Bajo el lamentable precepto de que “Venezuela se ha empobrecido espiritual y materialmente y está hecha un caos”, el obispo de Trujillo, Monseñor Cástor Oswaldo Azuaje, en la homilía oficiada en La Sabanita, municipio Boconó, elevó una profunda plegaria a la Virgen de Coromoto, patrona del país: “acógenos en tu regazo y únenos en tu caricia”.
Vivir la crisis en carne propia
Para el obispo del estado, es urgente que María, bajo la advocación de la Coromoto, interceda por los venezolanos y argumenta por qué: “la crisis nos afecta desde todo punto de vista y se siente en carne propia, en las familias, en mí familia. Porque hay hambre, niños con desnutrición, seres queridos yéndose a otro país porque ni siquiera los aumentos de sueldo, de fondo hacen algo. Aumenta la inflación, el verdadero desempleo, hay falta de medicinas, desatención en los hospitales, falta de higiene e inseguridad”.
A su juicio, no vemos una salida porque no hay una disponibilidad de cambiar de mentalidad. Considera que la Asamblea Nacional Constituyente es excluyente, con aptitudes punitivas, no constructivas. “Hablan de una paz de cementerio, de mentira para que todo siga igual y lo que queremos todos los venezolanos es que esto cambie”, indica y sentencia “ya basta del leguaje grosero, antipático e irrealista”.
Elegir a los mejores
Monseñor Azuaje critica el hecho de que estemos tan divididos, enfrentados y no haya un proyecto común de todos los venezolanos. Sin embargo, sobre los comicios regionales, aspira que el poder electoral ayude a que todos los políticos piensen preguntarle al pueblo, el cual debe expresarse libre y no manipulado.
“No podemos recurrir a la desesperación, un ser sin esperanza es un ser sin horizonte en la vida. El dejar de creer en un político no significa que la política es mala, los malos son los políticos y por eso debemos elegir a los mejores”, recomienda.
Tostós también rindió homenaje
Mientras el obispo de Trujillo asistía la misa por el Día de la Virgen de Coromoto en la parroquia eclesiástica de La Sabanita, en San José de Tostós, como cada 11 de septiembre se veneraba a la excelsa madre y conmemoraba 60 años de los indios Cospes.