Veracidad y credibilidad

El gran poeta lírico griego Píndaro (538-418 A. de C.) dijo: “Ser veraz es el prerrequisito para tener una gran virtud” (1).

Escribo en julio de 2019 y en nuestro país la población vive una terrible crisis de credibilidad y muchas personas dicen que todo el tiempo sienten que pueden ser engañadas o estafadas por autoridades oficialistas o por otros miembros de la sociedad.

Obviamente eso se debe a la falta de veracidad que vivimos. En efecto, actualmente el ciudadano en su vida cotidiana se siente amenazado por la falsedad y el engaño en todas sus formas: Cuando compra productos, repuestos, alimentos, gasolina, gas doméstico, medicamentos, etc. También resulta obvio que los gobernantes tienen que ser los primeros en dar un ejemplo de veracidad.

En tal sentido es pertinente recordar al gran filósofo griego Platón (aprox. 429-347 A. de C.), que en su obra: ‘La República’ plantea una sociedad ideal en la cual los gobernantes deberían ser ‘filósofos-reyes’ con una serie de cualidades, entre ellas ser amantes de la verdad. En el Libro VII trata sobre lo que deben ser tales reyes-filósofos y Sócrates le dice a Adimanto: “recordemos nuestra descripción del tipo de carácter que una persona verdaderamente bella y buena debe tener. Si tú recuerdas, esa persona se rige sobre todo por la verdad: Si no busca la verdad absolutamente y de todo corazón, entonces sería una especie de impostor” (489e-490a). Eso que señala Platón tiene una vigencia imperecedera: Los gobernantes de cualquier sociedad y cualquier época deben ser veraces. Pero en nuestro país la población no puede tener ninguna confianza en lo que digan los voceros de las instituciones oficialistas.

Por si fuera poco, un sector significativo de la población se ve obligado a aparentar y fingir para poder conservar su trabajo en instituciones gubernamentales. Pero eso daña la salud mental. El escritor ruso Boris Pasternak (1890-1960) ganó el Premio Nobel de Literatura en 1958, y en su obra: ‘El Doctor Zhivago’ (1957), el Dr. Zhivago dice: “Tu salud se afectará si, día tras día, tú dices lo opuesto a lo que sientes, si te arrastras ante lo que te disgusta” (Cap. 15, sección 7).

Los regímenes totalitarios como el nazismo se basan en el terror y la mentira como política de estado. En tal sentido, Adolf Hitler (1889-1945) odiaba la verdad, la racionalidad y los valores de la Ilustración. En una ocasión dijo: “Nosotros estamos ahora al final de la Era de la Razón (…) No existe una verdad ni en el sentido moral ni en el sentido científico” (2). Por eso Hitler también dijo: “Yo no reconozco ninguna ley moral en política. La política es un juego en el que todo tipo de trampa es permisible” (3).

Por todo lo expuesto, en cualquier futuro proceso de reconstrucción del país, una de las prioridades tendrá que ser educar a la población sobre la importancia de la veracidad para lograr credibilidad en la convivencia social.

NOTAS: (1) Referido por Plutarco en su ‘Vida de Mario’. (2) Pag. 188 en NorettaKoertge (Ed.) (2005) ‘Scientific Values and Civic Virtues’. Oxford Univ. Press. (3) Pag. 618 en ‘Random House Webster’s Quotationary’. Edited by Leonard R. Frank (1999). Random House.

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