El escritor Víctor Bravo (Maracaibo, 1949), se inició en la poesía con pasos firmes, con estallidos que vislumbraban a un poeta con un leguaje sólido y personalísimo que auguraban una obra trascendente por el sentido total con que asumía el reto ante la creación poética, empero, pronto, el ensayo y la crítica se le atravesaron en el camino, de modo que surgió el avezado investigador que conocemos hoy.
Bravo aparece en la antología La novísima poesía latinoamericana realizada en México en 1980 por el escritor argentino Jorge Boccanera, que le incluye un poema, en el que el zuliano “inventa el cielo como un secreto”, eleva globos de palabras para festejar la ciudad que es un canto, pese a la ruina circundante. Un poema bien construido, llevado de la mano de quien sabe trabajar con filigrana y sensibilidad extrema el arte poético.
En su rol de ensayista ha brindado muchas satisfacciones, pues, ha incorporado a Venezuela en la élite internacional de reputados críticos que dieron conocer a México con un Alfonso Reyes en las décadas del 40 y 50, y luego surge el poeta Octavio Paz; a República Dominicana con Pedro Henríquez Ureña; a Argentina con otro poeta Jorge Luis Borges y Ezequiel Martínez Estrada, Venezuela se incorporaba con Mariano Picón Salas, seguido por Juan David García Bacca, Uslar Pietri, Pedro Grases, Mario Briceño Iragorri, Juan Liscano, Eduardo Crema, Guillermo Meneses, Luis Beltrán Guerrero, Ernesto Maiz Vallenilla, Ludovico Silva, JM Briceño Guerrero, Guillermo Sucre, José Balza, María Fernanda Palacios, Hanni Ossot, entre los más recientes.
Pero antes, en el siglo XIX, Venezuela tuvo sus pensadores críticos como Andrés Bello, Simón Rodríguez, Fermín Toro, Cecilio Acosta, Juan Vicente González, que se pueden denominar los fundacionales, seguidos de Gonzalo Picón Febres, Julio Calcaño, PC Dominici, Jesús Semprún, Julio Planchart y el poeta Fernando Paz Castillo, entre otros, de acuerdo a indagaciones del poeta Ramón Ordaz, en estudio publicado hace poco.
El mismo análisis destaca los aportes de otros pensadores críticos venezolanos en Douglas Bohórquez, Luis Barrera Linares, Beatriz González, Juan Carlos Santaella, Rafael Castillo Zapata, Luis Alberto Crespo y Alejandro Oliveros donde, por supuesto, brilla con luz nítida, nuestro admirado Víctor Bravo.
Es justo reconocer que este autor marabino inicia su fulgurante carrera literaria entre las ciudades de Valera y Trujillo al final de la década de los setenta cuando arriba a la región trujillana, contratado por la Universidad de Los Andes en su naciente Núcleo Rafael Rangel (NURR), luego de generosas han estado abiertas a la creación literaria, Bravo voló alto; solidificó un nombre en las letras iberoamericanas.
Sus títulos así lo ratifican una vez más, Cuatro momentos de la literatura fantástica en Venezuela, 1986; Los poderes de la ficción, 1987; La irrupción y el límite, 1988; El secreto en geranio convertido, 1992; Ironía de la literatura, 1993; Letras en el sueño 1994; José Antonio Ramos Sucre, el poeta del mal y el dolor, 1995;Figuraciones del poder y la ironía, 1997; Rostros de la utopía, 1998; Terrores de fin de milenio, 1999; El hombre inclinado. Viaje del pensamiento y drama del sentido, 2020, edición del autor.