Aquella mañana del año 2015, me acerque al vendedor de periódicos para adquirir un ejemplar de “Diario de Los Andes” y al abrir sus páginas, me encontré con la información del fallecimiento del ilustre docente trujillano: Esteban Rumbos Nava.
Conocí a Rumbos Nava a finales de la década de los años 50, cuando ambos ejercíamos la función docente, viviendo una etapa de paz social del país, donde cabían todas las ilusiones y las más caras esperanzas de los venezolanos de la época. Juntos egresamos de la Promoción “José Damián Ramírez Labrador”, después de haber finalizado los estudios de Educación Normal, en el “Instituto Universitario de Mejoramiento Profesional del Magisterio”, Núcleo de Valera, el 14 de septiembre de 1963. Este evento magisterial ocurrido hace más de cincuenta y seis años, fue compartido con insignes figuras de la docencia trujillana de la época, entre las cuales recordamos al desaparecido José Jesús Ruzza (Un campesino prestado a la Docencia) – como él mismo lo afirmaba – identificado al igual que Rumbos Nava, con el drama del niño campesino de nuestros campos trujillanos, logrando cada uno en sus posiciones de labor docente, un obra edificante por cuya tarea en el sector de la educación rural, merecieron en vida justos reconocimientos.
Rumbos Nava se identificó siempre por su espíritu profesional docente que lo llevó por los campos de la poesía popular, sentida, venezolanita y tremendamente ligada a su visión de maestro rural, inspirado en los sentimientos más nobles de su alma de poeta. Sus condiciones intelectuales lo llevaron por los caminos del Teatro Escolar y la Declamación como instrumentos de cultura popular. Fuimos fieles asistentes de sus obras de teatro que nos llenaban de emoción hasta las lágrimas, tan fuerte era la conceptualización de sus obras teatrales inspiradas casi siempre en el drama del niño campesino.
Era a su vez el autor y el actor, que dejaba traslucir en todas sus formas de poeta su espíritu de gran nobleza humana, confundiéndose con los aires románticos plenos de fantasías.
Su obra de Teatro Escolar que tituló “Píntame Angelitos Negros”, inspirada en el poema del mismo nombre del bardo cumanés Andrés Eloy Blanco; todavía es recordada por quienes tuvimos la oportunidad de presenciarla en la Casa Sindical de Valera, en la década de 1970.
A su memoria y en conocimiento de la gran admiración que Rumbos Nava, le despertaba la obra poética de Andrés Eloy Blanco, hemos incluido un fragmento del poema “Niño Campesino”, original del bardo cumanés, que copiado textualmente expresa lo siguiente:
“Un rancho en piernas, una mujer enferma
y junto a ella contra el suelo,
un niño que está comiendo tierra
¡Donde un niño está comiendo tierra,
la tierra está comiendo niños¡”
A casi cuatro años de su partida, queremos rendir culto a la memoria de tan insigne Maestro de la Educación Rural trujillana, cuyo ejemplo debe servir para mostrar la reciedumbre y presencia del Maestro Rural en el sector campesino de nuestros campos trujillanos.
El sector educativo regional trujillano, no debe olvidar estos valores de la profesión docente que le dieron lustre, dejaron una obra cumplida y marcaron rumbos de permanente y sostenida superación.