Valera siempre ha sido una ciudad de emprendedores, donde con el trabajo y el esfuerzo sus habitantes se han labrado un mejor porvenir, el mejor ejemplo lo tenemos con Victoria Salas, quien a comienzos de los años 40, era conocida como “Victorita, La Mondonguera”, y es que en ese entonces, ella junto a sus hijos Eloy, Ricardo e Isidra, tenían una empresa muy particular, elaboraban el mejor mondongo que se preparaba en la ciudad y era ofertado a domicilio, en una carrucha de madera.
El precio del plato de mondongo era de Bs. 1,25 y las morcillas que elaboraban costaban un real y cuartillo. Vivían en una casa de palma, frente a donde hoy está el Mercado Municipal de Valera, al lado de la Alfarería de Manuel Vethancourt, donde se elaboraban tejas y ladrillos quemados, Manuel era hijo del general Camilo Vethancourt.
Ricardo y Eloy Salas, los hijos de Victorita, ya de jóvenes se destacaron por ser excelentes boxeadores. Eloy peleó con el “Morocho” Hernández, Kid “Chocolate” Oscar Calles, que venían de la tierra del “Sol Amado”, Maracaibo. Ricardo continuó su carrera boxística e incluso viajó a México, y allí se consagró como Campeón de Diamante, aunque hay quienes dicen que el que tenía mejor pegada era Eloy. Hoy el Gimnasio Cubierto de Valera lleva el nombre de Ricardo Salas como un reconocimiento a su destacada actuación deportiva. Otro boxeador valerano que sobresalió en esa época fue Ramón Palomares.
El matadero de Valera, o centro de beneficencia de reses, estaba en el espacio donde hoy está el Cuerpo de Bomberos, en La Marchantica. Ya para la década de los 50 se instala en Valera la primera carnicería moderna de la ciudad, su dueño don Camilo Celedón, estaba ubicada entre las avenidas 9 y 10, y era atendida por el propio Celedón, su hijo Sandro y su sobrino, el joven Roberto Faccini, hoy un próspero empresario local.
En el Mercado Municipal, la Pescadería “Roma” ofertaba el pescado fresco traído de los Puertos de Altagracia y el pescado salado, que venía de los llanos barineses o apureños, y por supuesto, las manamanas y bocachicos de los ríos Catatumbo o Escalante. Un plato de manamana rellena cocida en hojas de plátano acompañada con cambur verde era “un manjar de reyes”. No debemos perder la receta en la culinaria local. Mi abuela, “la catira” Navidad y mamá, María Omaira, las preparaban y quedaban exquisitas. Todo un arte degustar este plato.
Para 1941 llega a Valera un zuliano emprendedor, Asterio Bravo, su hermano era administrador del Central Azucarero Venezuela, en Motatán. Asterio tenía dos cavas y traía “posicles” desde Maracaibo vía el Puerto de La Ceiba-Ferrocarril-Motatán-Valera, donde los distribuía entre los valeranos. Se estableció en el sector conocido como “La Gallera”, de Rafael Ramón Matheus al final de la avenida 10, en la salida para Mendoza Fría. Luego fundó la industria “El Páramo”, que funcionaba en la avenida 13. Allí se elaboraba pasta, fororo, entre otros.
Después se instaló otra industria, en los años 50, de los hermanos Alemán, en la entrada de Morón, al lado del Hospital Central de Valera, llamada “El Taladro”, donde se procesaba café molido, pasta, harina de maíz, harina de trigo. También por esos años, la firma Capeletty y Natale, de don Tulio Natale comienza la distribución de la pasta Capri y Milani.
También tenemos otros emprendedores llegados a Valera, provenientes de las tierras altas como el recordado Homero Mejías, “Patachón”, que vino de Timotes, o los hermanos Villegas, Filadelfo y Emiliano, dos de los doce hermanos provenientes del páramo de Los Torres, que comenzaron el comercio de víveres y venta de cebollas y papas, fueron los pioneros de los comerciantes valeranos que trasladaron alimentos hasta el Mercado de Coche en Caracas, Valencia y Barquisimeto. Nuestra urbe siempre ha sido un motor de progreso y desarrollo.
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