Verstappen y Red Bull dejan prácticamente sentenciado otro ‘doblete’ a mitad del Mundial

Los dos pilotos de Red Bull, el mexicano Sergio Pérez (i) y el neerlandés Max Verstappen, doble campeón del mundo y líder destacado del Mundial de F1, en el podio del Gran Premio de Hungría, en el Hungaroring. EFE/EPA/Zsolt Czegledi

El neerlandés Max Verstappen, que festejó en el Gran Premio de Hungría su novena victoria en las primeras once carreras, y Red Bull -escudería para la que el mexicano Sergio Pérez ganó las otras dos- prácticamente han dejado sentenciada la consecución de un nuevo ‘doblete’ en el Mundial de Fórmula Uno. En el que, salvo superlativa tragedia, volverán a festejar los dos títulos: el de pilotos y el de constructores. Algo que ha queda bien claro cuando se acaba de cubrir la mitad de las 22 pruebas del campeonato.

Verstappen, de 25 años, logró en el Hungaroring su cuadragésima cuarta victoria en la categoría reina, esta vez saliendo desde la segunda plaza.

Después de que el sábado el séptuple campeón mundial inglés Lewis Hamilton (Mercedes) elevase a 104 su propio récord histórico de ‘poles’.
Sin embargo, ‘Mad Max’ ni hace concesiones, ni da espacio a la emoción. Sólo piensa en ganar. Tardó sólo los metros que llevan desde la salida hasta la primera de las catorce curvas de la pista húngara para adelantar a Sir Lewis -que acabaría cuarto-; y desde ese instante comandó hasta la meta una carrera en la que volvió a marcar, asimismo, la vuelta rápida.

Verstappen lidera ahora, antes de que -el próximo fin de semana, después de que se rebase el ecuador del certamen en Bélgica- la F1 se vaya de vacaciones, con 281 puntos: 110 más que ‘Checo’; que el domingo protagonizó otra remontada. La segunda del día, después de la que firmó el inglés George Russell (Mercedes), que salió decimoctavo y acabó sexto.

El mexicano salió noveno, acabó tercero y sumó su trigésimo segundo podio en la categoría reina. En una carrera en la que el inglés Lando Norris -que sin querer le rompió, en la ceremonia y con su botella de champán, el trofeo a Verstappen- repitió el segundo puesto logrado dos semanas antes ante su afición en Silverstone; confirmando el importante paso hacia adelante dado por McLaren; escudería para la que el australiano Oscar Piastri, de lejos el mejor debutante del año, firmó el quinto puesto en el Hungaroring.

El español Fernando Alonso (Aston Martin), que acabó noveno en el circuito en el que festejó -hace casi veinte años- la primera de sus 32 victorias, es tercero en la general, a 32 puntos de ‘Checo’, al que se le tuercen los sábados pero que en Hungría volvió a demostrar enorme capacidad de resiliencia.

En una segunda juventud a punto de cumplir 42 años (los celebrará el próximo sábado, en Spa-Francorchamps, la pista que lo catapultó a la F1, después de exhibirse en la prueba de la Fórmula 3000 que ganó allí hace 23 años), el doble campeón mundial asturiano está completando una sensacional temporada. En la que ha subido seis veces al podio; para elevar a 104 su número de ‘cajones’ en la categoría reina.

Pero, tal y como indicó a Efe antes de empezar a rodar en el Hungaroring, lo que no ha cambiado en los últimos veinte años en la vida del genio astur es su «ADN competitivo». Por lo que, a buen seguro, no se habrá marchado del todo contento de Hungría. Donde no le convenció en absoluto el nuevo formato de ahorro de neumáticos -once lotes en lugar de trece- y donde la calificación de disputó con obligatoriedad de compuestos en cada ronda: duros en primera, medios en la segunda;y blandos en la decisiva Q3.

A su compatriota Carlos Sainz, Ferrari le volvió a aplicar una estrategia -como mínimo, discutible- que benefició de nuevo a su compañero, Charles Leclerc; todo para que el monegasco acabase séptimo, un puesto por delante del talentoso piloto madrileño. En una temporada en la que la ‘Scuderia’ sigue sin dar con la tecla.

Sainz, que perdió el quinto puesto en favor de Russell, que lo supera en tres puntos (90 frente a 87), pero que sigue un puesto y siete puntos por delante de su colega del principado de la Costa Azul, indicó a Efe, después de la carrera, que «no» le molestan las citadas estrategias -«me molestaría si fuesen por victorias, no por séptimos u octavos puestos»-, pero lo que sí le fastidió fue «que los Mercedes vayan casi segundo y medio más rápidos al final de la carrera, con el neumático duro».

Mercedes se confirma -Hamilton es cuarto en el Mundial, con 133 puntos, seis menos que el astro astur- y McLaren avanza. Y Aston Martin ha sufrido en las últimas carreras. Así que, mientras por detrás unos suben y otros bajan, lo único que queda claro es que Red Bull es, hoy por hoy, imbatible.

En Hungría, la escudería austriaca igualó el mejor arranque de la historia, el de McLaren de 1988. Y mejoró, añadiendo a las once de este año la última victoria del pasado -lograda, cómo no, por Verstappen-, la mejor racha de todos los tiempos. La que habían firmado hace 35 años dos mitos como el cuádruple campeón del mundo francés Alain Prost y Ayrton Senna: que antes de morir accidentado en Imola (Italia), durante el Gran Premio de San Marino de 1994, ganó tres Mundiales para Brasil.

En el campeonato de constructores, el dominio de Red Bull es insultante. Demostrando una vez más que el mayor genio de la F1 es el estelar ingeniero inglés Adrian Newey, auténtico guru de la aerodinámica que ya diseñó el coche triunfal con el que el alemán Sebastian Vettel lideró el anterior periplo glorioso (2010-13) de los ‘toros rojos’, que en ese plazo de tiempo no dejaron de ganar los dos Mundiales, el de pilotos y por equipos. Inquietados sólo por el descomunal talento de Alonso, que les discutió dos de ellos hasta la última carrera.

Red Bull suma, a mitad de campeonato, 452 puntos, más que el doble que Mercedes, que cuenta 223. Aston Martin, noveno equipo a estas alturas el año pasado y que ha sido el que más ha evolucionado, es tercera, con 184. Y Ferrari, que sigue siendo el equipo más laureado de la historia de la F1 pero que no gana un Mundial de pilotos desde 2007 (gracias al finlandés Kimi Raikkonen) es cuarta, con 167.

La superioridad del equipo que dirigen el inglés Christian Horner y el austriaco Helmut Marko -el ‘Cardenal Richelieu’ de la F1- es aplastante. Y, visto lo visto, una invasión marciana parece bastante más probable que el hecho de que Red Bull deje de ganar este año, de nuevo, ambos títulos.

El asunto parece reducirse a seguir batiendo récords. Y lo único que falta por descubrir son dos cosas: la primera, con cuántas carreras de margen se proclamará matemáticamente campeón el insaciable ‘Mad Max’; la segunda, si la escuderia austriaca será capaz de ganar todas las carreras de un Mundial previsto a 22 y que se cerrará a finales de noviembre en Abu Dabi.

Adrian R. Huber

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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