Venezuela, gracias a su rica geografía y la diversidad de recursos naturales posee un enorme potencial para generar una amplia gama de energías que solvente las necesidades de la población, de las industrias y a futuro constituirse en un HUB energético para exportar a las Américas. HUB, es un centro de actividades o de negocios, donde diferentes empresas o industrias se agrupan para colaborar, innovar y aprovechar sinergias.
El país posee recursos minerales que, por su conocida variedad y cantidad, favorece el desarrollo de industrias que componen un amplio sector de producción de materias primas necesarias para la sociedad y la economía. Sin embargo, la realidad impone que exista un marco legal moderno y transparente que permita poder desarrollar de manera eficiente y trasparente la industria de los hidrocarburos, las nuevas energías verdes y la explotación minera en la región de Guayana y el carbón.
Vale recordar que el país cuenta con unas reservas de petróleo estimada en unos 303 mil millones de barriles y 200 billones de pies cúbicos de gas natural, libre y asociado al petróleo. Lo que posiciona a Venezuela como uno de los países con mayor potencial de hidrocarburos gaseosos y líquidos del planeta.
En esta dirección el Plan «Venezuela Tierra de Gracia», en su capítulo de energía, elaborado por expertos en las áreas de hidrocarburos y electricidad, propone desarrollar eficientemente toda la cadena de valor de la industria del petróleo y el gas, y en el mediano plazo integrar efectivamente las nuevas energías renovables a ese desarrollo, logrando sinergias con el desarrollo industrial del país, y el máximo recobro del valor de todos esos recursos. De esta manera, se busca generar un impacto positivo en la nueva Venezuela que favorezca a sus ciudadanos y a todos los sectores productivos, al diversificar todas las fuentes de energía, bajo una gerencia eficaz, transparente y sostenible.
Esta visión se materializará atrayendo al capital privado en las cuantías y temporalidad necesarios, lo cual fortalecería la posición de Venezuela en el mercado energético regional.
Tipos de energías que puede producir Venezuela
Venezuela cuenta con numerosos ríos y caídas de agua, especialmente en la región de los Andes, Occidente y en el estado Bolívar, lo que la convierte en una potencia hidroeléctrica que bien puede generar grandes cantidades de energía limpia y renovable, contribuyendo a la estabilidad del sistema eléctrico nacional.
De la misma forma, las zonas costeras y algunas regiones montañosas del país presentan vientos constantes, ideales para la instalación de parques eólicos que surtan de energía continua a las poblaciones; principalmente en el golfo de Venezuela en las costas de Zulia y Falcón, en los estados Sucre, Anzoátegui y Nueva Esparta, así como en las zonas montañosas de los Andes.
Dada su ubicación geográfica, la nación recibe una alta radiación solar durante todo el año, lo que la convierte en una tierra con gran capacidad para el desarrollo de la energía solar fotovoltaica y termosolar. Esto se aprecia en todo el territorio nacional, con mayor énfasis en la península de Paraguaná, en los llanos centrales y en otras regiones áridas y semiáridas del país. Los beneficios potenciales que este tipo de generación eléctrica genera, es el de poder abastecer a zonas rurales y productores de la agroindustria con energía limpia, renovable y descentralizada.
La energía geotérmica, aunque no se ha explotado a gran escala, brinda posibilidades de explotación en algunas zonas, especialmente en los Andes, Oriente y en la región de los Llanos que de concretarse su desarrollo ofrecerá energía limpia y renovable, disponible las 24 horas del día.(La energía geotérmica es una energía renovable que se obtiene mediante el aprovechamiento del calor del interior de la Tierra, que se transmite a través de los cuerpos de roca o piedras calientes o por conducción y convección).
Por otra parte, la abundante vegetación y los residuos agrícolas de Venezuela conceden otra fortaleza para la generación de energía a partir de la biomasa, especialmente en las zonas agrícolas y forestales del occidente, oriente y el sur del país. La energía de biomasa es aquella que se obtiene a partir de la combustión de materia orgánica y de otros desechos de cultivos como el de la caña de azúcar y otros rubros como la madera para generar calor o electricidad con tecnologías industrializadas de última generación.
La cantidad exacta de energía que el país puede producir depende de diversos factores, como la inversión en infraestructuras, las políticas energéticas y la demanda interna y externa. No obstante, el potencial es enorme y puede satisfacer ampliamente la demanda nacional y generar excedentes para la exportación.
En cuanto a los beneficiarios, la energía generada favorecería a toda la población, mejorando la calidad de vida y el desarrollo económico del país. Además, la exportación de energía proporcionaría fortaleza a la economía y vendría a ser una fuente de generación de ingresos adicionales, no tradicionales en el país, y diversificaría los ingresos a otros rubros. Recordemos que por su ubicación geográfica el país tiene la oportunidad de convertirse en un importante «Hub» energético para las Américas; exportando energía a países vecinos como Colombia, Brasil, los países del Caribe y, a más largo plazo, integrando a toda América desde Argentina hasta los Estados Unidos.
Toda esta visión conduce a focalizar los planes en una inversión significativa en infraestructura y tecnología (redes inteligentes, IA, digitalización, sensores y robótica) para desarrollar todos los proyectos de forma sostenible. Asimismo, contar con un marco legal y regulatorio que fomente la inversión, la generación de energías limpias y el desarrollo industrial del país enmarcado dentro de la Transición Energética, y generando riqueza para los venezolanos.
En síntesis, Venezuela posee un inmenso potencial energético, que, si se explota de manera adecuada y sostenible, puede transformar el país y convertirlo en un referente para la región, a la vez que diversifica su matriz energética para un futuro más sostenible y próspero en democracia.