo nos ha dado de nuevo de forma abreviada y el cual se explica con más detalles aquí, en la pequeña mesa redonda, nos quiere dar la posibilidad de que volvamos de nuevo allí, al lugar de donde todos hemos venido. Nos es mucho más fácil mantener viva esta meta, si sabemos que el Reino de luz de los Cielos, nuestro Hogar eterno, nos espera en lo más profundo de nuestra alma. Cada alma despierta anhela infinitamente volver a estar allí, en su hogar.
Por esto es tan presuntuoso y erróneo el aspirar a la apariencia, al poder y a la riqueza, porque todo ello pasa. ¿Y qué se es al final? Una pobre alma. ¡Cuán rica es, por el contrario, el alma que se orienta a la vida eterna, que es belleza, finura de carácter, generosidad y amor que todo lo abarca!

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