Victoria opositora irreversible: no hay pretextos para enmarañar el triunfo de los venezolanos el 28/7 | Por: Luis A. Villarreal P.

 

Luis A. Villarreal P.

En la Ruta Electoral continuamos, con el optimismo y la convicción de sentirnos mayoría como para estar desde ya seguros de una victoria anunciada e inalterable, porque no podrán  posponerla ni negarla con argumentos sacados de la manga.

Prevalecen los desafueros verbales del oficialismo, en un lenguaje altisonante y amenazador de parte de los principales voceros de la anti democracia, dando a entender en falsas encuestas el inverosímil repunte de la candidatura reeleccionista; acompañado, claro está, de sus advertencias favoritas — intimidantes del pasado—, como son: «No volverán», «Por las buenas o por las malas ganamos las elecciones».

Les será muy desfavorable y un inminente revés tratar de colocar por delante y como válidas esas ficticias ‘mediciones’ sobre la intención del voto en las próximas Presidenciales; asimismo la actitud irresponsablemente patética de sentirse ganadores de las mismas, como despejando el terreno para «tener derecho a  pataleo» a la hora de estrellarse con la realidad de un escrutinio indiscutible, desolador y lamentable en el ámbito reeleccionista.

Las maniobras del oficialismo, sin duda, revelan con anticipación las contingencias ya preparadas; según las cuales no se descartan exabruptos ventajistas en el desarrollo de los comicios, muy puntualmente en: el uso del Registro Electoral; la integración de los miembros de mesa y los testigos de rigor acreditados en sus respectivos centros de votación; por supuesto, en la observación ciudadana escrutadora —aparte de la ansiada veeduría internacional—, de acuerdo a sus facultades, libre de restricciones y rebuscados pretextos pro oficialistas; y mucho más, en la presentación de los resultados del escrutinio definitivamente ‘oficiales’.

En realidad, las cartas están servidas. Eso ya es inmodificable: la robusta y arrolladora Oposición Democrática, ha propinado una mordida electoral de la cual no se zafará el oficialismo, por tanto no aceptará sino el triunfo con sus respectivos soportes y razones, en términos regulares;  mientras, el despropósito continuista tiene casi al descubierto sus  jugadas truculentas; tendientes a  continuar viciando el proceso en el marco de la integralidad de cada una de sus fases, porque solo así podrían declararse ganadores.

Se están dando por reelectos, falseando irresponsable e infelizmente la realidad; insistiendo, desde hace poco relativamente, en acusar de modo grotesco y pugnaz —¡habrase visto tanta catadura!— a una Oposición Democrática buscando, no la Presidencia, voto a voto, anticipadamente perdida según números oficialistas, sino solamente una ‘gran guarimba’ el 28/7 para desconocer ‘resultados oficiales’

Nos parece un sacrificado e inútil empeño el llevar adelante, al grado extremo, la idea de buscar el efecto placebo, tratando de hacer tragar a los venezolanos la gragea de la mentira, con la ilusa intención de distorsionarles la percepción de la realidad: el sufrimiento, el deseo de cambio, y en consecuencia cambiarles su preferencia electoral presidencial.

Tal desvarío —aparte del aguaje— quiere decir mucho, porque estamos ante una situación totalmente diferente a otros procesos, donde un perdedor empoderado y apoyado en la fuerza no acepta su derrota; en abierta determinación al  enfrentamiento y caos social, ideado por ellos a objeto de tener la flamante excusa para la suspensión de garantías y declarar el Estado de excepción; obligándonos a pelear, a desorientarnos, a caer en la encerrona; con la intención de distorsionar la articulación de las acciones principalmente ciudadanas diferenciadas de violencia.

No sucumbir a la provocación por causa de la suspensión de elecciones o del arrebato electoral, es la magna y apremiante responsabilidad del liderazgo nacional —civil y miliciano—; también un reto a la inteligencia, un ultimátum para ir en defensa del derecho y la razón, de los intereses soberanos del país

Sobre este punto neurálgico, se espera la ponderación en el conglomerado de la FAN. Principalmente en los efectivos de la fuerza pública y su liderazgo, a la hora de verse vulnerada o desconocida la voluntad del pueblo y de su justo derecho a reivindicarla.

La determinación del liderazgo civil y militar, es un dueto político de grandes incógnitas minada de retos y precauciones, pero fusionadas en el alma del pueblo en un grandioso acto de fe y esperanza; porque son su punta de lanza, del que se espera la formidable concreción del Cambio Político.

 

Que lo firme el alacranato

 

A la Candidatura

Unitaria Democrática emplazan

—con deprimente astucia—

a respaldar sin tacha,

el fraude electoral que se entapara.

 

Es que a sendos intérpretes

del Chapulín Colorado se les

ha hecho un tejemaneje

tirriar la firma del

compromiso ese de reconocer,

 

anticipadamente,

al ‘ganador’ de las Presidenciales.

Han puesto de relieve

su trampa sin ambages,

convencidos de que no tienen

                                            [chance.

 

Semejante plan sólo

alerta  más a los venezolanos.

A sabiendas, y es obvio,

de que un CNE resteado

con el régimen, ¡irá contra el Cambio!

 

                                          L A V P

 

Obligar a la Oposición Democrática a reclamar —desde la calle— el triunfo cantado hace tiempo ya, es una aberración seudo política imperdonable. No es sino la necedad de exacerbar los ánimos caldeados con la criminalizaciòn de periodistas y colaboradores en el entorno proselitista opositor; de mostrar nítidamente el talante de cada uno de los profanadores de la paz, el bienestar, la democracia y del Estado de derecho, como verdaderos responsables de la crisis que enrostra el país.

 


¡Mantente informado! Únete a nuestro canal de WhatsApp o Telegram a través de los siguientes links:

 

 

 

 

Salir de la versión móvil